Este sábado 15 de febrero se cumplen ya 14 años desde que empezaran las olas de protestas de aquella pacífica Primavera Árabe. Ciudadanos sirios tomaron las calles, reclamando derechos, libertades y reformas democráticas, pero la mano dura que descargó sobre ellos el régimen del entonces presidente, Bashar Háfez al-Ásad, dio lugar a una escalada de violencia y represión que acabó degenerando en una de las guerras más devastadoras de nuestros días.
Ahora, más de una década después, y con un Al-Ásad que fue derrocado el pasado diciembre por una coalición de fuerzas opositoras lideradas por el grupo islamista Hay'at Tahrir al-Sham (HTS), el país intenta recuperarse de una de sus semanas más negras.
El jueves 6 de marzo se vivió una escalada de violencia sin precedentes desde la caída del gobierno, que se prolongó durante los tres días siguientes, dejando un saldo de 1.476 civiles asesinados en las provincias costeras de Latakia y Tartus, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. En su mayoría, pertenecientes a la minoría aluita.
En 72 horas, se registraron al menos 30 masacres sectarias, además de cientos de bajas entre miembros de las fuerzas de seguridad gubernamentales y militantes leales al antiguo régimen de Bashar al-Ásad. A mayores de esta violencia directa, se confirmaron graves interrupciones en los servicios básicos.
En amplias áreas de Latakia —al oeste de Siria—, la electricidad y el agua potable fueron cortadas, lo que agrava aún más la crisis humanitaria en una zona ya golpeada por años de conflicto. Carlos Arias, coordinador médico de la asociación Médicos Sin Fronteras (MSF), lleva dos años en Siria. Desde su llegada, recuerda varios episodios de violencia en el país pero, admite, "nunca con tantos heridos".
"Nos sobrepasa"
"Antes de este episodio ya nos encontrábamos en una situación bastante límite, pero esto ya nos ha sobrepasado. Hay muchos centros de salud y hospitales que están cerrando porque no reciben financiación de Estados Unidos, y eso está incrementando nuestro número de pacientes. Ahora mismo, tenemos un 50% más de ocupación en nuestros hospitales", confiesa Arias a ENCLAVE ODS.
Asegura que esta ola de violencia les ha "sobrepasado" por completo: "Imagínate lo que es recibir a más de 100 pacientes a la vez. Incluso al hospital mejor equipado de España le costaría hacer frente a esta situación".
El panorama es crítico, y afirma que el balance, desgraciadamente, no solo se cuenta por heridos. "Hubo muchísimos civiles afectados. 15 muertos y más de 100 heridos sólo en nuestro centro. Además, otros puntos sanitarios han sido atacados", apunta.
Uno de los doctores del Hospital Nacional, que resultó dañado tras los enfrentamientos de los días anteriores entre las fuerzas del gobierno de transición sirio y simpatizantes del antiguo régimen, en Jableh, Siria, el 10 de marzo de 2025.
Debido a esta nueva crisis, Arias y MSF se han visto en la obligación de actuar acorde a la situación, activando "protocolos de urgencia", reforzando infraestructuras y refiriendo pacientes a otros hospitales de la zona. "Estamos donando más kits de emergencia de trauma y dotando a la base de más camas por si volviera a pasar, tener más capacidad", añade.
El coordinador médico y su equipo no se encontraban en las zonas afectadas en el momento del ataque. "Nosotros estábamos más en el interior", admite. Pero en cuanto empezaron a recibir los datos del Ministerio de Salud, que contabilizaban más de 1.000 muertos y heridos, pusieron en marcha "un protocolo de apoyo a la sala de urgencias del hospital de Tartus".
"Ya hemos mandado dotación de medicamentos y estamos haciendo formación para que si vuelve a ocurrir, tener más capacidad de respuesta. También hemos reforzado bases de otras zonas costeras, un poco más distanciadas del epicentro de la crisis, por si llegaran más heridos".
Porque el problema, señala, "es que cuando pasan estas cosas, el nivel de violencia es tan alto que ni siquiera el staff puede acudir a los centros de salud o a los hospitales a trabajar". Y es que, efectivamente, hay movimientos que han tenido que cancelar, porque el fuego cruzado y los ataques eran tales que "era imposible pasar con el coche".
A esto se suman todos los problemas "diarios" en las comunicaciones y suministros eléctricos, que dificultan, aún más, su encomiable labor.
Ayuda "insuficiente"
"Ahora en las noticias está Sudán, Ucrania… pero lo de Siria es un conflicto olvidado. Llevan así 14 años, y la gente aquí está sufriendo. Necesitamos ayuda, de verdad". Con esta crudeza habla Carlos Arias cuando es preguntado acerca del balance general que hace de esta superada década de crisis en el país.
Admite que la ayuda que se recibe por parte de las autoridades internacionales es "insuficiente para cubrir todas las necesidades del territorio". Y los datos hablan por sí solos para confirmarlo.
"Ahora mismo sólo un cuarto de los centros de salud y hospitales están a pleno funcionamiento. Es el 25% de lo que era antes de la guerra. Y hay más de un tercio que no funcionan para nada", asegura el coordinador médico de MSF. Por este motivo, hace un llamamiento a una "urgente necesidad de financiación".
Protestas contra la reciente violencia contra los alauitas en Siria durante una manifestación en la Plaza de las Naciones, frente a la sede europea de las Naciones Unidas en Ginebra, Suiza, el 13 de marzo de 2025.
"Más del 70% de la población aquí sigue necesitando ayuda humanitaria y, aun así, después de lo que ocurrió en diciembre, muchos donantes se están retirando. Hemos visto con nuestros propios ojos la semana pasada muchísimos casos de violencia a civiles, con heridas en abdomen, brazos, piernas… Realmente hay muchas necesidades, y la respuesta de la comunidad internacional todavía no es suficiente", sentencia.
Fue precisamente a este respecto, y al motivo de este triste aniversario del conflicto, por lo que se pronunció el pasado jueves 13 de febrero el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en Nueva York, ofreciendo un comunicado donde apelaba a la "renovada esperanza de que los sirios puedan trazar un camino diferente y tener la oportunidad de reconstruir, reconciliarse y crear una nación en la que todos puedan vivir en paz y con dignidad".
"Las Naciones Unidas están listas para trabajar junto al pueblo sirio y apoyar una transición política inclusiva que garantice la rendición de cuentas, fomente la sanación nacional y siente las bases para la recuperación a largo plazo de Siria y su reintegración en la comunidad internacional. Estamos junto al pueblo sirio en pos de la promesa de una Siria mejor —para todos los sirios. Juntos, debemos asegurar que Siria emerja de las sombras de la guerra hacia un futuro definido por la dignidad y el Estado de derecho, donde se escuchen todas las voces y ninguna comunidad quede atrás", finalizó.