El prestigioso arquitecto japonés Shigeru Ban (1957) ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2022, según ha comunicado este jueves el jurado encargado para la concesión de esta distinción esta mañana en el Hotel Eurostars de la Reconquista de Oviedo. Este es el último de los ocho que ha convocado este año la Fundación.
La cadidatura del japonés fue propuesta por María Sheila Cremaschi, directora para España del Hay Festival of Literature and Arts y Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2020, según ha informado Europa Press.
Además, la candidatura fue apoyada por Kenji Hiramatsu, embajador de Japón en España. A este premio optaban 36 candidaturas de 17 nacionalidades.
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Considerado como un gran activista dentro del mundo de la arquitectura, Ban ha alcanzado un amplio prestigio internacional por tener la capacidad, según indica el comunicado de la Fundación, de "dar respuestas rápidas y eficaces en forma de refugios y viviendas temporales a situaciones extremas y devastadoras provocadas en su mayoría por catástrofes naturales".
Arquitectura 'humana'
Shibaru Ban nació y creció en Tokio, capital de Japón. Ya desde pequeño sintió una gran inquietud artística y cuando en Secundaria le encargaron una maqueta de una casa para su clase de arte. Así se enamoró completamente de la arquitectura. Mientras tanto, descubrió al arquitecto y teórico estadounidense John Hejduk y quedó totalmente prendado por su obra.
Desde aquel momento, su objetivo principal fue mudarse a Estados Unidos y formarse como proyectista. En 1977, se matriculó en el Instituto de Arquitectura del Sur de California. En 1980, continuó sus estudios en la Escuela de Arquitectura The Cooper Union, en la que Hejduk era decano. En 1984, terminó su licenciatura, mientras trabajaba en el estudio de Arata Isozaki.
Un año después, en 1985, se lanzó a abrir su propia firma en Tokio —aunque hoy tiene también presencia en Nueva York y París—. Desde entonces, su arquitectura ha sido ampliamente valorada por la prensa especializada y ha alcanzado un amplio prestigio internacional.
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Su arquitectura, basada en diseños de alta calidad, ha sido concebida basándose en materiales no convencionales y reutilizables, lo que convierte a sus obras en un ejemplo de sostenibilidad. El plástico, la madera, la tela, el papel y, sobre todo, el cartón son sus aliados a la hora de proyectar sus obras, en las que lo prioritario es el máximo respeto por los futuros habitantes de esos espacios y por su dignidad.
Conocido por ser el pionero de la conciencia ecologista en los años ochenta del siglo pasado, una de sus prioridades fue contribuir a mejorar el estado psicológico de sus habitantes. Además, se preocupó también por ampliar el papel del arquitecto, buscando cooperar con gobiernos, organismos públicos y filántropos, además de las comunidades afectadas por algún tipo de desastre.
El diseño de una exposición de Alvar Aalto para el MoMA (Nueva York) en 1986 le sirvió para experimentar con tubos de papel en sus construcciones. Más tarde, los utilizó en prototipos de casas temporales para acoger refugiados en Ruanda —tras el genocidio de 1994— o en Kobe (Japón) —después del terremoto de 1995—.
Este sistema ha sido utilizado también para la construcción de espacios de privacidad para los refugiados ucranianos en la frontera con Polonia durante la crisis provocada por la invasión rusa a principios de este año.
A lo largo de su carrera, ha recibido diferentes distinciones como el Pritzker en 2014 o la Medalla de Oro de la Academia de Arquitectura de Francia (2004). Adicionalmente, en 1995, fue nombrado asesor del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y fundó Voluntary Architect’s Network (VAN), una ONG para transformar el concepto de vivienda temporal para situaciones de emergencia.
El Premio Princesa de Asturias de la Concordia, concedido desde 1986, se otorga a aquellas personas cuya labora ha sido ejemplar para la convivencia entre las personas, por su contribución a diferentes ámbitos como la paz, la lucha contra la injusticia, la pobreza o la enfermedad; o, por su contribución a la conservación y la protección del patrimonio de la humanidad.