La revista científica Science publicaba hace una semana cómo una de las mayores petroleras de Estados Unidos, ExxonMobile, conocía los datos precisos de calentamiento global desde al menos 1970 y, a pesar de ello, lo negó reiteradamente. Incluso, promovió campañas de desinformación para mantener sus beneficios.
Ahora, otro estudio publicado por la Red de Acción Climática Contra la Desinformación (CAAD) revela lo que se gastó la industria fósil en la última Cumbre del Clima (la COP27) en Sharm el Sheij (Egipto) para diluir el impacto real del cambio climático: un total de cuatro millones de dólares.
Como recoge Efe, la "desinformación climática" a la que se refiere el estudio hace referencia a la difusión de contenidos que rebajan la gravedad del cambio climático y sus consecuencias o que niegan directamente el fenómeno. En esta definición también abarcan aquellas que presentan como positivos los esfuerzos para detener el calentamiento y contradicen el consenso científico sobre lo necesario para frenar el aumento de la temperatura global.
[Exxon, una de las mayores petroleras de EEUU, sabía cuánto se iba a calentar el planeta desde 1970]
Para ello, organizaciones como ACT Climate Labs, CASM Technology, Climate Nexus, Code for Africa, Greenpeace o la Universidad de Exeter, entre otras, han analizado las campañas sufragadas en Facebook e Instagram que alentaron discursos "engañosos o tendenciosos" durante el encuentro internacional.
Desde el 1 de septiembre hasta el 23 de noviembre del pasado año, se encontraron un total de 3.781 anuncios. La compañía con más mensajes que "retrasan" la acción climática en las redes pertenecientes a Meta resultó ser el grupo Energy Citizens, asociado al Instituto Americano de Petróleo.
Según lo recopilado por Efe, el "manual narrativo" de la desinformación, a juzgar por las publicaciones evaluadas, consistió en "explotar la crisis del coste de vida y eludir las preocupaciones sobre los gases de efecto invernadero", sembrar dudas sobre la fiabilidad de las tecnologías limpias y defender el uso de combustibles fósiles como energías "necesarias y fiables", entre otras técnicas destacadas.
Erika Seiber, portavoz de desinformación climática de Amigos de la Tierra en Estados Unidos, asegura en un comunicado que "la desinformación climática (...) está empeorando". Además, señala que "durante la COP, el motor de búsqueda de Twitter puso #ClimateScam entre los primeros resultados sin ninguna justificación de los datos que lo respaldaban".
Esto, apunta la experta, lleva el foco de atención a la responsabilidad que tienen las propias redes sociales y las empresas de publicidad. "Hasta que hasta que las empresas no responsabilicen a los desinformadores profesionales, las conversaciones cruciales sobre la crisis climática van a estar en peligro", asegura Seiber. "Para empezar, Twitter debería ofrecer una explicación de cómo surgió esta inexcusable tendencia al negacionismo climático".
Como recoge Efe, el grupo de expertos en cambio climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) advierte en su último informe de que la "propagación de información científicamente engañosa por parte de contramovimientos organizados ha alimentado la polarización, con implicaciones negativas para la política climática".
Un magnate del petróleo en la COP28
La desinformación no es el único problema que orbita en torno a la emergencia climática. También las presiones del lobby petrolero y gasístico que, como informó hace unos días el diario británico The Guardian, ha llegado hasta la mismísima presidencia de la próxima cumbre del clima, la COP28.
El encuentro anual tendrá lugar en Emirátos Árabes Unidos y al frente estará el ministro de Industria del país del golfo, Sultan Al Jaber, también presidente de la Abu Dhabi National Oil Company (Adnoc). Esta es una de las mayores productoras de petróleo a nivel mundial.
Esta COP28, que pretendía ser la aceleradora de la acción por el clima, puede llegar a complicarse. Como contamos en EL ESPAÑOL, Al Jaber tiene todas las papeletas para presidir un encuentro que se centrará en hacer un "inventario global" que determine la situación y el progreso real de la acción climática y de los objetivos marcados en la cumbre de París de 2015.