"Creo en el patronazgo y en el mecenazgo para que cada euro se gaste en investigación". Con estas palabras, Fátima Matute, consejera de Sanidad de la Comunidad de Madrid, ha puesto punto y final a la entrega de las Ayudas a la Investigación en Salud impulsadas por la Fundación Mutua Madrileña, que ha tenido lugar este martes 9 de julio y que ya cuenta con XX ediciones a sus espaldas. 

El acto, conducido por Lorenzo Cooklin, director general de la Fundación Mutua, ha contado con la presencia de Ignacio Garralda, presidente del Grupo Mutua y su fundación, y el presidente del Comité Científico de la Fundación Mutua, Rafael Matesanz, quien ha asegurado que la celebración de esta convocatoria es ya un "clásico" de la entrada del verano.

Han sido 23 los proyectos clínicos escogidos en esta ocasión para los que la fundación ha destinado 2,3 millones de euros. Sin embargo, esta no ha sido una situación excepcional. El avance de la investigación médica española es uno de sus principales pilares, un sector al que la Fundación Mutua ya ha designado 70 millones de euros a más de 1.450 proyectos a lo largo de sus XXI ediciones ininterrumpidas. 

En esta ocasión, la convocatoria ha centrado su financiación en cinco áreas fundamentales: trasplantes, enfermedades raras infantiles, traumatología, oncología y salud mental infantojuvenil. Una selección de estudios que serán desarrollados en 18 hospitales de 8 comunidades autónomas distintas, garantizando la diversidad en la investigación. 

Dos proyectos colaborativos

Resultado de un enfoque interregional, este año serán dos los estudios que trabajarán en conjunto. Por un lado, el dedicado a enfermedades raras, en concreto, a la osteogénesis imperfecta, o también conocida como la enfermedad de los huesos de cristal. 

El estudio, liderado por la Dra. Houria Boulaiz, del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada, contará con equipos de siete comunidades autónomas en las que trabajarán juntos para definir mutaciones genéticas y desarrollar terapias génicas. 

Por otro lado, el coordinado por el Dr. Miguel Hueso, del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge-IDIBELL, se centrará en la innovación respecto al desarrollo de riñones-on-a-chip y gemelos digitales de riñón, implicando a investigadores de otras cuatro comunidades. 

Áreas de investigación

Han sido cinco las áreas de investigación en las que han puesto el foco en esta edición, además de los estudios de Adeslas. 

Respecto a los trasplantes, aspecto en el que han centrado la convocatoria, se han desarrollado tres proyectos basados en la inmunotolerancia, los órganos bioartificiales y la preservación de los órganos. 

Ignacio Garralda, presidente Grupo Mutua y Fundación Mutua. Cedida

En el ámbito de las enfermedades raras han apostado por cuatro iniciativas, todas ellas limitadas a las que se manifiestan clínicamente durante la infancia. Y en oncología, los tres proyectos se han centrado en la inmunoterapia en el cáncer. 

Si hablamos de traumatología, han puesto el foco en sus secuelas, tanto en las traumatológicas como en las neurológicas, como los biomarcadores evolutivos en conmoción cerebral. 

En cuanto a la salud mental, han optado por centrarse en los trastornos infantojuvenil, aún olvidados por la sociedad. El efecto de las experiencias traumáticas, un plan de seguridad para la prevención de conductas suicidas y autolesivas, o una evaluación de intervención escolar, han sido algunos de los estudios en los que hospitales acreditados centrarán sus investigaciones. 

En último lugar, los estudios promovidos por los especialistas del cuadro médico de Adeslas, basados en biomarcadores de gravedad en alergia, la higiene de manos en cirugía ortopédica, la geometría escapular en rotura de manguito rotador, y la monitorización neurofisiológica del nervio facial en cirugía de parótida. 

Cooperación internacional

Adicionalmente, y tal como ha ocurrido en ediciones pasadas, la Fundación Mutua también ha entregado cinco becas de cooperación internacional a profesionales sanitarios que prestarán servicios voluntarios en Uganda, Sierra Leona, Ecuador y en los campos de refugiados de Malakasa y Thiva, en Grecia.