Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2015 conforman una visión incluyente y sustentable de un mundo que avanza en bienestar, dignidad humana, paz y en las posibilidades de supervivencia de nuestra especie.
Uno de estos objetivos, el ODS 4, la educación de calidad para todos, es la piedra angular sobre la que descansan los restantes 16.
Cinco años más tarde, cuando en marzo del año 2020 el director de la Organización Mundial de la Salud declaró la covid-19 como pandemia, los impactos directos e indirectos de la misma iniciaron en muchos sistemas educativos un proceso de retroceso que pone en peligro los objetivos y podría deshacer los logros educativos de las últimas décadas.
Durante los últimos 18 meses he estado estudiando el impacto educativo de la pandemia, así como las diversas opciones para mitigar y revertirlo. Este es heterogéneo, no solo entre países, también dentro de los mismos.
Para muchos colegios, la pandemia ha reducido las posibilidades de aprendizaje de los estudiantes. Otros alumnos, en cambio, han desarrollado mayor autonomía en su aprendizaje, como resultado de tener más posibilidades de profundizarlo.
En buena parte del mundo en desarrollo, el impacto educativo de la pandemia ha sido más negativo. En primer lugar, porque el impacto sanitario ha sido más intenso. Y en segundo lugar, porque diversas fragilidades institucionales complicaron la posibilidad de diseñar y ejecutar respuestas educativas efectivas.
La pandemia continuará impactando a las sociedades latinoamericanas durante los próximos 12-18 meses
En Latinoamérica, por ejemplo, la mayor parte de las escuelas públicas han suspendido la instrucción presencial durante ya 18 meses. Este ha sido el mayor lapso de interrupción escolar en el mundo durante la pandemia.
Además, las modalidades alternativas de enseñar de forma remota han sido de poca efectividad en alcanzar, en particular, a los estudiantes más pobres. Como resultado, las brechas educativas han aumentado dentro de los países de Latinoamérica, y entre esta región y el resto del mundo.
Todo ello, se suma a que la pandemia aún no concluye y que es previsible que de diversas formas continúe impactando a las sociedades latinoamericanas durante los próximos 12-18 meses. Por lo que crean las condiciones idóneas para que la región vuelva a experimentar una década pérdida en desarrollo social.
Una respuesta apropiada es crear sistemas educativos híbridos, que combinen la enseñanza a distancia con la presencial para siempre
Así lo hizo durante los años ochenta, cuando, como resultado de los programas de ajuste económico, se redujo desproporcionadamente el gasto social, con la consecuente disminución de la capacidad del sistema educativo.
Frente a este riesgo, es comprensible que la preocupación actual por la educación esté en las pérdidas educativas causadas por la pandemia, desplazando así a la Agenda 2030 como norte de los esfuerzos educativos. Este énfasis idealiza las condiciones educativas anteriores y convierte la meta en recrearlas de nuevo.
Pero una respuesta más apropiada es crear sistemas educativos híbridos, que combinen la enseñanza a distancia con la presencial, desde ahora y para siempre. Donde sea posible transitar fluidamente hacía una mayor enseñanza a distancia, según lo requieran las condiciones epidemiológicas.
Este sistema híbrido debe apoyar a los estudiantes para desarrollar las competencias que no pudieron desarrollar durante los últimos 18 meses –a través de programas de educación acelerada, y no de educación remedial–.
También desplegar el espectro amplio de capacidades cognitivas y socio-emocionales alineadas con los ODS.
Las brechas educativas han aumentado dentro de los países de Latinoamérica, y entre la región y el resto del mundo
Ello quiere decir que debe buscar educar ciudadanos globales a partir de pedagogías que promuevan el aprendizaje profundo con base en proyectos y problemas.
Además de comprender el sentido de la educación –en relación con sus propios valores, así como su relevancia– de acuerdo con las necesidades del mundo en el cual viven.
La Academia Internacional de Educación y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) publicarán conjuntamente en septiembre una guía: Educación y covid-19: Recuperarse de la pandemia y reconstruir mejor, en la que explico de qué forma puede conseguirse esto.
Propongo cinco procesos de evaluación: de cómo ha cambiado el contexto, así como las nuevas necesidades que han creado estos cambios; del bienestar de los estudiantes y de su disposición para aprender; del acceso y participación de los estudiantes; del bienestar y disposición de los maestros; del impacto de la pandemia en las comunidades; y del funcionamiento del sistema educativo.
Sobre esta evaluación, será necesaria una estrategia tanto para los centros educativos como para el sistema, que permita enseñar durante la fase aguda de la pandemia, así como recuperarse de la misma.
La nueva estrategia educativa debe apoyar la salud mental y el bienestar emocional de los estudiantes
Esta estrategia debe estar orientada por el compromiso de apoyar a todos los alumnos, debe incluir una plataforma educativa híbrida que permita la personalización y la diferenciación.
Debe priorizar el plan de estudios, enfatizando competencias y la educación integral, y también basarse en educación acelerada y personalizada, apoyar la salud mental y el bienestar emocional de los estudiantes, evaluar la efectividad de las innovaciones que se han llevado a cabo e integrar servicios de apoyo al bienestar de los estudiantes.
La ejecución de dicha estrategia precisa aumentar la capacidad del sistema educativo. Esto requerirá mejorar la capacidad de las escuelas para apoyar la educación integral, desarrollar las capacidades profesionales de profesores y directores escolares, crear alianzas entre escuelas y otras organizaciones, tender lazos con las familias y construir redes escolares.
La mejor forma de responder a la calamidad educativa que ha creado la pandemia es haciendo de esta crisis la oportunidad de un renacimiento educativo, orientado por los ODS, una visión ambiciosa de un mundo incluyente, justo y sustentable.
*** Fernando Reimers es miembro del Consejo Asesor de la OEI, profesor de Políticas Educativas de la Universidad de Harvard –donde dirige la Iniciativa Global de innovación Educativa– y miembro de la Comisión de UNESCO sobre los Futuros de la Educación.