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En un principio, el objetivo de su fundadora, María Azcárate, no era crear una empresa, sino comunicar sus ideas a través de las prendas que diseñaba. El siguiente paso fue identificar la necesidad de un mercado de vestimenta que no destruyera ni explotase el medioambiente, a la vez que respetara su equilibrio.

Así nacen MIA y sus prendas 100% ecológicas, iniciativa empresarial en la que sus productos al finalizar su vida útil, o incluso los retales, son compostados y utilizados como tierra para plantar árboles en un vivero de agricultura regenerativa, el Proyecto LILO, que dirige Emilio Vanrell Bell en Canarias. "Somos diseñadores y artesanos culturales. Éste es nuestro principal distintivo como empresa: diseñamos ropa a la vez que diseñamos un mundo mejor; y lo hacemos con el mayor mimo posible que se pueda conceder a una prenda y a todos aquellos que intervienen en su creación", explica María de su peculiar proyecto.

Moda regenerativa significa hacer algo más allá de lo ecológico o lo sostenible, dos palabras que para María y su novio se han desvirtuado bastante y han perdido su valor: "La realidad es que lo sostenible se nos quedó corto hace tiempo y llevamos los últimos años integrando el concepto de la regeneración en nuestros diseños y procesos. Aquí hemos dado un gran salto, ya que hemos pasado de simplemente querer mitigar el impacto negativo de nuestra actividad a enriquecer al planeta, devolviéndole todo aquello que nos ha aportado y más".

Regenerativo significa proyectar hacia cinco o siete generaciones futuras y pensar en qué les vamos a entregar como legado. "Cuando nosotros hablamos de moda regenerativa, para ponerlo en palabras sencillas, significa que todo lo que hagamos tiene que ayudar a dejar nuestro entorno mejor de lo que lo encontramos".

Una pareja circular

Las particularidades de sus intereses de pareja les permiten cerrar todo el ciclo productivo de una manera circular e integrada en los emprendimientos propios de cada uno. De esta manera, aseguran la regeneración del suelo a través de cada paso y decisión de producción.

María Azcárate Cedida

El hecho de vivir el cierre del ciclo de forma tan cercana y, a su vez, consumir medios que comparten, les ayuda y obliga a ser muy conscientes de los materiales que utilizan en sus prendas. "Si utilizamos cualquier cosa que no pueda regresar a la tierra de una manera saludable, se volvería todo rápidamente en nuestra contra. En realidad, lo que realizamos no es ni más ni menos que lo que se hacía antes de tener prendas sintéticas en nuestro armario", enfatiza la diseñadora canaria.

Con los sistemas agroforestales que implementan, no solo consiguen un desarrollo sostenible y la reducción de las emisiones de CO2 en la actividad empresarial, sino que intervienen de manera activa en la creación de sistemas y procesos de regeneración de las tierras. 

Aportan beneficios medioambientales a gran escala a través del diseño textil mediante un emprendimiento saludable, aspiración que parecía muy difícil de conseguir pocos años atrás por el peso del fast fashion (moda rápida) en el mundo de la moda. A día de hoy, MIA se compromete a destinar el equivalente de un árbol plantado por cada prenda vendida.

Sin cochinadas

"Cochino significa sucio, y para nosotros la ropa convencional está sucia en muchos aspectos: de valores negativos, de químicos tóxicos, de explotación laboral y social..., por eso afirmamos que la nuestra es ¡sin suciedad! Además, en Canarias el término cochino se usa mucho, por eso nos identificamos especialmente con él", dice Azcarate.

Proyecto de compostaje. Cedida

Cuando compramos algo, estamos sembrando el tipo de futuro que queremos hacer realidad. "Si queremos pensar en cualquier tipo de futuro esperanzador, es indispensable que lo que consumimos pueda volver a la tierra de una manera sana y segura. En MIA siempre usamos tejidos 100% naturales debido a la preocupación por nuestro cuerpo (no es lo mismo tener una fibra natural todo el día sobre la piel, que un plástico), así como por el residuo que no va a derivarse de ellos después del final de su vida útil. Con esta frase creo que muchos nos empezamos a dar cuenta del rol tan importante que juega nuestro armario en todo esto, algo que muchas veces se pasa por alto", aclara la diseñadora.

"Intentamos no pasarnos de este límite, ya que nuestro objetivo es crear prendas atemporales, de calidad y que no pasen de moda. En cuanto a la producción, actuamos de una manera distinta a las marcas del fast fashion, ya que no trabajamos por grandes series, sino que producimos en pequeñas cantidades y vamos reponiendo según la demanda", explica Azcarate.Y luego añade: "De esta manera, no acumulamos stocks, reducimos posibles desperdicios y/o la necesidad de tener que entrar en el juego de las rebajas para quitarnos de encima el excedente de inventario; además, trabajamos mucho bajo pedido".

Cuando vas a su showroom, si no encuentra el color que buscas, puede encargarlo. Además, cuando reponen o producen ciertos modelos, lo comunican y ofrecen un descuento sobre esas prendas, incentivando de esta manera a los clientes para que incluyan su pedido en esa reposición y que puedan así aprovechar la marcada, el corte, los viajes a la costurera y toda la logística que existe detrás de la producción de una prenda. En definitiva: quieren dar incentivos al cliente para organizarse, en vez de mantener la sobreproducción desorganizada del fast fashion.

A lo largo de la utilización del producto, MIA ofrece un servicio de reparación de la prenda para prolongar su vida útil, iniciativa que sirve a la vez como mecanismo de información interna para detectar errores y para introducir posibles mejoras en la calidad y durabilidad de ésta.

Vestido blanco de MIA Cedida

"Como diseñadora de ropa, lo que busco verdaderamente es dar una voz a todas aquellas personas que estén comprometidas y convencidas de que existe una manera mejor de hacer las cosas que los métodos productivos actuales y que se sienten representadas con todos nuestros valores", dice Azcárate.

Esos son los principios que constituyen la esencia de MIA y el camino por el cual están convencidos de que se puede conseguir vivir en consonancia con la naturaleza. Cuando se piensa en todo el ciclo de producción de productos y cómo estos pueden ser compatibles con el medio ambiente, los beneficios empiezan a ser infinitos.