Los líderes mundiales debaten hoy en la COP27 sobre el límite de emisiones permitidas a los firmantes del Acuerdo de París sobre el clima. El objetivo del negocio con el dióxido de carbono (CO2) no es otro que compensar la contaminación entre países para no superar el límite seguro de calentamiento de la atmósfera de 1,5ºC. El problema es que no salen las cuentas, porque los últimos datos reflejan que este 2022 los niveles están en “niveles récord”.
Es la conclusión a la que ha llegado el último estudio publicado por Global Carbon Project (GCP), un proyecto de investigación científica internacional que aglutina a más de 100 investigadores. Desde 2001, este equipo de expertos trabaja para dar cuenta de las emisiones anuales a nivel mundial y desarrolla una imagen del comercio global del carbono. La de este año arroja un mismo mensaje: no hay señales de una disminución de las emisiones de CO2.
El nuevo informe muestra que está previsto que, para finales de este año, el mundo haya emitido hasta 40.600 millones de toneladas de carbono, un 50% más que en la época preindustrial. Unas cifras que no arrojan buenas noticias, porque, según lo proyectado, el CO2 expulsado a la atmósfera va a ser un 1% mayor en comparación con 2021, cuando se alcanzaron las 36.600 millones, y con los niveles pre Covid de 2019.
Entre las industrias que más están contribuyendo al aumento de estas emisiones está la de los combustibles fósiles, que vuelven a superar los niveles de hace un año. Sobre todo el petróleo, con respecto al que de nuevo se prevé un ligero aumento. Al menos, en lo relativo a las emisiones declaradas.
Un informe reciente de la organización independiente Climate TRACE revelaba que las emisiones reales procedentes de la producción de combustibles fósiles como el gas y el petróleo eran tres veces más altas de las declaradas por los países que están obligados a reportarlas a Naciones Unidas.
El documento viene a demostrar la clara e importante falta de información sobre las fugas de metano, la quema en antorcha (que se realiza para gestionar un tipo de gas natural generado a raíz de la extracción de petróleo) y otro tipo de actividades relacionadas con la industria de los combustibles fósiles.
Por países, los que más están contribuyendo a ese aumento vuelven a ser Estados Unidos e India, con un 1,5% y 6%, respectivamente. La sorpresa de este año es China, que muestra una ligera disminución de un 0,9% de sus emisiones este año. También los países de la UE, que en su conjunto han emitido un 0,8% menos.
Lo llamativo es que aunque parezcan aumentos mínimos, si se comparan con los que muestra el resto del mundo, las cifras dan una idea de la responsabilidad de los países más avanzados en la urgencia climática. Como reflejan los datos del GCP, las emisiones procedentes de estados más allá de los de la UE, China, Estados Unidos e India aumentaron solo un 1,7%.
Es precisamente esto lo que se está denunciando en la Cumbre del Clima: cómo los más contaminantes van a financiar los daños y pérdidas causados por el cambio climático que están provocando y que atacan especialmente a las poblaciones más vulnerables y que menos culpa guardan en esta crisis.
Un ritmo de reducción 'pandémico'
Ante estos datos que expone hoy el GCP, solo queda tomar acción, porque sin una reducción de las emisiones, no se podrá limitar el calentamiento del planeta a los 1,5ºC que se acordaron como seguros para nuestra supervivencia. De hecho, si los niveles actuales persisten, hay un 50% de posibilidades de que superemos ese límite en solo nueve años.
Por este motivo, el grupo de expertos que participa en el informe propone que si se quiere alcanzar el objetivo de cero emisiones para el año 2050, habría que reducir unas 1.400 millones de toneladas cada año. Para entender estas cifras, una caída de esa magnitud equivaldría a la experimentada en 2020 como resultado de las restricciones por la pandemia de la Covid-19.
"Este año vemos otro aumento en las emisiones globales de CO2 fósil, cuando necesitamos una disminución rápida", insiste Pierre Friedlingstein, director del estudio e investigador del Instituto de Sistemas Globales de Exeter.
Es cierto que no todo son malas noticias. Un aspecto positivo es que, dentro del negocio de carbono, el presupuesto de este año muestra que la tasa a largo plazo del aumento de emisiones se ha desacelerado. Si en la década de los 2000 el promedio aumentó en torno a un 3% anual, en esta década ha sido de un 0,5%. No obstante, el equipo que ha analizado estos datos sigue insistiendo en que estas cifras están aún “lejos de la reducción que necesitamos”.
“Hay algunas señales positivas, pero los líderes que se reúnan en la COP27 tendrán que tomar medidas significativas si queremos tener alguna posibilidad de limitar el calentamiento global a cerca de 1,5 °C”, recuerda Friedlingstein. Añade que “el presupuesto global de carbono monitorea el progreso en la acción climática y en este momento no estamos viendo la acción requerida”.
En este sentido, la profesora Corinne Le Quéré, investigadora de la Royal Society de la Facultad de Ciencias Ambientales de la UEA, aseguró que los nuevos hallazgos “revelan turbulencias en los patrones de emisiones este año como resultado de la pandemia y las crisis energéticas mundiales”.
La experta reconoce que “estamos en un punto de inflexión”, por lo que no se debe permitir que los eventos mundiales distraigan de la necesidad “urgente y sostenida” de reducción de emisiones para la estabilización del clima global y los riesgos que comporta.
El informe recuerda cómo la deforestación y los cambios en el uso de la tierra tiene un impacto importante en lo relativo a emisiones de CO2. De hecho, solo Indonesia, Brasil y la República Democrática del Congo aportan el 58% de las emisiones globales por cambios en el uso de la tierra.
"Si los gobiernos responden acelerando las inversiones en energía limpia y plantando, no cortando árboles, las emisiones globales podrían comenzar a caer rápidamente”, comenta Le Quéré.
Dónde nos deja la fiebre del gas
Durante la COP27 hay otro aspecto que se ha abordado y es la necesidad apremiante que está surgiendo ahora por asegurar el suministro de gas natural a raíz de la guerra de Ucrania. Según declaraciones de la plataforma científica Climate Action Tracker recogidas por Efe, esto compromete “seriamente” lograr el límite de calentamiento del Acuerdo de París.
De hecho, en un informe reciente publicado por esta organización cuentan cómo la creación de mayor capacidad de gas natural licuado y los planes relacionados con su expansión podrían hacer que se superasen las emisiones previstas para cumplir con la agenda del clima en 2030.
Según el documento, para ese año, la oferta de GNL podrían multiplicar por cinco las importaciones de gas ruso de la UE de 2021 y superior a todas las exportaciones gasistas de Rusia."Esta reacción a la crisis energética es un exceso que debe reducirse", señalan los científicos.
Desde la organización recuerdan, además, que desde la última COP de Glasgow no se han producido mejoras sustanciales en los compromisos de reducción existentes. Añaden que “necesitamos objetivos más sólidos para 2030 y políticas para que estos compromisos sean creíbles y ofrezcan realmente un motivo de optimismo".