Pocas tierras en el mundo tienen el potencial que tiene Andalucía. Una riqueza cultural y patrimonial difícil de igualar. Toda la variedad posible de paisajes, desde el desierto a la nieve; casi mil kilómetros de litoral bañado por dos mares o una industria agroalimentaria que no sólo recoge los frutos de lo que siembra, sino que también innova.
Andalucía vio partir las tres carabelas de Colón rumbo a América y la salida y llegada de la heroica expedición de Elcano y Magallanes que dio la primera vuelta al mundo. Andaluza fue la primera Constitución Española. En andaluz se expresaron españoles universales como Velázquez, Picasso, Lorca, Machado o dos premios Nobel de Literatura como Juan Ramón y Aleixandre.
Tenemos pioneras como Victoria Kent, María Zambrano o Carmen de Burgos. Y si es cuestión de presumir, podríamos esgrimir hasta que dos emperadores de Roma, Trajano y Adriano, nacieron en Itálica.
Andalucía ha jugado un papel protagonista en momentos clave de la historia y, ahora, sin duda, vivimos momentos decisivos. No sólo por la extraordinaria situación a la que nos está enfrentando la pandemia de la covid-19, sino también por los retos acuciantes e inaplazables para transformar el mundo. Plasmados en la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, mi tierra está dispuesta a ser su protagonista.
A comienzos de legislatura nos marcamos el reto de poner en marcha la Revolución Verde, del color del medio ambiente y de Andalucía. Una revolución inspirada por el espíritu medioambiental de la Agenda 2030 y que tiene como ejes dos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: el agua y la energía. La primera, como necesidad; la segunda, como oportunidad.
El agua, además de una necesidad, se había convertido en un problema para Andalucía. Al llegar al Gobierno de la Junta, nos encontramos con sanciones millonarias de la Unión Europea por incumplir, de manera sistemática, desde muchos años atrás, la depuración de aguas residuales. La situación era desoladora.
La Junta tenía sin gastar unos 500 millones de euros que había recaudado por el canon del agua, la ejecución de fondos europeos destinados a este bien estaba por debajo del 5% y había 172 obras de depuración en las que no se había hecho nada. Muchas de ellas sin proyectos de ejecución y sin expedientes de expropiaciones.
Mi tierra, Andalucía, está dispuesta a ser protagonista de los retos plasmados en la Agenda 2030
Mi compromiso personal con el medio ambiente y la sostenibilidad es inquebrantable. En dos años, el nuevo Gobierno de Andalucía ha licitado obras de depuración y saneamiento por 500 millones de euros. Ha puesto en marcha más de 300 actuaciones en materia de depuración que estaban declaradas de interés de la comunidad autónoma desde 2010. Y está mejorando las infraestructuras de depuración y saneamiento de 553 municipios, el 70% de nuestros pueblos.
El año que viene estaremos invirtiendo el 100% de los fondos recaudados por el canon del agua, algo que a principios de legislatura parecía una utopía.
La política hidráulica de Andalucía tendrá un efecto transformador en nuestro paisaje y calidad de vida. Pero también hay que recordar su impacto económico: estas inversiones se traducirán en la creación de casi 16.500 empleos.
En una tierra que arrastra un desempleo varios puntos superior a la media de España, ¿duda alguien que hubiera que reducir y simplificar los trámites administrativos para impulsar este tipo de proyectos? Así lo hemos hecho.
Con el agua, por necesidad, y con la energía, por aprovechar una de las mayores oportunidades que la naturaleza brinda a Andalucía. Como el deportista o el intérprete del que se dice que ha nacido con un don para su oficio, mi tierra nació con una virtud para ser referente en Europa para las energías renovables.
El nuevo petróleo que procede del sol y el viento convertirá a Andalucía en un surtidor estratégico de energía limpia para el resto de España y Europa. Creo en las energías renovables y el impulso que el nuevo Gobierno les está dando es decisivo.
El año pasado, el sector invirtió en Andalucía 750 millones de euros, creando 3.000 empleos vinculados a la construcción de plantas de renovables y sumando 887 megavatios de nueva potencia eléctrica instalada.
Casi la mitad de la potencia actual del parque generador de electricidad andaluz tiene origen renovable -el 46%-. Esto permite evitar la emisión de más de 5 millones de toneladas anuales de CO₂ a la atmósfera, el equivalente a recorrer casi 45.250 millones de kilómetros en coche por carretera en España.
Para hacernos una idea: ese ahorro en emisiones equivale al de casi 125.000 trayectos al día en coche de una punta a otra de la península, ya sea entre Almería y Coruña o entre Málaga y Barcelona.
Andalucía ha alcanzado este año 8.103 megavatios de potencia limpia para generar electricidad, un 12,3% más que el año anterior. Los parques de energía eólica aportan el 41% de la energía renovable andaluza; seguidos de la fotovoltaica, con un 29%; la termosolar, con un 12%; y la biomasa, con un 10%.
Cada vez es más frecuente encontrar en Andalucía cubiertas de edificios de viviendas con placas fotovoltaicas instaladas por propietarios cada vez más atraídos por el autoconsumo, y con un fuerte apoyo de la Administración autonómica. En esta legislatura hemos incentivado más de 10.000 de estos proyectos con 148,4 millones de euros que han movilizado una inversión de 484 millones de euros.
Andalucía nació con una virtud para ser referente en Europa para las energías renovables
Una vez más, hemos recurrido a la reducción de trabas burocráticas, mediante la tramitación conjunta cuando había más de una consejería implicada. Una tarea a la que ha contribuido de forma decisiva la figura del Comisionado para el Cambio Climático y Modelo Energético, creada en esta legislatura.
Nuestro potencial es enorme. La Agencia Andaluza de la Energía estima esa capacidad en más de 300.000 megavatios, lo que nos da una idea de todo el camino -un precioso camino- que nos queda aún por recorrer. Un camino que puede conducir al liderazgo de Andalucía como fuente de energía limpia para España y el mundo.
Dice un proverbio chino que el mejor momento para plantar un árbol fue hace veinte años y que el segundo mejor momento es ahora. No sabemos cuánto tiempo hace que Andalucía pudo haberse decidido a transformarse apostando por el agua -acaso su bien más escaso- y aprovechando la generosidad de sus recursos naturales. Pero no hay un minuto que perder: el momento de la Revolución Verde es ahora.
***Juanma Moreno Bonilla es presidente de la Junta de Andalucía