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Tras las elecciones del pasado 5 de noviembre y, como es tradición, ha sido el 20 de enero el día que ha marcado el inicio del segundo mandado de Donald Trump. Durante estos meses de espera han sido muchas las especulaciones que se han lanzado al aire sobre las medidas que tomaría, o no, cuando se alzase como el 47º presidente de los Estados Unidos. 

Siguiendo las órdenes que ya puso en marcha durante su primera legislatura, lo que sí estaba asegurado es el abandono, de nuevo, del Acuerdo de París, al que, tras la llegada de Biden a la Casa Blanca en 2021, el país anglosajón volvió a adherirse. Y así ha sido, en cuanto los republicanos han retomado el control de la Administración, aunque con escasas mayorías, una de las primeras disposiciones ha sido desvincularse del convenio del clima firmado por más de 190 países. 

Junto a esta medida ha habido otras, como la declaración de una "emergencia energética" o la retirada de los incentivos para vehículos eléctricos, las que anunció el nuevo presidente durante la jura del cargo. Si bien es cierto que, por el momento, no está claro cuantas de estas órdenes sobrevivirán en los tribuales —donde hay una mayoría conservadora—, ninguna de estas acciones nos pilla por sorpresa. 

Y es que, como ya se contó en ENCLAVE ODS un día antes de la toma de posesión, Donald Trump viene acompañado de una marea de negacionistas del cambio climático e, incluso, de la ciencia. Ejemplo de ello es Chris Wright, el nuevo secretario de Energía, quien publicaba en un vídeo de LinkedIn el año pasado que "no hay una crisis climática, y tampoco estamos en medio de una transición energética". 

Como Wright, han sido varias las incorporaciones que han defendido posturas en contra de la lucha por el calentamiento global. Entre ellos, Lee Zeldin, director de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), quien ha mencionado que pretende apoyar proyectos y explotaciones de combustibles fósiles, o Robert F. Kennedy Jr., elegido para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos, y especialmente conocido por su posición antivacunas. 

Adiós al Acuerdo de París

El abandono, por segunda vez, del Acuerdo de París —firmado en 2015— era una de las órdenes ejecutivas más esperadas tras la toma de posesión de Trump. Este tratado, cuyo objetivo es limitar el calentamiento mundial a 1,5 grados en comparación con los niveles preindustriales, parece que se le ha metido entre ceja y ceja al presidente electo. 

Así, el pasado 20 de enero, anunciaba su intención de retirar a Estados Unidos de forma inmediata, aunque en términos oficiales esta medida tardará un año en hacerse efectiva. Durante ese tiempo, será decisión del presidente entrante si el país anglosajón envía, o no, delegaciones a las reuniones o si participa en algún acto relacionado con el Acuerdo.

El presidente estadounidense Donald Trump presenta una orden ejecutiva durante el desfile inaugural EE.UU. Carlos Barria REUTERS

De donde no se desvinculará es de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), aunque sí ha anunciado que la participación será severamente limitada, como lo será la financiación. Al mismo tiempo, ya ha dado la negativa a la 30ª Conferencia de las Partes (COP) celebrada el próximo noviembre en Brasil. Una acción que su colega Javier Milei, presidente de Argentina, no dudó en tomar durante su última cita en Azerbaiyán. 

Una vez se oficialice la retirada del Acuerdo de París, Estados Unidos no tendrá vetada la asistencia a las reuniones, pero ya solo podría participar como observador y no gozaría de derecho a voto en dichas sesiones. Además, en caso del que un futuro presidente, tras el fin de la legislatura de Trump, quisiera volver a adherirse al tratado, esta se haría oficial tras un período de 30 días. 

A esa medida se sumaba la retirada de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por, según explican desde la web La Casa Blanca, "el mal manejo por parte de la organización de la pandemia de la Covid-19 que surgió en Wuhan, China, y otras crisis globales". Donde, además, señalan el "fracaso en adoptar reformar urgentemente necesarias y su incapacidad para demostrar independencia de la influencia política inapropiada de los Estados miembros de la OMS". 

Posiciones en contra

A pesar de las decisiones del nuevo presidente, hay quienes han reafirmado su compromiso en la lucha para frenar la acción climática en el país.

Este ha sido el caso de America is All In, la mayor coalición de líderes climáticos de Estados Unidos, que representa a casi dos tercios de la población estadounidense y aproximadamente tres cuartas partes del PIB del territorio.

En su comunicado, publicado el propio día 20 de enero, han anunciado que seguirán cumpliendo sus objetivos climáticos "invirtiendo en soluciones de energía limpia" que hagan crecer su economía, "reduzcan las facturas de las familias", generen empleos bien remunerados y minimicen las emisiones. 

Por su parte, US Climate Alliance, una coalición bipartidista de 24 gobernadores que representan alrededor del 60% de la economía y el 55% de la población de estadounidense, entregó una carta al responsable del clima de Naciones Unidas.

En ella prometían continuar "el trabajo de EEUU para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París y reducir la contaminación climática". A lo que añadían: "No daremos la espalda a los compromisos de Estados Unidos. Por nuestra salud y nuestro futuro, seguiremos adelante". 

"Emergencia energética"

En este primer día de mandato, Trump ha aprovechado para declarar una "emergencia energética nacional", una medida que podría dar a la Administración mayores poderes para aprobar la producción tanto de combustibles fósiles —especialmente en Alaska— como, curiosamente, de minerales verdes críticos, esenciales para la transición energética. 

La razón, dicen desde La Casa Blanca, es una gestión "demasiado inadecuada para satisfacer las necesidades de nuestra nación" causadas por las "políticas dañinas y miopes de la administración anterior". Motivo por el que el nuevo presidente exige "liberar" los suministros energéticos del país. 

Ha señalado que la estrategia actual "impone restricciones innecesarias y peligrosas" a su política exterior y ha solicitado el fin de los arrendamientos y permisos para la energía eólica, que alimenta más del 10% de la red. Porque, de no poner "remedio de inmediato", esta situación "se deteriorará drásticamente en el futuro cercano debido a una alta demanda de energía y recursos naturales para alimentar la próxima generación de tecnología". 

Dentro de esta misma orden, Trump también ha incluido la eliminación de un "mandato sobre vehículos eléctricos (VE)" —que no existe en la ley— para, dice, "promover una verdadera elección del consumidor". A lo que se refiere, realmente, es a la Ley de Reducción de la Inflación, que ha ofrecido incentivos fiscales tanto para la fabricación como para la compra de vehículos eléctricos y, ahora, está buscando formas de retroceder estos avances. 

U.S. President Donald Trump signs executive orders in Washington, U.S. January 20, 2025. Mike Segar REUTERS

Asimismo, esta medida da cierre al American Climate Corps que, puesto en marcha por la Administración Biden, busca enfrentar la crisis climática para "abordar esta amenaza existencial para el planeta y aumentar nuestro crecimiento económico y nuestra prosperidad", según explicaba el propio expresidente antes de firmar las Medidas Ejecutivas para Abordar el Cambio Climático, Crear Empleo y Restablecer la Integridad Científica en 2021. 

Sus alegatos también abordaron el Green New Deal, al que puso fin, con el objetivo de frenar o revisar el gasto climático aprobado durante la administración anterior. Junto a esta, otras órdenes ejecutivas de la era de Biden, como la dirigida a restaurar la ciencia para bordar la crisis climática o aquellas relacionadas con la Covid-19 de 2021 o la disolución del Consejo Presidencial de Asesores sobre Ciencia y Tecnología, han sido revocadas.