Tatyana McFadden es considerada la mujer más rápida del mundo. Ha ganado 23 maratones mundiales, batido 5 récords internacionales y logrado más de 20 medallas paralímpicas. Ha participado en los paralímpicos de Atenas, Pekín, Londres y Río de Janeiro. Los últimos fueron en Tokio, bajo condiciones extremas.
Ella nació en Rusia, hoy ojo del huracán de la tormenta mediática, pero está nacionalizada estadounidense. Su madre la recogió de un orfanato cuando sólo tenía 6 años y se la llevó a Maryland, al paraíso soñado del American Dream. Allí, a pesar de padecer de espina bífida, de tener una anemia grave y algunos rasgos de desnutrición, se convirtió, con el paso de los años, en una atleta de renombre. Hoy las medallas no le caben en su habitación.
McFadden es una luchadora insaciable y su nombre es sinónimo de superación. Precisamente el 6 de abril, Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, alza la voz y se muestra a sí misma como el ejemplo en vida de que no existen limitaciones si se tienen dedicación y constancia: "Viví de primera mano una vida sin comida ni agua limpia, a veces sin calor ni electricidad. Afortunadamente, fui adoptada a los seis años por una familia americana", explicó durante una entrevista con Naciones Unidas.
Su miedo a la crisis climática, sin embargo, le ha hecho recordar ese hambre voraz que padeció en sus carnes y que estuvo a punto de costarle la vida. "Muchas personas en países en vías de desarrollo están experimentando lo que yo sufrí" por culpa de los cambios de temperatura. La desazón con el futuro del planeta está justificada: los deportistas, especialmente aquellos que sufren discapacidades como ella, son los más expuestos a los efectos adversos del calentamiento global.
McFadden recuerda que existe una correlación entre el calentamiento global de las ciudades y el deterioro de la resistencia e integridad física de los deportistas. "Está íntimamente relacionado con la hidratación", señala la competidora antes de recordar las consecuencias que tuvieron las olas de calor durante los Paralímpicos de Tokio en 2020 (celebrados en 2021 por culpa de la pandemia), que afectaron a algunos deportistas. Varios profesionales que participaron en los Juegos Olímpicos tuvieron que retirarse. Hasta Novak Djokovic llegó a decir que en sus 20 años de carrera nunca se había enfrentado a condiciones ambientales de ese calibre.
"Como atletas debemos estar muy hidratados, y tener una discapacidad, como problemas de parálisis de cintura para abajo, causa serios problemas de circulación. Para nosotros la circulación, de entrada, es muy complicada", expresa, "ya que puedes sufrir un infarto y morir".
El futuro del deporte
Según publicó el Departamento de Economía y Asuntos Sociales (DESA) de las Naciones Unidas, el deporte se está viendo ampliamente afectado por la crisis climática. Según estudios recientes citados por este departamento, aproximadamente el 50% de las ciudades anfitrionas de Juegos Olímpicos no podrán ofrecer juegos de invierno a partir de 2050 por culpa de la falta de nieve. En 2018 y 2022, recuerda la DESA, las altísimas temperaturas forzaron al Open de Estados Unidos y al de Australia a hacer parones en sus competiciones ante el malestar de los tenistas.
También señalan que en 2050 un cuarto de los estadios de fútbol británicos estarían parcial o totalmente inundados más de una vez al año. Precisamente esta situación de caos climático es la que invita a deportistas como Tatyana McFadden a movilizarse y reclamar medidas urgentes.
"Debemos trabajar con nuestros patrocinadores. Ellos tienen una gran influencia mediática", considera McFadden
"¿Cómo podemos hacerlo?", se pregunta la deportista paralímpica de élite. "Primero, debemos hablar de estos temas. Segundo, debemos trabajar con nuestros patrocinadores. Ellos tienen una gran presencia mediática, así que debemos hablarles de la importancia de la huella de carbono y de la necesidad de llegar a las emisiones cero. También debemos elogiar a aquellos sponsors que están haciendo bien las cosas y sumándose al cambio", remata McFadden.
Precisamente la reducción de la huella de carbono y de las emisiones de CO2 durante los eventos deportivos (así como la colaboración con empresas que promuevan prácticas sostenibles) se erigen como pilares de concienciación social intrínsecamente asociados al deporte. Además, según señala la DESA, el deporte puede ayudar a las personas a llevar una vida saludable. Eso, sumado al compromiso de perfiles deportivos de alto rango como McFadden, dedicados a concienciar a través de los medios de comunicación (ella misma acudió a la COP26), puede contribuir a impulsar mejores y más efectivas políticas de acción climática (ODS 13).