Las redes sociales y plataformas digitales han abierto un mundo nuevo con infinitas ventajas y posibilidades para sus usuarios, pero también han dado paso a una sucesión de prácticas nocivas que pueden afectar a la integridad de los menores. Una de ellas es una mayor predisposición a sufrir violencia o acoso sexual a través de Internet.
¿En qué consisten estas prácticas?
Se considera violencia sexual digital a todas aquellas acciones que, a través del mundo digital, se dedican a exponer, difundir, ofertar y compartir contenidos íntimos de índole sexual que afectan directamente a sus receptores.
Según este estudio de Fundación Mutua y EMUME, la violencia sexual infantil online suele darse a través de la recepción de imágenes y mensajes sexuales no deseados, insistencia para tener una relación y un acceso no deseado a contenidos pornográficos. En este exhaustivo estudio han participado 3.000 personas, y ofrece la visión de los niños y adolescentes, además de la de sus progenitores, sobre esta cuestión.
Lorenzo Cooklin, director general de la Fundación Mutua Madrileña, ha presentado las conclusiones del estudio junto con María Dolores Gimeno, jefa del Departamento de Investigación Criminal y Coordinación y teniente coronel de la Guardia Civil.
Los resultados
El análisis de la muestra indica que el 75,4% de los menores, es decir, tres de cada cuatro, han sufrido alguna situación de violencia sexual en el ámbito digital. El 53% de estos menores afectados son mujeres, frente al 47%, porcentaje que representa a los hombres. "Es habitual creer que las niñas suelen ser las más afectadas, pero los resultados casi parejos demuestran que no siempre sucede así", añadía Cooklin.
Las situaciones de acoso sexual digital más habituales, que afectan a 4 de cada 10 menores de edad, son las relativas a la recepción de contenido sexual en imágenes o comentarios, mensajes insistentes buscando una relación y el acceso involuntario a contenido sexual. Otras situaciones con menor incidencia, pero mayor impacto en la vida y salud mental y emocional de los afectados, tienen que ver con la violación al derecho de la intimidad.
Género y frecuencia
Las diferencias por género se observan en el tipo de violencia sufrida: las chicas suelen recibir fotos o comentarios sexuales no solicitados, mientras que los chicos son más propensos a ser acosados, insultados u objeto de burla por los contenidos que ellos mismos han publicado en Internet. Otras situaciones, como el chantaje y amenazas de difundir en la red contenidos íntimos o ser controlado a través de las redes, se dan por igual en ambos sexos.
Este tipo de situaciones suelen darse en la primera adolescencia, entre los 13,5 y los 15 años. Este dato no sorprende demasiado, ya que los menores se encuentran en una etapa de vulnerabilidad en la que carecen de las herramientas necesarias para prevenir y afrontar correctamente este tipo de situaciones.
Impacto en los padres y el menor
Resulta curioso darse cuenta de que estas prácticas tienen un impacto mayor en los progenitores que en el propio menor afectado, según los resultados del estudio. Los padres de niños/as y adolescentes que han sufrido experiencias de violencia sexual digital las califican como "graves" o "muy graves" en mayor proporción que los jóvenes que las sufren.
Los padres de los menores acosados sexualmente suelen quedar más afectados que el propio menor
Si hablamos sobre las prácticas que más daño han causado al menor afectado, destacan las situaciones de vulneración de la intimidad y a la imagen. Además, un 29,5% de los niños/as y adolescentes que han sufrido algún tipo de violencia sexual digital necesitó tratamiento psicológico para poder superarlo.
¿Quiénes acosan sexualmente?
Los resultados muestran que, en un 52,2% de los casos, las personas del entorno de confianza en el mundo real son las principales señaladas como causantes de estas agresiones digitales. En un 57,6% de los casos, las personas que generan la situación eran de la misma edad o un poco mayores que el menor, y la mayoría de los autores (52,2%) son hombres que actúan solos o en grupo.
Menores silenciados
Desgraciadamente, los menores víctimas suelen autosilenciarse ante estas situaciones. Casi uno de cada tres afectados decidió no contárselo a nadie, y tres de cada cuatro se lo ocultaron a sus padres. Los que lo compartieron con sus progenitores, en su gran mayoría, se sintieron apoyados.
La vergüenza, la falta de confianza o el temor a ser reprimidos o castigados suponen, para el 54,3% de los menores afectados, el principal motivo para no contar la situación.
Además, estas situaciones son raramente denunciadas; solamente uno de cada cinco ha acudido a la policía en caso de amenazas, chantajes y extorsiones, con la difusión de mensajes, fotos y vídeos íntimos y con la creación de imágenes sexuales generadas con IA.
¿Qué podemos hacer?
Hemos de tener muy en cuenta que la educación sexual comienza en el hogar, por lo que es obligación de los padres realizar un acompañamiento digital con los hijos desde el inicio. Sentarnos con ellos, hablar y conocer el uso que hacen de los dispositivos es esencial para intentar evitar, en medida de lo posible, este tipo de situaciones.
Asimismo, los dispositivos deben tener instalados controles parentales con un límite de tiempo establecido para evitar la dependencia y el acceso a contenidos inadecuados para ellos. Si nuestro hijo/a está siendo acosado, hay que acudir inmediatamente a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y denunciar la cuestión.
Es esencial que se imparta una correcta educación sexual en los hogares y centros educativos para evitar el problema
Los profesores y centros educativos también pueden ayudar en este problema, creando hábitos saludables para el correcto uso de las tecnologías. Es necesario informar y sensibilizar a los padres y madres para que se haga un uso razonable de las tecnologías en casa, así como concienciar a los alumnos de los peligros existentes en Internet.
Los niños, niñas y adolescentes deben saber qué identidad virtual no es sinónimo de identidad real, por lo que han de tener la máxima precaución a la hora de compartir datos personales, imágenes y vídeos con otras personas.
Guardar todas las evidencias y pruebas en caso de acoso sexual digital, evitar difundir o reenviar contenidos íntimos de otras personas y contar el problema al entorno pueden ayudar a que la situación se resuelva con más facilidad.