"El principal factor de deterioro de la situación [de los anfibios] está pasando de las enfermedades a la amenaza emergente del cambio climático". Esta es la conclusión principal que arroja el estudio Ongoing declines for the world’s amphibians in the face of emerging threats, que publica hoy la revista científica Nature.
Esta investigación, en la que han participado más de 1.000 expertos, documenta a partir de la segunda evaluación mundial de anfibios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que dos de cada cinco anfibios están en peligro de extinción.
El inventario más actualizado de especies de anfibios de la UICN, finalizado en junio de 2022, reevalúa las especies de la primera evaluación de 2004 y aumenta el número de especies incluidas. Se analizó el riesgo de extinción de más de 8.000 especies de anfibios en todo el mundo, y se incluyeron por primera vez en este recuento a 2.286 especies.
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El impacto del cambio climático, según los investigadores, es la principal amenaza para el 29% de estas especies. Este acuciante problema global está modificando los hábitats de los anfibios, influyendo en su capacidad para adaptarse, reconoce el estudio. Esto es especialmente preocupante porque a menudo incide en otras amenazas, como el cambio de uso del suelo, los incendios o las enfermedades.
Sin tomar en cuenta su gravedad, la actividad humana con mayor incidencia continúa siendo la agricultura. Hay determinadas actividades agrícolas que afectan a buena parte de las especies evaluadas: los cultivos (77% de las especies afectadas), la tala de árboles y plantas (53%) y el desarrollo de infraestructuras (40%). A esta lista de factores negativos que destruyen y degradan el hábitat de estas especies se suman la contaminación y la minería (producción de energía).
Estos factores, combinados con las enfermedades, reconoce el documento, provocaron el 91% de los deterioros de la situación de las especies catalogada entre 1980 y 2004.
"Cautivos del clima"
"Los anfibios se están convirtiendo en cautivos del clima", advierte Jennifer Luedtke Swandby, una de las autoras principales, directora de asociaciones de especies de Re:wild y coordinadora de la Autoridad de la Lista Roja del Grupo de Especialistas en Anfibios de la CSE de la UICN. Las ranas, salamandras y cecilias son "incapaces de desplazarse muy lejos para escapar del aumento inducido por el cambio climático de la frecuencia e intensidad del calor extremo, los incendios forestales, la sequía y los huracanes".
Estas circunstancias incluso están incidiendo en la penetración de enfermedades. La causada por el hongo quítrido, Batrachochytrium dendrobatidis, ha diezmado las poblaciones anfibias en América Latina, Australia y Estados Unidos. “La mayor frecuencia de sequías severas y tormentas tropicales que provoca el cambio climático, aumenta significativamente la vulnerabilidad de los anfibios ante el hongo quítrido”, explica Patricia A. Burrowes, investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y una de las autoras del estudio.
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"Están desapareciendo más rápido de lo que podemos estudiarlos, pero la lista de razones para protegerlos es larga e incluye su papel en la medicina, el control de plagas, su capacidad para alertarnos sobre las condiciones ambientales, así como mejorar la salud de los ecosistemas y hacer del planeta un lugar más hermoso", explica Kelsey Neam, coordinadora de prioridades y métricas de especies de Re:wild y una de las autoras principales del artículo.
Más de 300 especies al borde de la extinción
Según la investigación, casi el 41% de todas las especies de anfibios que han sido evaluadas están actualmente amenazadas a nivel mundial, consideradas en peligro crítico, en peligro o vulnerables. Esta cifra las convierte en el grupo de animales vertebrados más amenazado, superando a los mamíferos (26,5%), reptiles (21,4%) y aves (12,9%). Además, entre 2004 y 2022, más de 300 especies de esta familia están cerca de la extinción.
La lista de animales extintos se alarga. En la actualización del inventario de especies del UICN se ha documentado la aniquilación de cuatro especies de anfibios desde 2004: el sapo de Chiriquí (Atelopus chiriquiensis) de Costa Rica, la rana diurna de hocico afilado (Taudactylus acutirostris) de Australia, Craugastor myllomyllon y la salamandra de Jalpa (Pseudoeurycea exspectata), ambas de Guatemala.
Y se alerta de otras 27 especies en peligro que posiblemente estén extintas. Esto eleva el número de los anfibios en peligro crítico a más de 160 especies. "La segunda evaluación mundial de anfibios confirma nuestras sospechas de que el declive y la extinción de anfibios a nivel mundial han continuado sin cesar", destaca Ariadne Angulo, coautora del artículo y copresidenta del Grupo de Especialistas en Anfibios de la CSE de la UICN. Y reitera: "Lo que está en juego es extraordinariamente importante".
No obstante, el balance no es solamente negativo. La evaluación de este equipo de expertos también constató que 120 especies mejoraron su situación en la Lista Roja desde 1980. Y, es más, 63 especies —más de la mitad de este grupo— aumentaron sus poblaciones gracias a las acciones de conservación, protección y gestión de hábitats.
Las salamandras se desvanecen
Dentro del grupo de anfibios, las salamandras son las que están más cerca de la extinción. Tres de cada cinco especies de salamandras podrían desaparecer debido a la destrucción de su hábitat y el cambio climático. Y además, una enfermedad está causando estragos en las comunidades de salamandras. El patógeno Batrachochytrium salamandrivorans (Bsal), otra especie de hongo quítrido, ya afecta a las salamandras en Asia y Europa.
Y, en Estados Unidos, los expertos están pendiente de que no se extienda allí, ya que la región alberga las comunidades de salamandras más biodiversas del mundo, incluido un grupo de salamandras sin pulmones muy abundantes en los montes Apalaches del este de Estados Unidos.
"El Bsal aún no se ha encontrado en Estados Unidos, pero, dado que tanto el ser humano como otros animales pueden favorecer su dispersión, quizás es sólo cuestión de tiempo que llegue una segunda oleada de esta enfermedad letal para las salamandras” expone Dede Olson, ecóloga investigadora del Servicio Forestal del USDA y miembro de la UICN.
Y hace un llamamiento a "seguir aplicando medidas de conservación proactivas para prevenir la propagación del Bsal en Estados Unidos, incluyendo prácticas eficaces de bioseguridad para anfibios silvestres y cautivos, así como medidas rápidas de detección y respuesta".
"El rápido aumento del impacto del cambio climático, unido a la degradación de los hábitats y a las amenazas relacionadas con las enfermedades, exige una respuesta unificada por parte de investigadores, conservacionistas y responsables políticos de todo el mundo", reclama Gina Della Togna, directora ejecutiva de la Amphibian Survival Alliance y miembro del Grupo de Especialistas en Anfibios de la CSE de la UICN.
Y, destaca la necesidad de poner las pruebas científicas en el centro. "Es a través de asociaciones y esfuerzos globales coordinados como podemos mitigar estas amenazas y marcar una diferencia sustancial a la hora de asegurar el futuro de los anfibios, y, en última instancia, el nuestro", añade.
El documento arroja luz sobre el estado de las especies de anfibios en el mundo y puede ayudar, tal como indica el MNCN-CSIC, a elaborar un plan de acción de conservación, priorizar las acciones de conservación mundiales, buscar recursos adicionales e influir en las políticas que puedan ayudar a invertir la tendencia negativa para los anfibios.