El martes 28 de mayo el sistema volcánico Svartsegi entró en erupción, y ahora la preocupación son los gases que pueden llegar hasta la capital islandesa, Reikiavik, a 50 kilómetros al noreste. En el momento de mayor actividad, la fisura desde la que salía el magma tenía 3,4 kilómetros de largo y las erupciones llegaban hasta 50 metros de alto.

Ese humo, llamado niebla volcánica, está compuesto de azufre (S) que se trasforma cuando el magma entra en contacto con el oxígeno (O) y la luz del sol, y forman dióxido de azufre (SO). Se deriva, así, en un gas tóxico. En estos momentos, en Islandia, el día dura más de 20 horas. Durante el fin de semana, los vientos han estado llevando las partículas hacia el norte y el noreste. Estos gases irritan la piel, los ojos y los pulmones, y pueden causar problemas respiratorios.

Esta zona ha estado dormida durante 800 años, pero esta ha sido la octava erupción en tres años y la quinta en seis meses. Los expertos no tienen claro por qué. Raúl Pérez, investigador del Instituto Minero de España (CSIC-IGME), explica a ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL que Islandia es un sitio único para estudiar cómo funcionan los flujos magmáticos: "Toda esa zona siempre ha estado activa, otra cosa es que nosotros lo notemos".

Y añade: "El caso es que ahora ha roto la corteza y ha estado lanzando pedos volcánicos desde noviembre". Cuando empezó calcularon que había una gran cantidad de magma y ha ido saliendo poco a poco. Eso quiere decir que todavía hay más por salir.  



Aun así, repite una vez más este experto, no hay evidencias que esté relacionado con el cambio climático o el deshielo del permafrost, la capa superior de la tierra congelada de forma perenne. Islandia es un lugar único para estudiar los efectos del calentamiento global en la temperatura de la tierra en un lugar con una actividad magmática excepcional y es la única zona en la confluencia de una dorsal divergente por encima del nivel del mar.

Pérez reconoce que tiene sentido pensar que el retroceso de los glaciares favorezca la actividad volcánica; pero, alerta, sumárselo al cambio climático es una presunción sin base científica. "La climatología y la geología van de la mano, pero son dos componentes grandes e independientes que no se puede suponer la influencia de uno en otro", explica. 

Quinta erupción en seis meses

El noviembre pasado hubo un episodio muy violento que paralizó toda la región y tuvieron que evacuarla. La única española que vivía en la zona, Adriana Suiu, recuerda de aquella vez que fue terrorífico: "El día en que empezaron los terremotos me di cuenta por qué empecé a notar como si alguien estaba empujando la casa desde abajo hacia arriba". 

A pesar de todo, Islandia es un país que convive con una actividad volcánica excepcional. La oficina meteorológica del país la monitorea de cerca para poder responder a este tipo de situaciones

Los volcanes, como demostró dolorosamente el de La Palma, son bestias desbocadas e imparables. En Islandia, en 2010, la erupción del volcán Eyjafjallajokull liberó una columna tan densa que paralizó el tráfico aéreo en el norte de Europa durante semanas.

Los científicos siguen de cerca la actividad interna de la tierra, pero es un sistema complejo que no da pie a muchas certezas. Las consecuencias directas -la propia lava, la contaminación atmosférica y los terremotos- son tan incontrolables como destructivos; y sólo se puede capear para intentar minimizar los daños, aunque no siempre es posible.