“Me aplicaron descargas eléctricas. Estaba embarazada. [El interrogador] lo sabía y me dijo: 'Voy a hacer que abortes'. Y así fue”. Este es el testimonio recogido por Amnistía Internacional de una de las mujeres detenidas por las fuerzas del gobierno autónomo sirio. Este lunes ha publicado un informe demoledor en el que acusa a las autoridades de facto al noreste de Siria, y a su principal aliado, el gobierno estadounidense, de pasar por alto las condiciones infrahumanas en las que viven las personas privadas de libertad en sus instalaciones.
La organización de defensa de los DDHH incluye los testimonios de 314 víctimas de abusos —acusadas presuntamente de tener vínculos terrorista— en centros y campos de detención en un documento que denuncia la situación de las 56.000 personas detenidas. "En los centros de detención gestionados por las Fuerzas de Autodefensa y las fuerzas de seguridad afiliadas se detiene de forma arbitraria e indefinida a hombres, mujeres y niños, que desaparecen forzosamente", recoge el documento.
Brutalidad implacable, maltrato físico rutinario —fuertes palizas, posturas de tensión, descargas eléctricas y violencia de género—, humillación y privación de alimentos, agua, atención médica y otras necesidades básicas. Estas son algunas de las condiciones que sufren las personas detenidas por las fuerzas del gobierno autónomo sirio. “El gobierno autónomo ha incurrido en los crímenes de guerra de tortura y trato cruel, y probablemente en el crimen de guerra de asesinato”, ha afirmado Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
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Entre las personas recluidas en el sistema de detención hay víctimas del ISIS y entre las personas detenidas se contabilizan decenas de yazidíes; muchas mujeres y niñas detenidas son víctimas de matrimonios forzados y buena parte de los varones son menores y jóvenes presuntamente manipulados y reclutados por el Estado Islámico.
Uno de los hombres entrevistados por Amnistía Internacional declaró haber sido objeto de violencia sexual durante un interrogatorio. "(…) dijo que su interrogador le preguntó si tenía hijos y, cuando dijo que tenía uno, el interrogador respondió: "con uno basta", y le golpeó con fuerza en el pene", señalan desde la entidad. Los funcionarios de prisión, tal como han confesado los apresados a los que ha tenido acceso AI, obtenían "confesiones" haciendo uso desmedido de la violencia.
"El sistema de detención se compone de 27 centros de detención o prisiones y dos campos de detención. En todos los centros de detención y en los campos hay hombres, mujeres y niños. Pero los hombres y los niños tienden a estar recluidos en los centros de detención. Las mujeres y los niños suelen estar recluidos en los campos de detención", ha explicado Nicolette Waldman, abogada e investigadora de derechos humanos.
Además, añade que "la gran mayoría de las personas llevan ya más de cinco años recluidas en este sistema de detención. Están entrando en su sexto año de detención arbitraria". Los investigadores descubrieron que "(…) cuando los niños alcanzan cierta edad en los campos, 11 o 12 años, son separados a la fuerza de sus madres. Se trata de niños extranjeros. Y, después de eso, en muchos casos son llevados a centros de detención para adultos" donde son tratados indistintamente.
30.000 niños detenidos
"Hay una crisis de derechos humanos en el noreste de Siria cinco años después de la derrota territorial de ISIS, hemos descubierto que las personas en el sistema y hay cerca de 27 centros de detención y dos campos de detención y decenas de miles de personas atrapadas en el sistema", ha explicado Waldman. Este sistema de detención, tal como se menciona en el informe, "no solo viola los derechos de las personas encarceladas en él, sino que tampoco proporciona justicia, verdad y reparación a las víctimas de los crímenes del ISIS".
Tanto Amnistía Internacional, como otras entidades entre las que se incluye Human Rights Watch (HRW) o la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre la República Árabe Siria, han mostrado profunda preocupación por la privación de libertad que sufre la infancia en los centros de detención. "(…) Cinco años después de la caída de Baghouz, casi 30.000 niños siguen detenidos ilegalmente en condiciones que equivalen a un trato cruel e inhumano", señaló en una declaración el pasado mes de marzo Paulo S. Pinheiro, presidente del grupo investigador de la ONU.
Y añadió: "(…) Estos niños fueron víctimas de las garras de ISIS, para volver a ser sometidos a toda una serie de abusos contra los derechos humanos en los años posteriores a su derrota territorial". Se estima que el 73% son menores de 12 años y el 20% menores de 5 años. Unos dos tercios son extranjeros, principalmente de Irak, pero también de más de 60 países, muchos de los cuales podrían ser repatriados.
Muy sonado ha sido el caso de Yusuf Zahab. A principios de 2015, cuando tenía 11 años, fue llevado a Siria por familiares adultos para vivir bajo el dominio del ISIS. Los soldados de una fuerza regional, respaldada por una coalición internacional liderada por Estados Unidos que incluye a Australia, lo capturó junto a sus familiares a principios de 2019. Se creía que había muerto al ser detenido, pero se han recuperado sus imágenes y parece estar retenido en un centro de detención al noreste del país árabe.
Pero no es un caso aislado. Hasta 10.500 personas de otras 38 nacionalidades distintas han sido repatriadas a sus países de origen. España ha podido sacar de Al-Roj, un campo de detención operado por las fuerzas del gobierno autónomo sirio, a 15 personas —13 niños y 2 mujeres—. "Las personas recluidas en los campos de Al-Hol y Roj se enfrentan a condiciones extremadamente inhumanas y potencialmente mortales, con acceso inadecuado a alimentos, agua y atención médica", expone el informe de Amnistía.
Hambre y tuberculosis
Waldman ha subrayado con preocupación las condiciones en las que se encuentran los presos en dos campos de detención. Por un lado, en Sini "encontramos dos instalaciones en las (…) los hombres están siendo sometidos a malos tratos físicos rutinarios y a la privación de alimentos, agua y medicinas".
Los abusos físicos se convirtieron en una rutina en Sini. "No había un día concreto ni una hora concreta, ni una forma de tortura… Lo peor era cuando entraban en la habitación… Estábamos todos en una esquina, de cara a la pared. [Llevaban tubos de plástico, cables, tubos de acero y nos golpeaban por todas partes: en los hombros, la cabeza, la espalda... No había parte del cuerpo que no fuera golpeada…", cuenta Yusuf —nombre ficticio— en su testimonio a Amnistía Internacional, uno de los detenidos entre 2019 y 2023.
Todos ellos fueron privados de alimentos y agua durante varios días consecutivos. "Los detenidos contaron que se desmayaron de hambre; que estaban tan hambrientos que no tenían energía para ir al baño y perdieron casi la mitad de su peso corporal", recoge el informe. Uno de ellos estaba tan sediento que incluso intentó beberse la orina del retrete de su celda.
Yusuf recuerda uno de los tratos a los que eran sometidos periódicamente, "cada 15 días nos sacaban al patio, desnudos… [El guardia] cogía el palo de la escoba, le echaba jabón y nos lo metía en el cuerpo. Violaban a la gente con ese palo... Una vez me sacaron [de la celda] con otro chico… Trajeron un cable eléctrico del generador y siguieron torturándonos con electricidad… Creo que el tipo que estaba a mi lado murió. Dejó de moverse y de gritar… Llegué a un punto en el que ya no podía gritar más".
Mientras que en la prisión de Panorama —o Al-Sina'a, una prisión financiada y construida por un proyecto dirigido por la coalición liderada por Estados Unidos, tal como recoge AI—, el año pasado entre 1 y 2 hombres morían a la semana por tuberculosis. "Los hombres adultos de Panorama solo han recibido un tratamiento limitado en el pasado, si es que han recibido alguno, y actualmente no están recibiendo tratamiento médico para la tuberculosis en el momento de esta publicación", ha comentado Waldman.
A los detenidos de Panorama, como a los de Sini, se les ha negado el acceso a una atención médica adecuada. Estas circunstancias han provocado la propagación de enfermedades; la más mortífera ha sido la tuberculosis, que lleva varios años afectando a los detenidos.
Uno de los entrevistados ha relatado: "En la espalda tenía una llaga enorme, llena de pus… Doce de los 25 [hombres] de mi celda tienen tuberculosis... Algunos ya no pueden hablar... Seis personas murieron en mi habitación". Según ha podido conocer Amnistía, "casi 600 detenidos varones" habían muerto a causa de la tuberculosis y otras enfermedades desde que se creó el centro de detención".