Las plantas y su mundo destacan por ser una de las partes más fascinantes en la naturaleza de España, también en el resto del planeta y no solo porque sin ellas nos extinguiríamos en un breve período de tiempo, sino también por las fascinantes características que las rodean.
Características que las han llevado a convertirse en el principal foco de investigaciones científicas y que siguen convirtiéndolas en un auténtico misterio, como su forma de comunicarse con otras plantas, sus horas de sueño, su capacidad de memorizar, de manipular a otras especies, de tomar decisiones y también de ver y perseguir la luz.
Precisamente sobre su capacidad para captar y perseguir los rayos del sol con el fin de seguir creciendo, un grupo de investigadores de la Universidad de Lausana (UNIL) y La Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) en Suiza, han dado un poco más de luz a través de un estudio. Este grupo de investigadores ha sido el encargado de identificar cómo funcionan esos particulares 'ojos' de las plantas. Te lo contamos.
¿Cómo ven las plantas de dónde procede la luz?
En el intrigante universo de las plantas, las apariencias no siempre revelan la totalidad de su asombroso funcionamiento. Aunque carecen de órganos visuales como los ojos que conocemos, las plantas poseen una notable capacidad para percibir la dirección de la luz.
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No obstante, su increíble habilidad para determinar la fuente de la luz se encuentra en una característica peculiar de sus tallos: los conocidos como "canales de aire". Estos espacios entre las células no solo facilitan el paso del aire, sino que también actúan como diminutas cortinas de luz, limitando la cantidad de luz que penetra en la planta.
La composición interna de agua y aire: los verdaderos ojos de cada planta
En el estudio se empleó una variedad de planta ampliamente utilizada en la investigación de biología vegetal y denominada Arabidopsis thaliana. En concreto una versión alterada genéticamente que exhibía un tallo transparente.
Gracias a este experimento se reveló que la apariencia lechosa natural de los tallos en las plantas jóvenes de la naturaleza se originaba en la presencia de aire en canales intercelulares estratégicamente ubicados en varios tejidos.
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En el caso de los individuos modificados genéticamente, el aire era reemplazado por un líquido acuoso, otorgándoles una apariencia translúcida. Estos canales intensifican la dispersión de la luz, especialmente en los hipocótilos, la parte de la planta que emerge de la semilla durante la germinación.
Este fenómeno tiene un impacto sorprendente, generando un gradiente de luz crucial para una respuesta de crecimiento eficiente y única en cada planta.
La notable dispersión de la luz que experimenta el hipocótilo de la plántula se debe a las marcadas diferencias en los índices de refracción entre el aire y el agua. Este fenómeno genera algo similar a un 'arcoíris' en cada planta.
Se ha comprobado que la composición interna del tejido, ya sea agua o aire, es la que desencadena el mecanismo que habilita a la planta para discernir la dirección de la luz.