La sostenibilidad es "ser perdurables", o así lo define Beatriz Corredor, presidenta de Redeia, el gestor de infraestructuras esenciales, en la apertura de las Jornadas de Sostenibilidad. Se trata de la cuarta edición de este evento, aunque serían cinco si contamos uno más que se hizo en otro formato. En el caso de Corredor, es la encargada de la dirección estratégica de la empresa con el objetivo de que cada una de sus decisiones "tenga en cuenta la sostenibilidad".
"En el escenario actual de crisis climática, conflictos internacionales e inestabilidad geopolítica plantea la necesidad urgente de pasar de la reflexión a la acción", asegura la presidenta de la compañía.
Corredor recuerda que cada año desde que empezaron con las Jornadas de Sostenibilidad se han enfrentado a acontecimientos internacionales con efectos globales: la recuperación pos-COVID, el inicio de la guerra de Ucrania, la invasión de Gaza y las elecciones de Estados Unidos.
Así, enmarca una realidad convulsa en la que "la nueva normalidad es la improvisación" para adaptarse a los desafíos a los que se enfrenta. En este contexto es difícil mantener las estrategias y planes a largo plazo.
Y además de todo eso, Corredor recuerda que el cambio climático no frena. Al ritmo actual de desarrollo de las soluciones climáticas y la agenda 2030 para conseguir los ODS, se va tarde. La sociedad parece que está en una permacrisis: "No terminamos de solucionar una para ya estar en la siguiente".
La energía como base
Poniendo en práctica la debida diligencia y la influencia en toda la cadena de valor que tiene la energía, Corredor afirma: "la sostenibilidad ya no es una opción, es una obligación estratégica". Por eso, incluso cuando se quiere mitigar el impacto en un lado, se exacerba en otro.
Para entender el impacto es muy importante la capacidad de medición de las empresas. La información tiene que ser de buena calidad, esto significa que sea transparente en cómo se ha conseguido, que sea comparable, neutral e independiente, y también las acciones de recuperación.
A pesar del contexto tumultuoso y de las sombras regulatorias a las que se enfrentan las empresas, también hay luces. Corredor hace referencia a los logros de Redeia en los compromisos que había adquirido en su plan de sostenibildiad 23/25, cómo la incorporación de la energía renovable al mix o la reducción de la brecha de género.
Redeia ha invertido casi 7 millones de euros en proyectos sociales y medioambientales durante el primer año del plan de Estrategia de Impacto Integral con acciones en España, Chile y Perú.
Entre esos proyectos destacan iniciativas para mejorar la conectividad y la eficiencia energética en ámbitos rurales. Otros intentan atajar la despoblación y contribuir al reto demográfico reduciendo la brecha digital. Como apoyo a la conservación de la naturaleza destacan la recuperación de especies, como el quebrantahuesos en Picos de Europa o el águila real en Navarra, y la Plataforma Bosque Marino, que nace tras el éxito de la restauración de 2 hectáreas de posidonia en Mallorca.
Y casi más importante que todo lo anterior; esta Estrategia supone un cambio de gobernanza interna, en como los consejos directivos abordan los problemas. En la elaboración de esta Estrategia han participado todas las áreas de Redeia y sus filiales. Una prueba de que las empresas pueden cumplir la normativa y los objetivos desde una aproximación holística.
Para cerrar, Corredor ha hecho hincapié en que "hay que pasar de la reflexión a la acción", que es el lema de las jornadas de sostenibilidad. Para ello pide que se aborde cada proyecto en todas las áreas de negocio con un enfoque integral que genere un efecto multiplicador en la sociedad.