No dejar a nadie atrás fue el compromiso que, en 2015, asumió la Asamblea General de Naciones Unidas al adoptar la Agenda 2030, la brújula para transitar hacia sociedades pacíficas, feministas y ambientalistas.
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se entrelazan bajo una lógica de interdependencia. Al igual que una sociedad para poner fin a la pobreza requiere garantizar el acceso a sistemas de educación de calidad (y viceversa), para consolidar estados democráticos sostenibles se requiere lograr la igualdad real entre hombres y mujeres.
El 5º de los ODS, lograr la igualdad de género, es un acelerador de la transformación y el progreso porque permite que mujeres y niñas se posicionen como agentes de cambio para la elaboración de soluciones duraderas en beneficio de las comunidades.
La igualdad de género es un catalizador del desarrollo. La economía crece más, las democracias se hacen más sólidas y sostenibles y la paz se consolida.
Numerosas investigaciones demuestran las sinergias que existen entre igualdad de género, la reducción de la pobreza, del hambre y de la mortalidad infantil, al tiempo que mejoran los sistemas de salud y educación.
La informalidad laboral es mayor en las mujeres y su sobrecarga en trabajos de cuidados no remunerados es un lastre que impide avanzar hacia el desarrollo sostenible.
La pandemia de la covid-19 puso de manifiesto las desigualdades estructurales existentes, desde la economía hasta la protección social. En tiempos de crisis, cuando los recursos son más escasos y la capacidad institucional es insuficiente, las mujeres y niñas se enfrentan a impactos desproporcionados y con graves consecuencias.
Los avances en los derechos de las mujeres, que tanto han costado en las últimas décadas, se han estancado -y peor- han retrocedido en muchos países. Es indispensable poner a mujeres y niñas en el centro de los esfuerzos de la recuperación para retomar el ritmo del progreso.
Es hora de pasar de las palabras a los hechos, de los compromisos a la acción, del papel a la realidad
Apoyar el rol de las mujeres como líderes, con igual representación y capacidad de decisión es fundamental y así se lo ha expresado el secretario general de la ONU, António Guterrez, a los distintos gobiernos.
Los retos a raíz de la pandemia son complejos. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) realizó un estudio en el que se demostraba que el 57% de las mujeres en América Latina y el Caribe se ocupaban en los sectores que registraron el mayor impacto negativo en empleo e ingresos.
Es ahora cuando debemos recordar las lecciones aprendidas en la gestión de crisis previas y evitar caer en debates inconsistentes que nos sitúan en un escenario en el cual debemos elegir entre inversión para incentivar la economía o inversión para la igualdad de género.
Por el contrario, las políticas de igualdad de género junto a las políticas ambientales y contra el cambio climático son las que más fomentan el desarrollo social y económico.
En el Foro Generación Igualdad realizado en el pasado mes de julio con cincuenta mil participantes, se lanzó un plan de acción de cinco años para acelerar la igualdad de género. El plan se basa en una serie de acciones concretas, ambiciosas y transformadoras, con una inversión de cuarenta mil millones de dólares.
Es un plan esperanzador que contará con el acompañamiento de ONU Mujeres y del conjunto de las agencias, fondos y programas de Naciones Unidas, que se suma a los esfuerzos de la Agenda 2030. Es hora de pasar de las palabras a los hechos, de los compromisos a la acción, del papel a la realidad.
Las mujeres y niñas se enfrentan a impactos desproporcionados y con graves consecuencias
Sin lugar a dudas, todos los esfuerzos deben concentrarse en el desarrollo de nuevas alianzas y estrategias que construyan acciones con base en la interconexión de las problemáticas que vivimos.
Los ODS son la hoja de ruta para un mundo más justo, pero debemos incorporar un sentido de urgencia en su implementación dado que la vigencia de este compromiso se vence en nueve años.
Si no se garantiza la implementación de la Agenda 2030 con la igualdad de género como eje central, al acabar la actual década se deberá explicar qué impidió el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Cómo y por qué se perdió la oportunidad de construir un mundo mejor para las nuevas generaciones?
Aún estamos a tiempo de lograr la respuesta acertada: se cumplió la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible porque los países y las sociedades hicieron un esfuerzo, deliberado, coherente y consistente. Con la inversión necesaria, que permitió a las mujeres y niñas asumir un protagonismo que fue determinante para lograr el gran cambio que necesitaban las sociedades.
***Bibiana Aído es la representante de país de ONU Mujeres en Colombia.