El número de muertos por las fuertes lluvias que han anegado el estado brasileño de Rio Grande do Sul en los últimos días ha ascendido a 100, según informó este miércoles la Defensa Civil local, que añadió que 128 personas continúan en paradero desconocido. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó que las graves inundaciones, las peores en más de 80 años, son “un aviso para el mundo” y una “factura que le está pasando el planeta” a la humanidad, informa EFE.
"Tenemos que parar eso a tiempo", declaró el dirigente en un acto en el que ha presentado un paquete de inversiones en infraestructura y prevención de desastres naturales para “corregir décadas de ocupación desordenada de las ciudades de este país”. Según anunció, se trata de proyectos por un valor total de 18.300 millones de reales (3.380 millones de euros), que serán ejecutados en 532 ciudades de todas las regiones del país.
Este anuncio se produce después de que se produjeran las peores inundaciones en la región sur del país de la historia. Con las lluvias de estos últimos días, el agua ha cubierto ciudades enteras, como Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul, fronterizo con Argentina y Uruguay. El estado ha declarado el estado de calamidad. 1,5 millones de personas de unos 400 municipios se han quedado sin suministro de agua y alimentos y serios problemas en el suministro de energía.
Sin comida durante tres días
"Llevamos tres días sin comer y acabamos de recibir esta manta. Estoy con gente que ni siquiera conozco, no sé dónde está mi familia", dijo un joven que dio su nombre como Ricardo Junior, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias Reuters. Las inundaciones han dificultado las labores de rescate, y docenas de personas siguen esperando a ser evacuadas en barco o helicóptero de las viviendas afectadas. Pequeñas embarcaciones recorren la ciudad inundada en busca de supervivientes.
Las fuertes lluvias que comenzaron la semana pasada han provocado el desbordamiento de ríos, inundando ciudades enteras y destruyendo carreteras y puentes. Miles de familias se han visto obligadas a abandonar sus hogares y echarse a andar a las carreteras habilitadas. En las afueras de Eldorado do Sul, a 17 kilómetros de la capital del estado, Porto Alegre, muchas de ellas dormían a la intemperie al borde de la carretera y confesaron que iban a pasar hambre.
Y en la capital, ciudad de 1,3 millones de habitantes a orillas del río Guaiba, las calles del centro estaban bajo el agua. Sus habitantes se encontraron con estanterías de supermercados vacías y gasolineras cerradas, y las tiendas racionaron la venta de agua mineral. La ciudad distribuyó agua en camiones a hospitales y refugios.
1,4 millones sin servicios básicos
Además, las inundaciones también han afectado a los servicios de agua y electricidad, con más de 1,4 millones de damnificados en total, según la Defensa Civil de Brasil. Y ha dañado los campos de cereales bajo el agua, matando al ganado, interrumpiendo la cosecha de soja y paralizando el trabajo en múltiples plantas cárnicas.
El tiempo extremo ha sido causado por una rara combinación de temperaturas superiores a la media, alta humedad y fuertes vientos. Francisco Eliseu Aquino declaró a la agencia de noticias AFP que Rio Grande do Sul siempre había sido un punto de encuentro entre masas de aire tropicales y polares, pero afirmó que "estas interacciones se intensificaron con el cambio climático".
Lula ha subrayado este miércoles que las autoridades aún desconocen el coste de la reconstrucción, pues la verdadera magnitud de los daños solo podrá ser calculada una vez que las aguas bajen. Aun así, ha garantizado "todo el apoyo" financiero del Gobierno federal para "erguir" de nuevo a Rio Grande do Sul, donde la situación seguía siendo crítica y decenas de miles de personas permanecían en abrigos, a la espera de nuevos temporales anunciados por el servicio meteorológico y atribuidos, igual que las lluvias de los últimos días, a las graves consecuencias del cambio climático.