Quedan poco menos de 120 horas para que los 196 Estados participantes en la 28ª Conferencia de las Partes (COP28) de Naciones Unidas sobre cambio climático lleguen a un acuerdo. O no. Porque una cumbre del clima no necesariamente tiene que acabar de manera satisfactoria. Como tampoco tiene que acabar a tiempo.
Aunque ese es, precisamente, el objetivo del presidente de la COP celebrada en Dubái, Sultan Al-Jaber. En declaraciones a medios, ha asegurado que quiere que, “como muy tarde”, las negociaciones se den por terminadas a las 11 de la mañana del día 12 de diciembre.
Su comentario ha provocado múltiples arqueos de cejas. Y es que cualquiera que haya seguido de cerca las cumbres del clima del pasado —aunque solo hayan sido las últimas— habrán llegado a la conclusión de que rara vez terminan cuando sus organizadores pretenden. Según el Carbon Brief, la última que tuvo un acuerdo en el mismo día que estaba planeado fue la COP10, celebrada en Buenos Aires en 2004.
El reto es mayúsculo, especialmente en una cumbre en la que se vuelve a debatir entre si hablar de reducción o eliminación progresiva de los combustibles fósiles en el acuerdo final. La que fue la máxima representante de la ONU sobre cambio climático durante el histórico acuerdo de París en 2015, Christiana Figueres, ha dejado clara su postura en declaraciones a The Guardian.
“Si queremos que esta COP sea la del progreso, necesitamos hablar de eliminación de los combustibles fósiles”, ha dicho. Solo así, ha insistido al medio británico, se “enviará un mensaje político que tendrá ramificaciones en aquellas empresas que tienen que decidir donde van a invertir”.
Por el momento, todos los borradores compartidos con los medios hasta ahora sobre el balance mundial (Global Stocktake, o GST, en inglés) siguen siendo el campo de batalla de los combustibles fósiles. Hoy, con el anuncio de los pares ministeriales (un país del norte global y otro del sur se encargan de llevar la voz cantante en cada segmento de negociación) y las primeras reuniones del día, podría empezar a cambiar la narrativa.
Además, Al-Jaber ha asegurado a los delegados que “quiere ver a las partes salir de su zona de confort”. Eso es, ha dicho, lo que necesitarán los equipos negociadores de los países para llegar a acuerdos sobre los tres textos que están, por el momento, sobre la mesa.
Por un lado, se encuentra el ya mencionado GST, que marcará el rumbo a seguir (y las expectativas, ya sean altas o bajas) de los próximos planes climáticos nacionales. Estos, además, tendrán que estar listos en 2025 a más tardar. Para ellos serán vitales la mitigación, la adaptación y el apoyo financiero a las pérdidas y daños.
Por otro lado, el Programa de Trabajo sobre Mitigación (MWP, por sus siglas en inglés) marcará el rumbo de las energías renovables y las inversiones en estas hasta 2030. Por último, el Objetivo Global sobre Adaptación (GGA, por sus siglas en inglés) debería proporcionar una hoja de ruta para las inversiones en adaptación al cambio climático más allá del final de esta década.