Una de las decisiones más cruciales de nuestra vida es la elección de pareja. Si escogemos con buenos criterios, es probable que eso nos facilite la existencia. Si elegimos mal o invertimos nuestro tiempo y energía en algo que no prospera, nuestra vida amorosa puede convertirse en un agujero negro que nos robe autoestima.
Como psicóloga especializada en el terreno del amor, estoy en constante búsqueda de conceptos que expliquen lo que nos ocurre y nos ayuden a entenderlo para poder tomar buenas determinaciones y no perder el tiempo en historias que no van hacia ninguna parte o que nos hacen sufrir.
Uno de los conceptos que he tenido que inventar, muy a mi pesar, es el de la no-relación. Las no-relaciones son esas historias en las que una de las partes quiere formalizar y convertirse en pareja y la otra parte prefiere continuar sin definir nada.
Las explicaciones más comunes suelen ser: “No estoy preparado para una relación”, “no quiero nada serio en este momento de mi vida”, “me gusta lo que tenemos ahora”, “odio las etiquetas” o “yo lo que quiero es seguir fluyendo”, “vengo de una ruptura y necesito tiempo”.
Cuándo tener “la conversación”
Cuando conocemos a alguien, necesitamos un tiempo para saber si queremos apostar por esa persona para construir algo juntos o no nos encaja a ese nivel. No existe un baremo concreto para determinar cuánto tiempo es el adecuado que nos lleve a dar un paso más, así que el criterio al que tienes que acogerte es tu propio ritmo interno.
El momento perfecto para tener la conversación sobre en qué punto estáis es cuando tú sientes que necesitas claridad en el asunto. Cuando empiezas a tener una inquietud al respecto y el hecho de seguir avanzando en la historia sin definir qué queréis cada uno, te genere incomodidad o incluso ansiedad.
El problema es que muchas veces da miedo sacar el tema, por si la otra persona no está en el mismo punto porque eso podría tener una consecuencia muy directa: romper.
La alternativa es mucho peor
Callarte y seguir tal y como estáis para evitar recibir una respuesta que no es la que quieres oír, abrirá una fuga en tu depósito de autoestima, en tu interior, y dificultará cada vez más salir de esa situación. Así que lo mejor que puedes hacer es coger el toro por los cuernos y hablar de lo que tú quieres.
¿Qué pasa si te dice que no quiere una relación?
Una vez abordas la conversación y recibes como respuesta que todo está bien tal y como está y que en todo caso en un futuro veréis qué pasa (pero, por ahora, nada), tienes delante una decisión importante que tomar.
Ese es el momento donde mucha gente comete el error de poner al otro en el centro de la ecuación y quedarse en esa historia con la esperanza de que cambie de opinión. Piensas que has encontrado a la persona más maravillosa sobre la faz de la tierra y que vale muchísimo la pena sacrificar tu salud mental y emocional por la posibilidad de que algo en ella haga el clic.
Para poder quedarte de brazos cruzados, sufriendo en silencio, te justificas: “Está en un momento estresante de su vida y es normal que necesite tiempo”, “como su ex le hizo daño, le cuesta más confiar”, “tiene una coraza, pero con tiempo y paciencia se la romperé”, “cuando me conozca más, se enamorará de mí y querrá una relación”.
Te empiezas a censurar y procuras no mencionar nada relacionado con el futuro, con formalizar la relación o con tus sentimientos. Lo último que quieres es generarle agobio. Tienes la sensación de estar andando por un campo de minas en el que puede haber una explosión en cualquier momento.
De vez en cuando, te recuerda que no quiere una relación, especialmente si habéis pasado más tiempo juntos de lo normal o se ha dado alguna escena mínimamente romántica. Marca su distancia y dibuja una línea invisible que tú crees que con el tiempo y el cariño, se irá difuminando. Y ahí sigues, en esa no-relación, consumiéndote por dentro.
El problema es que cuanto más tiempo pasa, hay menos excusas que puedan tranquilizar la creciente presión que sientes en el pecho. Hasta que te das cuenta de que nada ha cambiado. O, al menos, no lo suficiente como para sentirte feliz en esa historia.
Decir adiós no es fácil, pero sí necesario
Cuando ya se te ha agotado la paciencia y te has dado cuenta de que cada día estás un poco más triste y eres un poco menos tú, te toca tomar la decisión. Se acabó. Ya no tienes fuerzas para engañarte con un futuro precioso que solo está en tu imaginación. Toca ponerte a ti en el centro de la ecuación y elegir tu felicidad por encima de la fantasía que te has montado sobre lo que podría ser esa relación.
Hay alguien ahí fuera que sí va a querer apostar por ti y poner todas las etiquetas. Alguien que va a sentirse la persona más afortunada del mundo por tenerte como pareja. Y eso es lo que mereces: un amor completo y recíproco. Nada de migajas.
Si has vivido una situación que te ha dejado la autoestima tocada y te gustaría tener herramientas para trabajarla, he creado un curso muy completo sobre autoestima en el que incluso hay una lección dedicada a las no-relaciones. Lo encontrarás en silviallop.com/autoestima.
Recuerda que tú eres la protagonista de tu vida y tienes que tomar decisiones pensando en tu bienestar y poniéndote en el centro.