Cuatro libros han sido retirados de colección de casi 14 millones de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Francia por temor a que sus cubiertas contengan arsénico tóxico. Esta antigua institución declaró el jueves en un comunicado que la manipulación de los libros, impresos en Gran Bretaña en el siglo XIX, probablemente solo causaría daños menores, pero que los confiscaba para analizarlos más a fondo.
Entre los cuatro libros figuran el de la Royal Horticultural Society de 1862-1863, dos volúmenes de The Ballads of Ireland de Edward Hayes de 1855 y una antología bilingüe de poesía rumana de Henry Stanley de 1856.
"Hemos puesto estas obras en cuarentena y un laboratorio externo las analizará para evaluar la cantidad de arsénico presente en cada volumen", señalaron. No es la primera vez que se encuentran ejemplares contaminados con arsénico. En el siglo XIX, los libros eran considerados objetos artísticos. Los bibliófilos querían ediciones chapadas en cuero que combinaran con el color de sus sillones.
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La Organización Mundial de la Salud advierte de que la exposición prolongada al arsénico inorgánico, principalmente a través del agua potable y los alimentos, puede provocar lesiones cutáneas y cáncer de piel, pero no menciona el contacto con objetos que lo contengan.
Poison Book Project
La institución parisina identificó los ejemplares infractores después de que investigadores estadounidenses del Poison Book Project, una iniciativa adscrita a Winterthur Museum, Garden and Library y la Universidad de Delaware, descubrieran que los editores de la época victoriana habían utilizado el producto químico para colorear las encuadernaciones de los libros.
Ante este hallazgo, la Biblioteca Nacional de Francia dijo que también examinaría otros libros con cubierta verde, además de la lista del Poison Book Project. Hace unas semanas, las bibliotecas universitarias alemanas retiraron de sus estanterías decenas de miles de libros bajo sospecha de contaminación por arsénico y muchas otras bibliotecas han hecho lo propio.
Desde que se creara este grupo de trabajo, se han detectado cantidades de arsénico en un total de 269 encuadernaciones. Y, si se hace el recuento por impresiones únicas, unas 238 presentaban este material tóxico.
"La popularidad de este pigmento en Inglaterra y Estados Unidos durante la época victoriana está bien documentada. Aunque se sabía que el colorante se utilizaba ampliamente en textiles para la decoración del hogar y la confección de ropa, papel pintado y juguetes, su uso específico en la tela para libros no se había explorado formalmente", recoge la página web de la iniciativa de la Universidad de Delaware.
Verde París
"Cuando se introdujeron las encuadernaciones con editor, su coste pasó del propietario al editor", explica Hayley Webste, responsable de la biblioteca del Museo de Victoria y Alberto (Londres) para un artículo. En la década de 1820 se introdujeron las encuadernaciones de tela como alternativa más barata al cuero, pero los editores no dejaban de experimentar con las cubiertas para hacerlas más atractivas a los posibles compradores.
Pero, "a medida que desarrollaban técnicas más avanzadas, las encuadernaciones se volvían mucho más elaboradas", añade Hayley. Y a mediados de siglo, los editores empezaron a utilizar pigmentos muy deseados y vibrantes, como el verde esmeralda. Verde París, Verde Esmeralda y Verde Scheele —que debe su nombre a un químico de origen alemán—, había muchas opciones, pero se servían del arsénico, un metal pesado muy tóxico que puede causar lesiones cutáneas y cáncer, entre otras dolencias.
Si bien es cierto que la mayoría de las cubiertas verdes de libros de esta época no contienen arsénico —aunque los libros que contienen arsénico son verdes, no todos los libros verdes contienen arsénico—.