El Mar de Aral, entre Kazajistán y Uzbekistán, lleva años convertido en un desierto. El que antaño fue el cuarto lago más grande del mundo, hoy tan solo es una superficie en la que el agua brilla por su ausencia. El caudal de los dos ríos que lo alimentaban se desvió para nutrir los millones de hectáreas de regadío que crecían a su alrededor a partir de los años 60. Era el inicio de un desastre medioambiental que ha terminado por matar de sed al ecosistema.
El declive de este mar es solo la punta del iceberg de la debacle en la que se están viendo envueltas las masas de agua del planeta y, en concreto, los lagos. Más de la mitad de los más grandes del mundo se están secando. Así lo demuestra ahora la primera gran revisión publicada en Science sobre el estado actual de estas reservas de agua dulce. Un campo con grandes vacíos de información y bastante desconocido hasta ahora.
"Tenemos información bastante buena sobre lagos icónicos como el Mar Caspio, el Mar de Aral y el Mar de Salton, pero si quieres contarlo a escala global, necesitas estimaciones confiables de los niveles y el volumen del lago", asegura Balaji Rajagopalan, coautor del trabajo y miembro del Cooperative Institute for Research in Environmental Sciences (CIRES) de la Universidad de Colorado.
El equipo que ha publicado la investigación creó una técnica para medir los cambios en los niveles de agua en un total de 250.000 imágenes satelitales –tomadas entre 1992 y 2020– de los 1.972 lagos más grandes a nivel mundial. Las conclusiones fueron sorprendentes. Comprobaron que hasta un 53% de ellos habían perdido agua a un ritmo de unas 22 gigatoneladas por año. Los autores del estudio equiparan esta pérdida con la del lago Meads, la reserva de agua más grande de los Estados Unidos.
Detrás de esta ruina de los ecosistemas en todo el mundo se encuentran dos claros culpables: el cambio climático y el consumo humano de agua descontrolado. Así lo concluye el equipo de científicos que ha elaborado esta investigación.
Como explica Fangfang Yao, autor principal del estudio y miembro CIRES, tanto el calentamiento global como el despilfarro de agua dominaron la disminución neta global del volumen de los lagos naturales y las pérdidas de agua en, al menos, unos 100 lagos grandes. De hecho, este trabajo publicado ahora en Science ha revelado casos desconocidos hasta ahora.
“Muchas de las huellas humanas y del cambio climático en las pérdidas de agua de los lagos se desconocían anteriormente, como la desecación del lago Good-e-Zareh, en Afganistán, y el lago Mar Chiquita, en Argentina”, subraya el investigador. Sin embargo, recuerda que “con este método novedoso se puede proporcionar información sobre los cambios en el nivel del lago global con una perspectiva más amplia".
De esta forma, al conocer las causas detrás de la debacle de estas masas de agua, se puede brindar a los administradores del agua y a las regiones información sobre cómo proteger mejor las fuentes críticas de este recurso y los ecosistemas clave a nivel mundial.
Los embalses también se secan
Tanto Yao como sus colegas de la Universidad de Colorado Boulder, la Universidad Estatal de Kansas, Francia, y Arabia Saudita evaluaron también las tendencias de almacenamiento en los embalses. Descubrieron que casi dos tercios de las grandes reservas hídricas de la Tierra experimentaron pérdidas significativas de agua.
En este caso, más allá del cambio climático, la evapotranspiración y el consumo humano de agua, en el caso particular de los embalses, los autores señalan a un culpable principal: la sedimentación.
Según Ben Livneh, coautor del estudio, además de miembro de CIRES y profesor asociado de ingeniería en CU Boulder, "la sedimentación dominó la disminución del almacenamiento global en los embalses existentes". Como apunta, en embalses establecidos desde hace mucho tiempo, los que se llenaron antes de 1992, la sedimentación fue más importante que las sequías y los años de fuertes lluvias.
En el mapa interactivo que han creado desde CIRES, se puede observar cómo en España las únicas masas de agua analizadas –entre lagos y reservas– que se están secando son embalses. Concretamente, son ocho: el de Yesa, en Zaragoza, ahora al 50%; el de Mequinenza, también en Zaragoza, al 48,5%; el de Buendía, entre Cuenca y Guadalajara, al 23,2%; el de Almendra, en Salamanca, al 56%; el de Alcántara, en Cáceres, al 77%; el de Valdecañas, en Cáceres, al 59,2%; el de Puente Nuevo, en Córdoba, al 12,1%; y el de Iznájar, en Córdoba, al 19,13%.
Este análisis solo incluye las grandes reservas de agua, pero en países como el nuestro hay otros embalses que han sufrido un declive constante en nuestro país. Si se observan los datos semanales que comparte cada año el Ministerio para la Transición Ecológica, la realidad es que lo acumulado no llega a alcanzar el promedio de la última década. Y, menos aún, en años como el actual, con una fuerte sequía que dura ya dos años y que mantiene los embalses, en plena primavera, al 48%.
Unos se secan, otros crecen
Esa disponibilidad cada vez menor de agua es preocupante. En lo que se refiere a los lagos y embalses, ya que, aunque cubren aproximadamente el 3% de la superficie terrestre mundial, almacenan el 87% del agua del planeta. Esto les convierte en un recurso muy valioso para los ecosistemas humanos y terrestres.
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Los autores estiman que aproximadamente una cuarta parte de la población mundial, unos 2.000 millones de personas, reside en la cuenca de un lago seco. Esto quiere decir que existe una necesidad urgente de incorporar el consumo humano, el cambio climático y los impactos de la sedimentación en la gestión sostenible de los recursos hídricos.
Hay razones de más para tratar de mitigar este descenso acuciante de las masas de agua del mundo. Y es que muchas, de hecho, son evitables. Un ejemplo claro de ello está en el lago Sevan, en Armenia. En este ecosistema se ha observado un aumento de agua en los últimos 20 años, vinculado, según los autores, a la aplicación de leyes de conservación sobre la extracción de agua desde principios de la década del 2000.
Y el lago Sevan no es el único. Según la investigación, si bien la mayoría de los lagos del mundo se están reduciendo, el 24% experimentó aumentos significativos en el almacenamiento de agua. Estos lagos en crecimiento tienden a estar en áreas despobladas en el interior de la meseta tibetana y las grandes llanuras del norte de América del Norte y en áreas con nuevos embalses, como las cuencas de los ríos Yangtze, Mekong y Nilo.
Como apunta Livneh, "si el consumo humano es un factor importante en la disminución del almacenamiento de agua del lago, entonces podemos adaptarnos y explorar nuevas políticas para reducir estas disminuciones a gran escala”.