Este verano se han producido olas de calor sin precedentes en numerosas partes del planeta. En España, con hasta tres de estos episodios, los termómetros han alcanzado cifras récord en varios puntos de la península, y la previsión para los próximos años es que estos fenómenos sean todavía más habituales a nivel mundial debido al cambio climático.
Tal y como reflejan los resulados de una investigación llevada a cabo por las universidades de Harvard y Washington, y publicada en la revista científica Nature, para finales de este siglo las olas de calor mortales se darán con más asiduidad. También apuntan que tanto el impacto como la duración dependerá en gran parte de las emisiones de gases nocivos que se realicen en el presente.
"Los fenómenos relacionados con el calor extremo de los últimos veranos serán mucho más comunes en lugares como América del Norte y Europa", asegura el autor principal del estudio, Lucas Vargas. “En muchos lugares, para el año 2100 más de la mitad del año será peligroso trabajar al aire libre, incluso si comenzamos a reducir las emisiones”.
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Calor peligroso para la salud
Precisamente una de las claves para intentar suavizar el impacto de las olas de calor futuras se encuentra en las decisiones que se tomen sobre las emisiones de efecto invernadero del presente. Pero aun así, aclaran los investigadores, estos fenómenos aumentarán su frecuencia y su impacto en el cuerpo humano.
El estudio analiza una combinación de temperatura y humedad del aire conocida como índice de calor que mide cómo afecta a la salud humana. Según los científicos implicados en la investigación, un índice de calor se considera "peligroso" cuando la temperatura roza los 40 grados centígrados, y "extremadamente peligroso" por encima de los 50 grados.
“Estos estándares se crearon primero pensando en aquellas personas que trabajan en interiores, pero a altas temperaturas, como salas de calderas o con maquinaria que expulsa vapor; no se consideraron como condiciones que ocurrirían en entornos ambientales al aire libre”, remarca Vargas.
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El estudio advierte de que aun reduciéndose las emisiones globales para evitar que la temperatura del planeta aumente dos grados centígrados —compromiso que se adquirió en la Cumbre del Clima de París—, de aquí a finales de siglo será bastante común superar ese índice de calor peligroso para la salud humana.
Veranos más largos e intensos
La evidencia científica también muestra cómo la crisis climática está haciendo crecer la cantidad de calor que se acumula en la atmósfera, algo que afecta directamente a la estabilidad del clima. Entre las consecuencias de esto se encuentra que los veranos cada vez sean más largos.
De nuevo, la previsión para las próximas décadas es que en zonas de clima templado, como es el caso de España, el verano vaya ganándole terreno a la primavera y el otoño, y llegue a durar hasta seis meses. En un escenario así no solo el clima se vería trastocado, sino que el impacto alcanzaría a las cosechas y las reservas de agua.
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Este último punto, el de la escasez de agua es especialmente preocupante. Sin lluvias que rieguen los campos y la vegetación, y den de beber a los animales, la biodiversidad se muere. Si no llueve tampoco se restauran los acuíferos ni se llenan los embalses, y el impacto en los seres humanos es directo.
El ecuador será un infierno
En la investigación, los científicos también han tenido en cuenta el peor escenario posible: que no se reduzcan las emisiones de gases contaminantes. En ese caso, en unas décadas el índice de calor "extremadamente peligroso", en el que los humanos no deberían estar al aire libre, se volverían comunes en las zonas que se distribuyen en torno al ecuador de la Tierra.
El jefe del proyecto asegura que “es extremadamente aterrador pensar en las consecuencias que tendría que durante tan solo 30 o 40 días al año las temperaturas excedieran el umbral extremadamente peligroso [...] Aún tenemos la posibilidad de revertir estos escenarios. Este estudio muestra el abismo, pero también muestra que tenemos posibilidades de evitar que esto suceda”.
Para hacer sus predicciones, los científicos del estudio han utilizado un método basado en la probabilidad para calcular el rango de condiciones futuras. Mediante un enfoque estadístico que combina datos históricos con proyecciones de población, crecimiento económico e intensidad de carbono, pueden predecir con bastante precisión el rango de futuras concentraciones de CO2.
El enfoque estadístico "brinda rangos plausibles para las emisiones de carbono y la temperatura futura y ha sido estimado estadísticamente y validado con datos históricos", ha explicado el coautor Adrian Raftery.
Otro de los coautores, David Battisti, añade que “la cantidad de días con niveles peligrosos de calor en las latitudes medias del planeta se duplicará con creces para 2050 [...] Incluso para las estimaciones muy bajas de las emisiones de carbono y la respuesta climática, a finales de este siglo gran parte de los trópicos experimentarán niveles peligrosos de calor durante casi la mitad del año".