Conmemoramos, en este mes de septiembre, el 21º aniversario de la Declaración del Milenio. Este grandioso título retrata un ambicioso proyecto, mediante el cual los líderes mundiales de los Estados miembros de Naciones Unidas se comprometieron a arrancar el siglo XXI con el propósito de luchar contra las desigualdades globales que azotaban a la humanidad.
De este modo, establecieron ocho grandes objetivos para atajar la pobreza, el hambre, las enfermedades, el analfabetismo, la degradación medioambiental y la discriminación de la mujer.
Loables metas hasta 2015, fecha en la que se revisaron con amplio cumplimiento. Especialmente en temas como la desnutrición infantil, la mortalidad materna y de menores de cinco años, el combate de enfermedades y pandemias como el VIH/SIDA, la malaria o la tuberculosis, la potabilidad del agua, los saneamientos básicos y el acceso a medicamentos esenciales.
Sin embargo, en todos los casos, los avances se produjeron con un denominador común: las desigualdades se perpetuaban en las zonas infradesarrolladas del planeta donde el peso de los Estados era insuficiente para acometer reformas en economía y política.
Los avances se produjeron con un denominador común: las desigualdades se perpetuaban en las zonas infradesarrolladas del planeta
De la necesidad de eliminar tantas barreras nacieron los actuales 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con sus 169 metas, para promover relaciones económicas internacionales en condiciones de justicia social para lo que se estableció el marco de la Agenda 2030.
Ni en las peores distopías alguien habría podido imaginar que en estos 21 años del nuevo milenio, el planeta se vería azotado por una gravísima pandemia que obligó a confinarse a toda la humanidad. Ni que Occidente perdería irremediablemente una hegemonía que parecía asegurada tras la caída del Muro de Berlín, la desintegración de la Unión Soviética y de los regímenes comunistas de su Telón de Acero.
Ni que el planeta entraría en alerta roja como consecuencia del calentamiento global y el consiguiente cambio climático que amenaza el bienestar de las siguientes generaciones. Ni que la tecnología nos invadiera de fake news para alimentar populismos. Ni que los populismos se engordaran a base de fake news para atraparnos en un círculo infernal de desinformación.
Con inquietud, puesto que mi tarea al frente de 50&50 Gender Leadership es trabajar #PorUnMundo5050, observo cómo en algunas esferas se va relegando el ODS 5 relativo a la igualdad, so pretexto de que es preciso atender otras urgencias, como si este capítulo no fuera igualmente urgente de abordar, agravado tras la pandemia.
Ni en las peores distopías alguien habría podido imaginar que el planeta se vería azotado por una pandemia que obligó a confinarse a toda la humanidad
Es lacerante ver con que naturalidad se aceptan o, lo que es peor, se ignoran, los datos que arroja el informe del Foro Económico Mundial tras un año de virus. La brecha de género que era antes de 100 años será ahora de 137, y se tardará 267 años -en vez de 200 como estaba previsto- en alcanzar la paridad salarial en el mundo.
Alguien dirá que entre los 200 años de antes y los 267 de ahora, el planeta se habrá fundido en negro por culpa de los gases de efecto invernadero, la quema de combustibles fósiles, la deforestación, los fertilizantes y los residuos.
Como quiero pensar que no, y porque identificando los problemas es como se puede abordar la solución, urge ya debatir sobre las nuevas amenazas globales en el marco de los ODS en su conjunto, único modo de echar cuentas sobre nuevas desigualdades y amenazas. Con visión global en un mundo global, no únicamente a partir de nuestros sucedidos.
El mundo ha cambiado y es preciso abrazar ese cambio con solidaridad y flexibilidad, adaptándonos a la necesaria reinvención de cada día. Un nuevo escenario que se proyecta con un nuevo binomio, el que conecta igualdad con innovación, I+I.
De lo contrario, ¿cómo combatir la pobreza o el hambre? ¿Cómo mejorar la salud, la educación, los saneamientos, la energía, el trabajo, la industria o el consumo? ¿Cómo hacer un planeta más sostenible? Ninguno de estos objetivos mejorará si no implementamos igualdad, con otra I, de inclusión. Y lo mismo podemos decir respecto a la innovación.
Se tardará 267 años -en vez de 200 como estaba previsto- en alcanzar la paridad salarial en el mundo
En momentos de tantísima incertidumbre global, de desafíos que cruzan fronteras, se imponen las alianzas para abordar los cambios culturales y seguir trabajando #PorUnMundo5050 que incorpore todas las miradas, el talento, las almas de toda la sociedad.
La pandemia nos ha mostrado como las líderes mundiales, a pesar de sus visiones políticas diversas, actuaron con igual premura, intuición, comunicación y empatía, lo mismo en Alemania que en Nueva Zelanda, en Noruega, Dinamarca o Taiwán. La visión de todas ellas fue de pragmatismo y suma.
Con este propósito de reinventar el futuro juntos celebraremos la III Jornada #MujeresYLiderazgo, el 27 de septiembre en CEOE, en la casa de las empresas, para escuchar la voz de las mujeres que están liderando, referentes inexcusables de cómo hacer presente y futuro con pragmatismo y suma. Y la voz de ellos, los líderes que impulsan cambios en sus empresas en favor de liderazgos humanistas e inclusivos.
Queremos alinearnos con la nueva cultura empresarial que pide paso a partir de los nuevos retos del cambio, con innovación, ciencia y tecnología, transformación digital, cohesión social, transición ecológica, diversidad e igualdad, y liderazgos sostenibles.
En el corazón de todos: luto por las mujeres de Afganistán, confinadas a una muerte en vida, en este siglo XXI que nació con loables propósitos.
***Gloria Lomana es periodista y Presidenta de 50&50 GL.