Imagen de archivo de una votación en el Parlamento Europeo.

Imagen de archivo de una votación en el Parlamento Europeo. Cedida

Historias

La legislación que viene… para los consumidores: del cargador único a la lucha contra el desperdicio de alimentos

Raquel Nogueira
Publicada

2024 acaba con una noticia tan esperada como necesaria para reducir residuos electrónicos: el cargador USB-C es ya el único permitido en la Unión Europea. Y aunque los países y productores cuenten con dos años para adaptarse a esta nueva normativa, será 2025 el primero que vea cómo los cajones llenos de cables vean su volumen reducido de manera sustancial.

Aunque pudiese parecer anecdótica, esta nueva normativa tiene como objetivo facilitarle la vida a los consumidores. Es decir, a usted, a mí y a todos los que nos rodean.

Así, desde el 28 de diciembre, la directiva europea obliga a que todos los teléfonos móviles, tabletas, cámaras digitales, auriculares, libros electrónicos, teclados, ratones, videoconsolas, altavoces y sistemas de navegación incorporen un cargador único. Eso sí, los ordenadores portátiles seguirán adaptándose hasta el 28 de abril de 2026, cuando deberán cumplir de una vez por todas la normativa.

De esta manera, la Unión Europea armoniza también los requisitos de carga rápida y ofrece a los consumidores la opción de no recibir un nuevo cargador con cada compra de dispositivo.

Según el propio texto de la directiva, su objetivo final es triple: garantizar la comodidad de los consumidores, reducir los residuos electrónicos y evitar la fragmentación del mercado de los dispositivos de carga.

Obsolescencia programada

Pero la del cargador universal no es la única novedad a la que nos tendremos que acostumbrar con la llegada del nuevo año. Y es que este 2025 también se desarrollará el reglamento de productos sostenibles.

Esta normativa, que da forma al conocido como ecodiseño, es una parte fundamental del Pacto Verde Europeo. Pero, ¿en qué consiste? Básicamente, introduce nuevos requisitos para el diseño sostenible de productos para luchar, así, contra la obsolescencia programada.

Aunque no solo eso. La idea detrás de esta regulación es fomentar la reparación para acabar, así, con el consumo de 'usar y tirar'. Además de impulsar el reciclaje de los productos y la reducción de residuos, pues serán los propios fabricantes los que se hagan cargo de los productos cuando lleguen al final de su vida útil.

Residuos y desperdicios

Muy relacionado con esto estaría la ley de residuos, que no es nueva (data de 2022), si bien es cierto que 2025 es una fecha que se destaca en varias ocasiones en el texto.
A partir del 1 de enero, por ejemplo, solo podrán introducirse en el mercado las botellas de tereftalato de polietileno (PET) que "contengan al menos un 25% de plástico reciclado". Desaparece, de esta manera, el PET virgen en las botellas.

Asimismo, a partir de este nuevo año, los países miembros de la UE deberán recoger de manera selectiva el 77% de los residuos de plástico introducidos en el mercado.

También se prevé que a lo largo de 2025 la Ley de Prevención de las Pérdidas y Desperdicio Alimentario española tenga luz verde del Senado y, finalmente, entre en vigor. Esta norma busca prevenir y reducir la cantidad de comida que acaba en la basura a lo largo de toda la cadena. Es decir, desde su producción hasta que acaba en la nevera del consumidor.

La idea es reducir drásticamente la cantidad de alimentos que se pierden anualmente. Solo en España la cifra asciende a 1.214,76 millones de kilos.

Además, las oenegés, bancos de alimentos y comedores sociales están volcando sus esperanzas en esta nueva ley, pues una de las herramientas para luchar contra el desperdicio que propone está en la donación. Esta redistribución de alimentos podría beneficiar a las entidades sin ánimo de lucro que dan apoyo a la población más vulnerable.

De coches y árboles

2025 también traerá consigo la conocida como normativa CAFE, (Emisiones de Combustible Medias Corporativas, por sus siglas en inglés) para acelerar la implantación del vehículo eléctrico en toda la UE. Con ella, las emisiones de dióxido de carbono de los coches vendidos en los 27 países miembros no podrán superar los 93,6 gramos por kilómetro.

En un intento para evitar triquiñuelas y trampeos como ya sucediera en el pasado, la regulación es clara: el fabricante que la incumpla podrá verse sancionado con una multa de hasta 95 euros por cada gramo de emisiones que se exceda.

Asimismo, este mismo diciembre, el Parlamento Europeo decidió darle un año de margen de acción a los países para implementar la ley contra la deforestación. La aplicación de las nuevas normas que implican se pospone hasta el 30 de diciembre de 2025 para que los sectores puedan adaptarse en su totalidad.

Esta ley obliga a las empresas a certificar que los productos que importan, como la soja, el aceite de palma, el café o la madera, no están relacionados con la deforestación.

Cuestión de emisiones

Además, este 2025 será clave la Directiva de Energías Renovables (RED III), ya que los Estados miembros de la UE deberán impulsar este tipo de electricidad para que al menos un 45% del mix energético de la UE sea renovable para 2030.

También llega este año la revisión del Sistema de Comercio de Emisiones, que incluirá ahora a sectores como el transporte marítimo y endurecerá los límites de gases de efecto invernadero que las industrias podrán lanzar a la atmósfera. 

De la misma manera, este 2025 no quitará los ojos del Acta Europea de Accesibilidad ni de la Ley de Inteligencia Artificial de la UE. La primera busca que el mercado común sea también real para aquellas personas con necesidades específicas. Así, los sistemas operativos de los ordenadores, los cajeros y quioscos para hacer check-in, los servicios de televisión digital o el e-commerce deberán garantizar su accesibilidad. 

Por otro lado, la Ley de IA busca estandarizar el acceso seguro y gratuito a este tipo de herramientas, y atajar de raíz sus peligros y amenazas.