Los legisladores californianos aprobaron un nuevo proyecto de ley que permite el compostaje humano. El Proyecto de Ley 351 de la Asamblea, que fue redactado por Cristina García, permite la reducción orgánica natural de los restos humanos en el suelo, como una alternativa más ecológica a los métodos tradicionales de entierro.
La cremación, que representa más de la mitad de los entierros en el estado, es un proceso que consume una alta cantidad de energía y emite sustancias químicas como el CO₂ al aire, contribuyendo al calentamiento global.
Sin embargo, a través de este proceso de compostaje humano, o reducción orgánica natural (NOR, por sus siglas en inglés), el cuerpo se descompone de forma natural en la tierra.
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“Con el cambio climático y el aumento del nivel del mar como amenazas muy reales para nuestro medio ambiente, este es un método alternativo de disposición final que no contribuirá con las emisiones a nuestra atmósfera”, dijo García en un comunicado recogido por el diario británico The Guardian.
El proceso consiste en colocar al difunto en una caja de acero de 2,40 metros de largo con materiales biodegradables como astillas de madera o flores. Tras un periodo de 30 a 60 días, el cuerpo se descompone en la tierra que puede ser devuelto a los familiares.
Según ha informado el diario británico, California sería el quinto estado de Estados Unidos en legalizar el compostaje humano, después de Washington, Colorado, Vermont y Oregón.
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Esta práctica se está extendiendo cada vez más en el país norteamericano. Según explicó para The Guardian Micah Truman, fundador y director ejecutivo de Return Home, una funeraria en el área de Seattle que se especializa en compostaje humano, personas de 12 estados han llevado a sus difuntos a su centro.
Según contó, los clientes han utilizado ese compostaje para plantar árboles y flores o han esparcido esa tierra en el océano. Un agricultor incluso pidió que su cuerpo fuera devuelto a la granja en la que pasó su vida.
Adicionalmente, este método funerario es ligeramente más barato —de 5.000 a 7.000 dólares— que otros más tradicionales como el entierro en ataúdes —de media algo más de 7.000 dólares— o la cremación en California —algo más de 6.000 dólares—.
García, que lleva tratando de sacar adelante este proyecto desde hace tres años, ha destacado la necesidad de una mayor acción ambiental como razón para impulsar este método funerario.
“Los incendios forestales, la sequía extrema y el domo de calor que acabamos de experimentar nos recuerdan que el cambio climático es real y perjudicial y que debemos hacer todo lo posible para reducir las emisiones de metano y CO₂”, concluyó.