Publicada

2.5000 toneladas de residuos diarias. Esa es la cantidad de escombros, lodo y enseres que la Generalitat gestionaba cada día pocas semanas después de la DANA que inundó varios municipios de Valencia. Ahora, más de dos meses después, será la empresa Transportes A. Martín, S.L.U., la encargada de retirar los residuos que aún se acumulan en las calles

Según el propio Gobierno valenciano, la cantidad de desechos que toca gestionar adecuadamente "supera el generado durante un año en circunstancias normales". Esto, al final, se convierte en todo un reto, especialmente en un país en el que, tal y como explica a ENCLAVE ODS la gerencia del clúster especializado Clean Waste, los residuos no se han venido gestionando de la manera más conveniente. Y mucho menos con la economía circular en el centro. 

Desde la entidad hacen una comparación de lo que supondrá para Valencia reconstruirse y, sobre todo, limpiarse, partiendo de la experiencia de las inundaciones del valle de Ahr, en Alemania, en 2021. Aunque, reconocen, la escala del desastre español es mayor tanto en "magnitud" como en "repercusiones económicas y de tiempo de recuperación". 

La gerencia del clúster insiste en que hay una diferencia básica entre lo que será la recuperación de Valencia de lo que está siendo la de Alemania: "La adjudicación de la limpieza a empresas especializadas se ha realizado 70 días después". Por tanto, indica, no se ha realizado un "aprovechamiento" de residuos desde el momento cero. Algo que, asegura, en el país centroeuropeo se activó antes. 

Los vehículos arrastrados por las riadas se amontonan en cementerios de chatarra improvisados. Objetos personales, muebles y enseres hinchados por el agua esperan ser recogidos y no acabar en un vertedero. El barro y el lodo atoran el sistema de alcantarillado. 

La realidad valenciana nos dice que reconstruir de manera sostenible todo lo perdido está lejos de materializarse. Y, precisamente, porque la circularidad no ha estado en el corazón de la respuesta a la emergencia. Algo, por cierto, de lo que lleva alertando la ONU desde hace años. 

Hasta el momento, "todo aquello que no haya ido en la línea del aprovechamiento, va a suponer una mayor dificultad" para conseguir que, en efecto, se gestione en línea a la economía circular. Así lo explica la gerencia del Clean Waste, y matiza: "Da igual que hablemos de los enseres que salieron de las casas empujados por el agua o de los vehículos perdidos".

Este reaprovechamiento del que hablan desde el clúster tiene que ver con la revalorización de residuos, con entender la basura no como tal, sino como un recurso que puede tener otro uso distinto al original. Esto, lamentan, "hoy por hoy, en España, no forma parte de la contratación pública". 

Es decir, la gestión sostenible —circular, de reaprovechamiento— de los residuos no es un requisito imprescindible para que una empresa u otra gane un contrato público. 

Gestión circular de los escombros

Desde la Comisión Europea alertan de que, con el cambio climático redibujando la frecuencia e intensidad de los fenómenos extremos, la gestión sostenible de los residuos es vital. Y es que el impacto medioambiental de la basura —del tipo que sea— impacta directamente en el planeta, pero también en la salud humana o en los niveles de contaminación atmosférica

En un informe que analiza la manera en que se gestionaron los desechos en la Unión en las primeras dos décadas de siglo, la Comisión insiste en que prácticas como la incineración de residuos o su volcado en vertederos daña sobremanera al medioambiente. Lo que, a su vez, deriva en un aumento de los problemas de salud relacionados con la mala calidad del aire.

Y es que el único residuo que evita cualquier consecuencia nociva es aquel que es reaprovechado y gestionado adecuadamente. Es decir, aquel que, a fin de cuentas, no acaba en un vertedero. 

Por su parte, desde el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) recuerdan que "los desastres, y también los conflictos, son responsables de la generación de grandes cantidades de residuos", especialmente de "escombros" procedentes de edificios o infraestructuras dañadas. Un problema que afecta a todos los países y no solo a las zonas españolas damnificadas por la DANA de Valencia. 

"El enfoque lineal predominante en la eliminación de desechos en muchos países se caracteriza por vertidos ad hoc y no planificados, especialmente en las primeras fases del evento", recuerdan desde el PNUMA.

Esta respuesta "apresurada", indican, "transfiere el problema de los residuos de un lugar a otro, incurriendo en costos significativos y a menudo colocando desechos en lugares inadecuados y ambientalmente sensibles".

Por eso insisten, de cara a próximos fenómenos meteorológicos extremos, es imprescindible la "planificación y coordinación de la gestión de residuos" basada en el reciclaje y el reaprovechamiento. Solo así, dicen, se puede "reducir la huella ecológica de la recuperación"

Un protocolo local

Un estudio publicado este mismo enero en la revista de gestión medioambiental de ScienceDirect identifica los principales retos y estrategias para afrontar la gestión de residuos tras un desastre natural. La recomendación de los investigadores es que cada país desarrolle un "protocolo estándar nacional" que se adapte a las necesidades y capacidades específicas de cada municipio.

La prevención —de la acumulación de residuos—, la reutilización y reaprovechamiento, el reciclaje, el compostaje, la generación de energía y el tratamiento adecuado de la basura generada son estrategias clave que los autores del estudio destacan. En última instancia apuntan hacia los vertederos como alternativa final para aquellos desechos que no se puedan gestionar de otra manera. 

¿Y si generamos menos?

Sin embargo, desde Rezero, la fundación sin ánimo de lucro especializada en gestión sostenible de residuos en Cataluña, apuntan a una solución básica y, dicen, sencilla para minimizar el impacto de una catástrofe natural como la DANA o de las basuras en general. Y es que señalan a la manera actual de consumir como principal responsable de que las montañas de basura que se generan. 

La cultura de usar y tirar, unida a la necesidad de acumular objetos en los hogares, explican desde Rezero, supone "importantes impactos" que cada vez se evidencian más. Muchos enseres o productos "se convierten en residuos rápidamente", con todo "el impacto medioambiental que eso supone", explican.

Desde esta fundación recuerdan la necesidad de cambiar la manera de consumir para evitar ver cosas como automóviles convertidos en chatarra tras una riada. Los modelos que promueven el uso compartido de coches, lavadoras o determinados enseres, explican, favorecen las labores de limpieza y reconstrucción tras una catástrofe natural. Porque, como recuerdan, el mejor residuo es aquel que nunca se llega a generar.