"Necesitamos ayuda, necesitamos que la comunidad internacional nos ayude, no damos abasto". Con este mensaje, uno de los voluntarios sirios del grupo de rescate civil The White Helmets, más conocidos como los 'Cascos Blancos', pedía auxilio a través de Twitter pocas horas después de que un terremoto de magnitud 7,7 asolara Turquía y el noroeste de Siria.
Más de 800 son los muertos ya contabilizados en el país árabe, que se suman a los 1.500 que había al escribirse estas líneas en Turquía. La provincia noroccidental de Idlib, el último bastión de la resistencia siria, y partes de Alepo son las zonas más cercanas al epicentro de la catástrofe y las más afectadas del país. Ambas, además, se encuentran fuera del control directo de Damasco. Los fallecidos, sin embargo, se acumulan también en zonas controladas por Bashar al-Assad.
En un país que lleva casi 12 años en guerra, este terremoto supone un estacazo más. Esta catástrofe viene, según las oenegés sobre el terreno, a empeorar las condiciones de vida en una región destrozada por la guerra. Y es que la mayor parte de los afectados son personas desplazadas internamente que sobreviven entre pobreza y dependen de la ayuda internacional para sobrevivir.
[La destrucción causada por el terremoto en Turquía y Siria, en imágenes]
4,5 millones de personas 'atrapadas'
"En medio de un duro invierno, niños, niñas y familias ya muy vulnerables se han visto ahora sacudidos por este devastador terremoto, que probablemente afectará a miles de personas en el norte de Siria y el sur de Turquía", explica desolado Johan Mooij, director de Respuesta a la Crisis en Siria de World Vision.
4,5 millones de personas viven en Siria amenazados por el 'fuego enemigo'. Atrapadas entre los grupos armados que controlan la zona y los ataques aéreos de Al-Assad y su aliado, Vladímir Putin, están acostumbradas a que los edificios se derrumben sobre sus cabezas. Ante el terremoto, en cambio, se encuentran sin margen de maniobra.
“Mientras dormíamos, la casa empezó a temblar e inmediatamente corrí hacia mis hijos. No sabía a cuál coger, no podía alcanzar la puerta, la distancia era muy grande, y un minuto de tiempo fue como años de impotencia y miedo, y el miedo continúa con las réplicas", explica un miembro del personal de World Vision en el norte de Siria. Y añade: "La mayoría de la gente está en la calle, bajo la nieve y la lluvia, con muchos edificios destruidos, muchas víctimas y muchas personas aún atrapadas bajo los escombros".
El problema está en que los esporádicos bombardeos y ataques de las fuerzas de Damasco, apoyadas por Rusia, han conseguido que al menos 1,7 millones de personas vivan en edificios precarios. Son esas estructuras las que, ahora, con el terremoto han colapsado por completo sobre aquellas personas que las habitan.
Otro miembro del equipo de la oenegé World Vision sobre el terreno lo describe a la perfección: "Vivimos en un estado de pánico, tanto nuestras familias como todo el mundo a nuestro alrededor".
Por su parte, el Consejo Noruego para los Refugiados asegura en un comunicado oficial que el terremoto supondrá un nuevo aluvión de personas desplazadas en un país en el que "millones ya se han visto obligados a huir de la guerra hacia otras zonas de la región". Por eso, insiste, "es imperativo que los sirios no sean abandonados a su suerte". Especialmente ahora que "el invierno aprieta" y la región se encuentra en "una crisis del coste de vida sin precedentes".
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Sin capacidad de respuesta
"Estamos acostumbrados a cavar entre los escombros para encontrar a la gente, pero esto es diferente", confiesa a The Guardian Ismail Alabdullah, un voluntario de 36 años de los Cascos Blancos en la localidad siria de Sarmada. El joven asegura que mucha gente "morirá" por la falta de recursos: "No tenemos el equipamiento necesario para ayudarles a todos; no queda nada, nada en absoluto".
El problema al que se enfrentan ahora los sirios es, como alertan los Cascos Blancos en sus redes sociales, la incapacidad de la zona afectada –fuera del control de Damasco– para hacer frente a las labores de rescate. En declaraciones de Mey al-Sayegh, portavoz de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, a Al Jazeera, "sus máquinas son muy antiguas y no disponen de suficientes excavadoras para ayudar".
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Este terremoto, explica a la cadena árabe Tanya Evans, directora del Comité Internacional de Rescate en Siria, no hará más que "aumentar la gravedad y la cantidad" de la ayuda que se necesitará sobre el terreno en los próximos días y semanas.
Según Osama Salloum, médico en el hospital de Bab al-Hawa, cerca de la frontera turca, en declaraciones a The Guardian, Siria se enfrenta a "una catástrofe de una escala que no se ha visto hasta ahora". El doctor confiesa estar tan asustado como cuando hay ataques aéreos.