"El calor espantoso está teniendo efectos espantosos". "El futuro no está escrito". "Reforma o ruptura". Estas son algunas de las frases más ilustrativas que se están escuchando esta semana en la 78ª sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas, que ha dedicado varios de sus días a debatir sobre el futuro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las ambiciones climáticas de los países miembro.
Todas las palabras que encabezan este artículo han sido, además, pronunciadas por la misma persona: el secretario general de la ONU, António Guterres. Fue él el que, este martes, pedía a los Estados que conforman las Naciones Unidas que den un paso adelante para "repensar el multilateralismo del siglo XXI". Porque si no, aseguró, estamos perdidos.
Este 2023, indicó Guterres, nos encontramos en un punto de inflexión, pues "la raison d'être de la ONU está siendo vapuleada", pues el mundo "está desquiciado" y vivimos en una era de "máximo peligro y mínimo acuerdo". Y su informe anual del trabajo de la organización deja claro que el multilateralismo necesita una reforma urgente. "No hay alternativa, es o la reforma o la ruptura", dijo.
Y esta última, enfatizó, no debería estar sobre la mesa. "La ONU llega a donde nadie más puede o quiere llegar", insistió, y lo ejemplificó con el "exitoso esfuerzo llevado a cabo para prevenir una catástrofe medioambiental en el mar Rojo", cuando un barco que llevaba un millón de barriles de petróleo encalló en la costa de Yemen este verano.
El "infierno" climático
Sin embargo, los esfuerzos no siempre llegan a buen puerto. Y es que, alertó Guterres, "la humanidad ha abierto las puertas del infierno". Así lo dijo el miércoles en la primera minicumbre sobre las ambiciones climáticas de los Estados miembro de la ONU. En su intervención continuó la metáfora que inició el pasado año en la COP27 de Egipto y en la que hablaba de cómo nos estábamos "acercando al infierno climático".
Al menos, dijo, los eventos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes, y los desplazados que provocan dejan claro que la situación mundial está lejos de ser prometedora. Por eso, insistió, es necesario "centrarnos en las soluciones climáticas".
Porque ahora, lamentó el secretario general, sí que nos quedamos sin tiempo. Pero, indicó, "el futuro no está escrito" y aún podemos cambiar nuestro sino. Para ello, insistió, es necesaria "una coalición global de políticos, empresarios y sociedad civil que actúe y se mueva".
Guterres también quiso recordar que la humanidad se enfrenta a un incremento de la temperatura de 2,8 °C, lo que solo provocará "más peligros e inestabilidad". Aunque, admitió, cumplir con los Acuerdos de París aún es factible: "Aún podemos construir un mundo con aire limpio, trabajos verdes y energía asequible y renovable para todos".
Los ODS, en el punto de mira
Ante tal situación, los países más pobres, aseguró Guterres, están enfadados "y con razón". Así lo demostraron, además, esta semana durante las charlas sobre el estado de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por ejemplo, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, puso el foco en "el alarmante frenazo que ha dado la implementación de los ODS".
"Los países en desarrollo están ahogados por una crisis de la deuda que incluye los altísimos costes de los préstamos. Esto solo provoca que las desigualdades crezcan y que el progreso colectivo de los ODS se estanque", aseguró ante la Asamblea General este miércoles.
La mayoría de los países en vías de desarrollo tienen problemas de deuda; en concreto, uno de cada tres Estados está al borde de sufrir una crisis financiera, según la ONU. Son estos países los que se encuentran entre la espada y la pared a la hora de financiar las transiciones necesarias para cumplir con la Agenda 2030.
"Los intereses de los préstamos para los países en desarrollo son ocho veces más altos que los de los países desarrollados", alertó Guterres. Esto, zanjó, es "una deuda trampa".
Para mitigar la situación y acelerar los ODS, Guterres propuso aumentar "sustancialmente" la financiación de la Agenda 2030 con un "estímulo" de, al menos, 500.000 millones de dólares anuales.
El camino de la paz
Guterres también quiso poner el foco en "el flagelo de la guerra" y hacer un llamamiento por la paz. Algo a lo que también apeló el presidente ucraniano Volodímir Zelenski este miércoles. O Rosemary DiCarlo, la directora de asuntos políticos de la ONU.
Fue DiCarlo la que puso sobre la mesa otros conflictos distintos al de Ucrania, como el que se vive en Sudán. Martin Griffiths, subsecretario general de asuntos humanitarios y coordinador de asistencia en emergencias de la ONU, también quiso remarcar que hay muchos lugares que "necesitan ayuda hoy, la necesitaban ayer y la seguirán necesitando mañana".
El presidente Kagame también quiso alzar la voz por la paz y recordó que "no hay señales de que los conflictos actuales vayan a acabar en un futuro cercano". Y añadió: "Se está dejando a personas inocentes a la deriva en un estado de inestabilidad global, y es algo profundamente injusto".
Para la ONU, esta semana destinada a debatir sobre salud humana y planetaria, el estado de la paz y del multilateralismo global, es "clave". Se presenta, explican en un comunicado, como un "hito en el camino hacia el cumplimiento de la Agenda 2030" y el "urgente empujón" que necesitan los 17 ODS después de que la pandemia de la Covid los pusiese en pausa en muchos lugares del mundo.