Allá por el año 2019, Naciones Unidas -capitaneada por mi querido António Guterres- instó a todos los sectores de las sociedades del mundo a acelerar el compromiso y a movilizarse para lograr la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.
A esta última década la denominó la “década de acción” y se articuló la necesidad de acelerar soluciones sostenibles dirigidas a los principales desafíos del mundo. A estos grandes retos del planeta -la crisis climática, la igualdad entre mujeres y hombres y la correcta gestión de las migraciones mundiales- se le ha sumado, desde hace poco más de un año, una gran crisis sanitaria.
Es indudable que la pandemia de la covid-19 ha venido a reforzar la necesidad de reaccionar con urgencia ante esta apelación que el secretario general de la ONU hizo ya hace un par de años y de la que debemos sacar varias conclusiones, al menos a corto plazo.
Si seguimos devastando el planeta, este nos lo devolverá con más pandemias como la actual
Existe una correlación entre los desequilibrios ecológicos que se están produciendo en la Tierra y la salud global. Si seguimos devastando el planeta, este nos lo devolverá con más pandemias como la actual.
La salud, entendida como un bien público global, debe ser una de las mayores prioridades de todos los gobiernos. Ya sabemos que hasta que no estemos todos vacunados, nadie estará seguro. Ese es otro gran aprendizaje para todos aquellos que se han dedicado a debilitar los sistemas de salud de sus territorios.
El aumento de las migraciones por cuestiones sanitarias, la necesidad de reforzar la cooperación internacional, la certeza de que una Unión Europea bien consolidada son otros elementos que debemos grabarnos en la memoria para las próximas generaciones.
Y ante esta realidad, se nos ofrece un tiempo para remangarnos y entender que puede haber una oportunidad para reconectar con la gente, para poder sensibilizar en la responsabilidad que todos tenemos ante los desafíos que afectan al planeta y hacer un nuevo contrato social global con esta Agenda 2030.
Pero, además de las instituciones, creo que la responsabilidad individual y la colectiva encuentran en los 17 ODS un ansiado lenguaje único, compartible, aplicable y defendible.
Extremadura se encuentra en una situación de privilegio para la consecución de la Agenda 2030, con un liderazgo humilde y tranquilo
Tengo la convicción de que Extremadura puede y va a jugar un papel trascendental en el futuro en esta materia. Contener un tercio del agua dulce de nuestro país, que seamos capaces de producir energía de origen sostenible para el resto de España y contribuir, con nuestras grandes extensiones de territorios naturales, a poder ser un gran sumidero de CO₂, nos posiciona en una situación de privilegio para la consecución de esta agenda.
Así lo haremos y lo estamos haciendo, con un liderazgo humilde y tranquilo, desplegando inversiones verdes, escudos sociales y sin olvidarnos de quiénes peor lo están pasando, construyendo políticas de cooperación internacional cada día más sólidas.
Quedan diez años, y yo sigo cargado de esperanzas con esta hoja de ruta que compartimos y con el compromiso de que Extremadura no va a dejar atrás a nadie.
***Guillermo Fernández Vara es presidente de la Junta de Extremadura.