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Europa está en un punto de inflexión, a la izquierda, EEUU vuelve a un presidente que apoya el liberalismo económico. A la derecha, China sigue empujando una política intervencionista que compromete sectores clave para la economía de la unión como las energías renovables o el coche eléctrico. Y dentro, Ursula von der Leyen repite quinquenio en la Comisión Europea, con una nueva hoja de ruta.

Recientemente, el exministro italiano Mario Draghi publicó un completo informe analizando el contexto europeo llamando a una mayor inversión para impulsar el crecimiento y la competitividad. Estos son dos pilares del capitalismo que pueden funcionar en un libre mercado ideal, pero "hay un problema de inviabilidad física".

Son palabras de Antonio Turiel, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y autor de El futuro de Europa (Destino, 2024). Él es uno de los grandes expertos divulgadores y referentes científicos sobre sostenibilidad y crisis energética, como ya demostró en libros anteriores como Petrocrisis (Destino, 2020) o Sin Energía (Destino, 2022). 

En 2022, recibió a ENCLAVE ODS | El Español, y anunciaba una crisis inminente del diésel, la sangre que mueve el músculo de la economía. Pero ¿qué ha cambiado desde entonces? Esta vez recibe a este vertical en un hotel del barrio madrileño de Tetuán. El contexto no es mucho mejor, pero tal vez, con las soluciones sí lo puede ser.

Crisis oculta de la energía

A pesar del aparente desarrollo de las renovables, Europa aún es dependiente del gas, que en gran parte viene de Rusia. "Teóricamente, seguimos sin poder suministrarnos  de allí, pero sí que está llegando gas natural licuado a través de buques metaneros". Esto se hace a través de terceros países, lo que al final, además, encarece el precio.  

En Europa, la producción de electricidad ha bajado gracias a la eficiencia de la tecnología, pero sobre todo por la "deslocalización de la industria más pesada, que es la más contaminante y la que más energía consume". A partir de la crisis de 2008, la tendencia de producción empezó a bajar y las fuentes renovables alzaron el vuelo, "pero el problema es que siempre necesitarán un respaldo". 

Hay otros problemas, que el autor detalla en el libro. El primero, el más obvio, es la intermitencia del viento y el sol y que se necesiten energías rápidas para cubrir las necesidades sin que el sistema se sature, ni se quede corto. Para eso, lo habitual es contar con hidroeléctrica retornable o plantas de ciclo combinado de gas natural. 

La instalación de plantas solares se basa en el apoyo de las subvenciones europeas. iStock

En este cambio acelerado de modelo energético impulsado por los fondos next generation, se ha instalado más capacidad de producción de la que realmente se necesita. En el año 2023, había 126 GW en total, mientras que el consumo medio fue de 26 GW (en algunos picos del invierno llegó a 41 GW). Incluso aceptando que las renovables suelen trabajar a un 40% o 60%, "la diferencia es muy grande", simplifica Turiel. 

Sistema de subasta de la luz

Para que la red eléctrica española se mantenga estable se tiene que adaptar a la demanda al minuto, y tener una previsión lo más exacta posible de la que habrá. Todos los días los productores ofrecen cuánto podrán producir y las comercializadoras cuánto pagarán. 

Primero la nuclear que, por cuestiones técnicas (no se pueden encender y apagar las centrales), tiene una cuota fija y entra a precio cero. Luego las renovables a precio variable, que dependen de las condiciones climáticas, sol y viento, para saber lo que podrán producir. Finalmente, llega el gas, que es la más contaminante y cara. Todo el resto de producciones se pagan al precio del último que ha entrado.

En mayo de 2024 se dio la situación de que varios días el precio estuvo a cero y algunas plantas de ciclo combinado apagaron, entonces al caer la noche, REE tenía que comprar la electricidad a Francia.

De las renovables, la eólica y la solar son de lejos las que mayor potencia instalada tienen, 31,5 MW y 30,2 MW, respectivamente. Sin embargo, como revela el investigador, la diferencia entre la instalada y la consumida es enorme. En el caso de los aerogeneradores, el problema son las limitaciones que les pusieron en la fabricación para ser competitivos. 

En otras palabras, tenían que producir mucha energía con molinos muy baratos. Esto provoca que por coste solo se puedan hacer hasta cierto tamaño; más grandes se rompen. El problema es que tienen que competir con China, que "está haciendo un dumping clarísimo. Es decir, ahí los molinos no se rompen porque ponen materiales caros: paga papá Estado". 

La fuente eólica fue la más abundante, según REE.

En cuanto a la solar, la producción de placas lleva copado por el mercado chino desde hace tiempo. De hecho, no fue hasta su llegada cuando se hicieron realmente rentables.

A pesar de todo, Turiel remarca varios aspectos limitantes. El primero es la escasez de energía que se produce por metro cuadrado. Esto en España, además, trae conflicto con agricultores y propietarios de tierras. Pero también influye que las placas solares producen electricidad continua y necesitan inversores que la conviertan en alterna para que se pueda transportar en la red. "Eso implica una mayor inversión en estos equipamientos, que precisamente suelen ser los que tienen menor vida útil", explica. 

A la crítica de que se está produciendo una burbuja, Turiel explica que hay una saturación de la misma y que se verán en un problema cuando acaben los fondos europeos Next Generation. "Ahora mismo, se instala mucho porque está ese dinero y porque hay unas expectativas especulativas", asegura. Además, con los datos anteriores, recuerda que, al menos Europa, está bajando su demanda eléctrica dada la deslocalización de la industria pesada.

"Yo lo que haría sería cambiar el sistema de fijación de precios", Turiel apuesta por declararlo como sector estratégico. "La energía es lo que necesitas para mantener la producción de bienes y servicios. Es decir, es un recurso que si no lo tienes no hay economía", añade. Por eso, reclama que el Estado garantice el suministro sin esos vaivenes en el precio que se producen con el sistema actual. 

Menos energía y materiales 

"La situación de descenso energético y de materiales es inevitable", así de categórico es Antonio Turiel. Aunque no se ha tocado todavía picos máximos, hay materias primas que ya están empezando a bajar, como el cobre y la plata, el petróleo o el gas; aunque probablemente en occidente se notará menos. Por ejemplo, la caída del diésel es evidente especialmente en Latinoamérica y África

Una manifestante con el cartel; "actúa ahora" iStock

Por eso, él propone la palabra maldita de 'decrecimiento'. Maldita porque es atacar a las bases del capitalismo de consumo. "La propuesta es hacer un aterrizaje suave y democrático, porque la alternativa sería el ecofascismo: que una élite controle los recursos para unos pocos, mientras el resto vive en una miseria abyecta y lo mantiene todo a baja represión. Eso sería sostenible, pero nada deseable", asegura.

Turiel piensa que se puede mantener el nivel de vida que tiene ahora mismo  España consumiendo bastante menos. Para él, el problema más claro es la "inviabilidad física de seguir el ritmo actual, mientras que lo que hay que hacer es mantener el bienestar".