En el imaginario colectivo, la Navidad está cubierta por un manto blanco y unas temperaturas que cortan (casi) la respiración. Pero nada más lejos de la realidad: en España cae nieve, sí. Sin embargo, en estos días que corren ni está tan extendida ni es tan común. Y la razón, según el último estudio de Climate Central, publicado en la madrugada del 17 de diciembre, se encontraría en los termómetros.
Bajo el epígrafe El invierno perdido, este análisis asegura que el cambio climático le está "añadiendo" días "por encima de cero" a los termómetros de nuestro país. Y esto repercute directamente en, dicen los autores, las "nevadas, los deportes de invierno, los ecosistemas, las alergias, los suministros de agua o las cosechas", entre otros muchos factores.
Según estos especialistas en emergencia climática, el análisis de las temperaturas medias del invierno (diciembre, enero y febrero) español muestra que en la última década se han "experimentado de media ocho días adicionales por encima de los cero grados".
Esto es, el 62% de las provincias españolas (o 32 de 52) ha vivido en los últimos diez años al menos una "semana adicional" cada año de días de invierno con los termómetros por encima de la temperatura de congelación del agua.
Apuntan, además, a una razón certera: el cambio climático provocado por el ser humano. Pues aseguran que si no se quemasen combustibles fósiles, como el petróleo, el carbón o el gas metano, ni se liberasen gases de efecto invernadero a la atmósfera, las temperaturas invernales caerían por debajo con más frecuencia.
Por ejemplo, los zamoranos vivieron, entre 2014 y 2023, inviernos con 65 días de media con temperaturas por encima de los cero grados. De ellos, 14 se atribuyen directamente al calentamiento global.
Para entenderlo se puede observar el pasado año: el invierno de 2023 de Zamora tuvo durante 48 días los termómetros sobre cero. Sin embargo, gracias al Índice de Cambio Climático, Climate Central demuestra que sin crisis ecológica, solo habría tenido 35.
El caso de Granada es también ilustrativo. En 2023 los termómetros granadinos subieron de cero grados en 65 días. Sin calentamiento global, solo lo hubiesen hecho en 55 ocasiones.
El nuevo 'trend' global
La situación descrita por Climate Central para España no es exclusiva de nuestro territorio. El cambio climático afecta también a las temperaturas invernales del hemisferio norte.
Los autores del estudio aseguran que "más de un tercio de los 123 países analizados y cerca de la mitad de las 901 ciudades estudiadas están perdiendo al menos una semana de heladas anual" por el aumento de temperaturas globales. Dinamarca, Estonia, Letonia y Lituania serían los más afectados, con un incremento de tres semanas adicionales de media por encima de los ceros grados.
Les siguen Polonia, Bielorrusia, Alemania y República Checa, con al menos dos semanas. E Italia, Francia, Austria, España, Noruega, Afganistán, Irán y Japón, con entre una y dos semanas menos de heladas y nevadas.
El impacto del invierno perdido
El estudio destaca las consecuencias directas del calentamiento del invierno y de la pérdida de días de heladas.
Nieve y hielo. Más días por encima de cero grados implica que la cantidad de hielo y nieve acumulada sea menor. Esto tiene consecuencias directas en los ecosistemas que dependen del deshielo para conseguir agua fresca. Y, por ende, en las personas.
Reservas hídricas. Muy relacionado con el punto anterior, la escasez de nieve provoca que la primavera conlleve un deshielo menos pronunciado, lo que afecta a las reservas hídricas que se nutren de estos manantiales naturales.
Deportes de invierno. A más temperatura, menos nevadas y menos espesor de la nieve que sí que cae. Esto perjudica directamente a los deportes de invierno, como el esquí, una industria que en 2023 suponía unos ingresos globales de 12.500 millones de dólares.
Enfermedades trasmitidas por vectores. Las heladas en invierno son clave para mantener a raya las plagas, como las de mosquitos o garrapatas, que propagan distintas enfermedades.
Alergias. Inviernos más cortos y cálidos se traducen en primaveras tempranas y otoños tardíos que alargan la temporada de alérgenos.
Cultivos. De la misma manera, las temperaturas alteradas perturban los cultivos y las condiciones meteorológicas que las diferentes fases de crecimiento necesitan.
Desde Climate Central son tajantes: "El cambio climático causado por el ser humano está disminuyendo la frecuencia de las temperaturas frías que definen la temporada de invierno". Esta tendencia, explican, no "solo perturba la temporada en sí", sino que afecta al resto de estaciones del año.