En 2025 podríamos enfrentarnos a una crisis climática sin igual. En esta ocasión, la imagen tradicional de sequía, marcada por terrenos cálidos, secos y áridos como consecuencia del cambio climático, no es a lo que nos referimos; aunque esto no quiere decir que no vaya a ocurrir también.
Esta vez, la sequía de la que hablamos será de electricidad o, por lo menos, así lo ha sentenciado Elon Musk durante el Bosch Connected World 2024. Un evento que reúne a los principales empresarios, desarrolladores y expertos del sector en una conferencia global sobre innovación tecnológica.
Durante esa cita, fue llegado el momento de la sesión de preguntas y respuestas cuando el foco se puso sobre el dueño de X (antes Twitter) y CEO de Tesla y SpaceX. Y es que la creciente demanda eléctrica de tecnologías como la inteligencia artificial y los vehículos eléctricos pronto superará la capacidad de generación mundial, llevando a una crisis energética que podría paralizar el desarrollo.
Una sequía invisible
Es complicado —por no decir casi imposible— imaginar el mundo actual sin electricidad. Móviles, electrodomésticos, transporte… Todo depende de un suministro estable de electricidad y ¿qué ocurre si esto falla? ¿Qué pasa si nos quedamos sin ella? Apagones, retrocesos y limitaciones se convertirían en la tónica del día a día, amenazando un progreso obsesionado con la conectividad.
Así será la sequía del mañana: silenciosa, invisible, pero potencialmente devastadora (mucho más de lo que algunos podrían imaginar). Y es que, de ser con el ritmo actual de crecimiento, en uno o dos años, la demanda podría superar la capacidad para producir la electricidad necesaria.
¿El motivo? El crecimiento de la inteligencia artificial está en cifras récord, duplicándose hasta diez veces cada seis meses. Razón por la que, incluso con un avance exponencial de las innovaciones para optimizar el uso energético, las redes electrónicas estarían al borde de la saturación.
Porque, con el paso de los años y la consecuente innovación tecnológica, la energía eléctrica se ha terminado convirtiendo en un bien esencial de lo más preciado, donde microchips y grandes almacenes de datos dependen íntegramente de ella.
Para Musk, la clave de esta problemática se encuentra en la escasez de los transformadores eléctricos y reductores de tensión, dos elementos vitales para sostener el futuro tecnológico del planeta.
La crisis en cifras
Al mirar los números la situación es incluso más complicada. Según los datos publicados por el Foro Económico Mundial, la inteligencia artificial tiene una potencia de cálculo significativa. En concreto, se estima que consume 33 veces más energía para completar una tarea que un software específico para esa tarea.
Lo que, asegura, "provocará un aumento exponencial del número de centros de datos necesarios en todo el mundo, así como su consumo de energía", lo que "ejercerá una presión cada vez mayor sobre redes eléctricas ya sobrecargadas" a medida que los sistemas de IA pasen a utilizarse más y se sigan desarrollando.
De hecho, regiones como Texas o Virginia del Norte, en Estados Unidos, ya están alcanzando sus límites. Estas zonas enfrentan escasez estructural de capacidad eléctrica y necesitarán construir plantas equivalentes a varias centrales nucleares solo para atender la demanda actual.
Para evitarlo, empresas como Google, Microsoft y Amazon han comenzado su propia búsqueda de soluciones, formando alianzas estratégicas para asegurarse que la generación de energía es suficiente para sus operaciones.