Puré de patatas contra un cuadro de Monet en Alemania. Sopa de tomate contra otro cuadro de Van Gogh. Es la receta discursiva que están llevando a cabo activistas climáticos en las últimas semanas para trasladar el mensaje de urgencia en la lucha contra el cambio climático. Sobre todo cuando tan solo quedan tres días para que comience la Cumbre del Clima en Egipto.
Las reacciones a estas acciones no violentas –llevadas a cabo por organizaciones como Just Stop Oil– han sido de diversa índole. La propia ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, se pronunciaba hoy en una entrevista con la Agencia EFE sobre estos actos.
"Es obvio que son maneras muy eficaces de llamar la atención", pero "no necesariamente de conseguir más respaldo de esta, porque pone en el centro del ataque elementos y expresiones de convivencia que forman parte del patrimonio común", asegura.
La titular del MITECO confiesa que este tipo de acciones por parte de activistas contra el patrimonio artístico y cultural no le gustan. “Como no me gustó el acto en las puertas del Congreso”, añade. Aquel episodio estuvo organizado por el grupo de Rebelión Científica el pasado mes de abril, cuando varios científicos, ataviados con batas blancas, arrojaron jarabe de remolacha contra las columnas exteriores de la Cámara Baja.
Como en las acciones llevadas a cabo por Just Stop Oil, aquel episodio no causó ningún daño para el patrimonio. No obstante, los implicados defendían estos actos alegando que nadie escucha a la ciencia.
“¿Cómo tiene que hablar la ciencia para explicar que el presente está aquí? Que el presente es hoy, que son decenas de millones de personas las que están muriendo hoy por el cambio climático, que no son cálculos, que no son modelos, que es la realidad”, insistía entonces Fernando Valladares, ecólogo y profesor de investigación del CSIC.
No obstante, para Ribera este tipo de ataques no violentos “no van a generar otra cosa que rechazo”. Como asegura a EFE la ministra, “la preocupación por el clima y la realidad que vivimos es tan tremenda, tan terrible, que necesitamos una generalización del respaldo y no un rechazo por considerar que quien lo está defendiendo hace cosas que no se entienden, no se comprenden y no se comparten".
"Vienen más protestas"
Sin embargo, desde sectores del activismo climático y de la ciencia consideran que, ante la emergencia que vivimos, se hace necesario subir el nivel. Como recordaba Valladares en una entrevista con EL ESPAÑOL, lo que ocurre con este tipo de acciones es que no buscan crear concienciación ni divulgar. “Lo que ayudan es a crear urgencia”, asegura, “y en ese sentido están logrando el objetivo que buscan”. En este caso, en lo que tiene que ver con la crisis climática.
De acuerdo con el experto, estos movimientos llegan a poner de actualidad un tema. No obstante, reconoce que “pueden generar, como lo están haciendo, contestaciones y reacciones de desapego, de descontento y negativas” por parte de la población. Y entre las probabilidades está que pueden llegar a despertar, según Valladares, otro tipo de acciones con un perfil de rebeldía y provocación.
Es más, “estas entidades o agrupaciones radicales pueden aprovechar estos momentos o pueden verse de alguna manera inspirados y contribuir a hacer más radical o a enturbiar el mensaje o las campañas, que es algo que no se busca. Es un discurso difícil de prevenir”.
No obstante, apenas a tres días de que comience la Cumbre del Clima en Egipto (COP27), organizaciones como Just Stop Oil no piensan tirar la toalla. Es más, Margaret Klein, directora ejecutiva de Climate Emergency Fund (uno de los fondos que financia el movimiento), aseguró que “vienen más protestas”.
“Este es un movimiento de rápido crecimiento y las próximas dos semanas serán, espero, el período de acción climática más intenso hasta la fecha, así que abróchense el cinturón”, alertaba en declaraciones a The Guardian.
Mientras tanto, la división de reacciones no solo afecta a este tipo de acciones de activistas, porque también están proliferando las críticas negativas a la celebración de la COP27. Como reconocía la propia Greta Thunberg, esta cumbre vuelve a convertirse en un foro para el greenwashing. Comentaba la activista sueca que “las personas en el poder no necesitan conferencias, tratados o acuerdos para comenzar a tomar medidas climáticas reales. Pueden empezar hoy”.