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"La sostenibilidad ya no es una opción, es una obligación". Esta es la premisa con la que Beatriz Corredor, presidenta de Redeia, arrancaba las Jornadas de Sostenibilidad celebradas el 15 y 16 de octubre

Dos días repletos de mesas redondas, debates y ponencias que, más allá de las palabras, subrayaron una exigencia compartida: la sostenibilidad no puede seguir siendo un tema de reflexión, sino de acción concreta y medible. "No se puede actuar sobre lo que no se mide", afirmaba Corredor en una de sus reflexiones que marcaron el cierre del evento. 

Desde la inteligencia artificial hasta la biodiversidad marina, pasando por la cadena de valor empresarial y el capital natural, las conclusiones finales de cada mesa han destacado la complejidad de los retos ambientales, pero también han señalado los caminos para enfrentarlos. ¿La clave? La integración de la sostenibilidad en todos los aspectos de la actividad empresarial y social.

Ya no basta con reducir el impacto negativo; el objetivo ahora es generar impactos positivos. Esta ha sido la piedra angular de un debate que, según palabras de la politóloga Cristina Monge, quien presentó las jornadas, se enfrenta a un tiempo en crisis: "Ya no tenemos más tiempo para la reflexión, necesitamos acciones que generen resultados". 

Inteligencia artificial

La primera mesa redonda abordaba el papel de la inteligencia artificial como motor de eficiencia y sostenibilidad. En ella, Jesús Herrero Ponza, director general de RED.es, destacaba el potencial de la IA para simplificar procesos que antes tomaban semanas o meses, reduciéndolos a horas. 

Pero este optimismo fue matizado por voces como la de Asunción Gómez Pérez, vicerrectora de Investigación, Innovación y Desarrollo de la Universidad Politécnica de Madrid, quien subrayaba la gran demanda de recursos que supone la implementación de estas tecnologías: la IA puede ser un aliado, pero su consumo de energía, agua y espacio físico plantea un reto serio en términos de sostenibilidad. 

Fotografía del público durante la segunda jornada de Redeia. Redeia

En ese sentido, uno de los acuerdos más relevantes de esta intervención fue la necesidad de avanzar hacia una inteligencia artificial más eficiente en el consumo de recursos, algo que a día de hoy sigue siendo una asignatura pendiente.

Y es que el reto no es solo técnico, sino también de regulación y equidad, ya que unos pocos países controlan la producción de chips y tecnologías clave, dejando a Europa, en palabras de Regina Llopis Rivas, presidenta del Grupo AIA, en una posición de desventaja.

Medir para actuar

Si la IA es el cerebro que procesa, el big data es el torrente de información que nutre a ese cerebro. Por ese motivo, en la mesa sobre gestión de datos, el consenso fue claro: quien no controle sus datos estará fuera de juego. 

"El 85% de los datos que manejamos son cualitativos", apuntó Antonio Gómez Ciria, consejero externo independiente de Redeia. Y es precisamente aquí donde reside el desafío: traducir esa masa de información en acciones concretas y responsables, alineadas con las normativas cada vez más estrictas. 

Santiago Durán Domínguez, presidente del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC), recordó que la regulación, aunque aún no definitiva, está cada vez más enfocada en la transparencia y la implicación empresarial.

Por su parte, Concha Iglesias, socia de Deloitte España, hizo hincapié en que las compañías no solo deben cumplir, sino liderar el cambio dentro de sus propias cadenas de valor. Para ello, transparencia, control de datos y auditoría serán elementos clave. 

Fatiga regulatoria

Uno de los puntos más controvertidos de la primera jornada del evento fue la diligencia debida y la "fatiga regulatoria", un término que apareció con fuerza durante la conversación sobre la cadena de valor. 

Cristina Rivero Fernández, de la CEOE, alertó sobre la complejidad que supone para las empresas cumplir con una normativa cada vez más rigurosa, especialmente cuando afecta a toda la cadena, desde las grandes multinacionales hasta las pymes. "El primer eslabón tira del último y viceversa", comentaba. 

Javier Martín Cerracín, policy officer de la Comisión Europea, se encargó de recordar la importancia de la obligatoriedad para asegurar un cambio real. Por su parte, José Amérigo Alonso, de PwC, trajo algo de luz al debate al subrayar que la regulación se aplicará por igual a todas las compañías que operan en el espacio comunitario, sean o no europeas, garantizando así una competencia más justa.

Impacto en capital natural

El capital natural y la biodiversidad ocuparon gran parte de las discusiones de la segunda jornada. "Si no lo medimos, no podemos mejorarlo", repetía Mercedes Vázquez Miranda, responsable de Cambio Climático de Redeia.

Por ello, desde la compañía organizadora del evento se han comprometido a aplicar un criterio de "no pérdida neta de biodiversidad" en todos sus proyectos, lo que implica un esfuerzo titánico por medir impactos medioambientales y compensar aquellos que no se puedan evitar. 

Pero, como advertía Antonio Troya Panduro, de la Iniciativa Natura, la situación es crítica: solo el 15% del territorio europeo presenta buenas condiciones de conservación. En ese sentido, España, que alberga una biodiversidad única en Europa, tiene una responsabilidad aún mayor para proteger sus ecosistemas. 

Y es que esta es una batalla que no se puede ganar sin la cooperación entre las empresas y las autoridades, un punto subrayado también por María Jesús Rodríguez de Sancho, directora general de Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico. 

Desafíos compartidos

Las jornadas también pusieron el foco en Iberoamérica, una región vital en la lucha contra el cambio climático. Andrés Allamand, secretario general iberoamericano, recalcó que aunque el territorio no es responsable principal del calentamiento global, sí está entre las más afectadas por sus consecuencias.

En esta línea, se resaltó la necesidad de mejorar la eficiencia energética y garantizar el acceso a la electricidad para millones de personas, un reto que Juan Majada, director de Negocio Internacional de Redeia, definió como "el héroe anónimo de la transición energética".

Mesa de 'Biodiversidad marina'. De izquierda a derecha: María Jesús Rodríguez de Sancho, Theresa Zabell Lucas, Ignasi Ferrer Pellicer y Antonio Calvo Roy. Redeia

La digitalización y la inversión fueron dos de los pilares mencionados como fundamentales para afrontar estos desafíos. La colaboración entre países y empresas se ha vuelto crucial para lograr los objetivos, un punto en el que todos los participantes coincidieron.

Al cierre de las jornadas, Beatriz Corredor instó a los asistentes a pasar a la acción: "Podemos hacer todos tanto en nuestro pequeño espacio de vida que, si no lo hacemos, es porque no queremos".