De todas las lecciones que hemos aprendido de esta dolorosa pandemia, quizá la más útil para mejorar el futuro es haber entendido que la palabra colaboración es mucho más profunda que cualquier otro sustantivo.
Ningún país ha podido salir en solitario de este problema global, ni siquiera las economías más poderosas del mundo que, aunque cuentan con mayor músculo para reaccionar, al final han necesitado colaborar con otros Estados o instituciones de investigación, públicas y privadas, para avanzar juntos hacia la solución.
La pandemia es un problema mundial como lo es también la pobreza, el trabajo decente y el crecimiento económico, la acción por el clima y así hasta definir los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) impulsados por Naciones Unidas para mejorar el mundo en el que vivimos.
La paralización del planeta por culpa de un virus no ha podido ser más inoportuna en el tiempo. Ha frenado el primer año de la década de acción de esta Agenda 2030 y, previsiblemente, todavía ralentizará al menos un par de años más.
Esto no nos puede frenar. Ha sido un terrible contratiempo, pero sigue dependiendo de nosotros acelerar el máximo el cumplimiento de los ODS para alcanzar las exigentes y transformadoras metas que estamos persiguiendo.
El camino estaba hecho, nunca como antes se había movilizado tanto la sociedad hacia la necesidad de cambiar el planeta. No solo en lo relacionado con el cambio climático, sino también en la necesidad de promover sociedades más justas, más inclusivas, más libres y más equilibradas en términos de progreso y protección social.
Las grandes multinacionales del mundo -las que realmente podemos acelerar esa transformación-, impulsando por todos los países nuestros principios éticos y nuestros valores, ya estábamos y seguimos liderando este compromiso con la Agenda a través de los ODS.
En MAPFRE abrazamos todos los objetivos, aunque ponemos el foco en los siete en los que más podemos aportar en relación con nuestra actividad financiera y aseguradora: el fin de la pobreza, salud y bienestar para toda la población, trabajo decente y crecimiento económico, promover ciudades y comunidades más sostenibles, compromiso pleno en la acción por el clima o el ODS 16 relativo a la paz, la justicia e instituciones cada vez más sólidas.
También en el último, que en este momento es de los más importantes: las alianzas para lograr los objetivos. Es decir, la colaboración para afrontar juntos los 17 problemas más graves del planeta. Los ODS tienen que ser un compromiso de sumas trabajando en la misma dirección.
También Fundación MAPFRE está comprometida con esa agenda desarrollando una estrategia que alcanza a once ODS. Y entre ellos está -si se me permite y sin que suponga un menoscabo a otros tan necesarios como el fin de la pobreza- el objetivo que a mi juicio tiene la mayor capacidad de transformar el mundo: la educación.
Los que vivimos en países avanzados, altamente digitalizados y con sistemas democráticos estables y confiables, no somos conscientes de que muchos de los problemas en las diferentes regiones del mundo tienen que ver con el hecho de que una de cada seis personas de este planeta siga siendo analfabeta.
Igualmente, la Unesco advierte de que dos de cada tres de esos cerca de ochocientos millones de ciudadanos que se han quedado atrás son mujeres.
La educación no solo es imprescindible para el desarrollo personal y económico-social de las personas y los países, sino que también es la mejor garantía de avanzar hacia un mundo más justo, inclusivo y estable donde la libertad de todo tipo no pueda ser revertida por la fuerza, como desgraciadamente hemos vuelto a ver en Afganistán.
Nosotros somos una empresa de personas que cuidan de personas, también en nuestro compromiso social. Cada día vemos que nuestras acciones relacionadas con la educación, que venimos desarrollando en más de veinte países, son la llave para la inclusión y el progreso.
Allí donde estamos alimentando a un menor, también estamos formando a sus padres para que puedan reintegrarse al mercado laboral y volver a tener un futuro.
Es un reto apasionante. Pero trabajar para mejorar el mundo es también una oportunidad única para ser percibidos como lo que somos, una empresa comprometida con el desarrollo y el bienestar de las personas allí donde estamos ejerciendo nuestra actividad.
Cuando estalló la pandemia tomamos tres decisiones estratégicas que han sido determinantes para MAPFRE: proteger a las personas, proteger el negocio y ayudar a la sociedad. Lo hicimos movilizando más de 200 millones de euros y lo hacemos cumpliendo plenamente ese objetivo 17 que permite aumentar la eficacia de nuestras acciones, las alianzas.
Colaboramos de forma regular con más de 400 entidades en 40 países del mundo. En concreto, a través de Fundación MAPFRE, estamos impulsando este año un presupuesto adicional de 10 millones de euros con foco en Iberoamérica, que se suma a los 4 millones de euros, que invertimos anualmente en la región solo para proyectos sociales.
Es precisamente en nuestros países hermanos del otro lado del océano donde la pandemia no solo ha producido un terrible impacto social, se habla incluso de un retroceso de desarrollo de hasta dos décadas. Sus ciudadanos van a tener que seguir sufriendo unos cuantos trimestres más debido a la lentitud con la que pueden acceder a la vacunación masiva de su población.
En lo que va de año, ya hemos ejecutado cerca de 50 proyectos que nos están permitiendo ayudar a más de cuatro millones de personas, la mayoría de ellos excluidos a causa de la pandemia y la crisis posterior.
Y esto, como no puede ser de otra forma, lo estamos consiguiendo gracias a la colaboración de más de 160 entidades sociales de países como Argentina, Brasil, Colombia, México o Panamá, entre otros, y la implicación y el compromiso de más de 5.000 voluntarios de MAPFRE.
La pandemia ha hecho más visibles las desigualdades y ha aumentado muchos de los problemas que ya estaban sobre la mesa. Frente a ella, la respuesta solo puede ser reforzar el esfuerzo por la Agenda 2030, con alianzas transversales y globales donde todos los agentes económicos, todas las instituciones, todos los gobiernos y todos los ciudadanos actuemos de forma coordinada cumpliendo cada uno “la parte que nos toca”.
Así es como verbalizamos en MAPFRE nuestro compromiso con la sostenibilidad, empujando al máximo el cumplimiento de los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible.
El virus ha paralizado durante meses el planeta en todos sus aspectos, pero estamos a tiempo de acelerar y aprovechar al máximo esta década de acción. De nosotros depende aceptar que la pandemia haya sido un punto y aparte en este compromiso, o un punto y seguido.
Para MAPFRE es lo segundo, y seguiremos trabajando con intensidad cumpliendo con #LaParteQueNosToca para mejorar el presente y construir un futuro mejor para las personas.
***Antonio Huertas es presidente de MAPFRE.