Se habla mucho de sostenibilidad, de enfrentamos con temor a un futuro siempre incierto por desconocido. Durante mi infancia, en mi alma de niño anidaba un terror a que todo desapareciera por una horrible confrontación nuclear entre dos bloques. La prensa no ocultaba los 'daños colaterales' y las terribles imágenes de guerras (Vietnam/Camboya/Eritrea/guerras de independencia…).
Nos mostraban dolor y muerte. Se recordaban con frecuencia las consecuencias de esas bombas y éramos conscientes de que, de forma absurda, cada vez se acumulaban mayor número y más potentes bombas nucleares que tenían la capacidad de destruir varias veces la humanidad entera. ¡Y esa terrible pesadilla podía suceder mañana!
¿Es sostenible nuestro planeta?, nos asaltan dudas y temores. Pero de algo tenemos certeza: este mundo no es sostenible sin paz. Ucrania, Siria, Libia, Afganistán, Sudán del Sur, Congo, Palestina, Eritrea o Yemen gritan en el terrible vacío de una humanidad que no escucha que nada es sostenible sin paz.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) indica que el año 2019 cruzaron las fronteras 1.500 millones de viajeros. Cientos de millones son los seres humanos que cada año buscan cumplir un sueño al iniciar un viaje. A través de viajar atesoran días de felicidad. Días en lugares de ensueño. Tras ese 'paréntesis' en sus vidas, volverán a sus realidades, esas realidades que a su vez les permiten mantener nuevos objetivos y sueños. Viajando, los sueños no tienen fronteras, estas parecen abrirse dándonos la bienvenida a casi cualquier rincón del planeta con una sonrisa.
Sin embargo, ACNUR nos recuerda que 'sobreviven' en torno a 95 millones de refugiados; personas desplazadas por las guerras, la violencia, la intolerancia. Ellos sueñan con que no existieran fronteras. Huyendo de sus realidades, inician viajes en los que solo la esperanza les permite sobrellevar la carga de incertidumbres y temores.
Millones son los que esperan en inacabables y grises campos de refugiados, a esos que muchos otros ni siquiera pudieron llegar tras sembrar el camino con sus cuerpos errantes. ¡No tienen billete de vuelta, no pueden enfrentarse a la posibilidad de tener que volver!
Para ellos también los sueños no tienen fronteras. Sin embargo, la realidad que enfrentan es la pesadilla de fronteras casi siempre cerradas: vallas, policías, prohibiciones… aun si consiguen superarlas, serán el 'diferente', el 'refugiado', el 'emigrado' y enfrentarán miradas cargadas de intolerancia, “víctimas vistas como culpables”.
La industria turística vive de los sueños
La paz no es posible sin tolerancia y respeto entre diferentes culturas. Conocer nuestro planeta, compartir sonrisas con hermanos de especie que viven otras realidades y profesan otras creencias es la mejor vía para sembrar en las almas de los que viajan semillas de tolerancia y respeto.
De todo ser humano podemos aprender algo, a todo ser humano podemos enseñar algo. Entender la inmensa riqueza que es para la humanidad la diversidad, el infinito conocimiento que se acumula en cada mente, en cada sociedad, en cada cultura. Dejar de temer al diferente, para, al contrario, saber que esa diferencia nos aporta a la humanidad en su conjunto la posibilidad de crecer a través de su modo de ver la vida.
El mundo se mueve por emociones, el miedo es una terrible emoción. Con frecuencia, el miedo nace del desconocimiento. Ignoramos, despreciamos, tememos lo que no conocemos. El miedo a lo desconocido lleva al odio hacia el desconocido. Conociendo, sonriendo, entendiendo al diferente desaparecen los temores y dan paso —casi siempre— a la proximidad de almas, floreciendo al rechazo a la violencia.
¡Cuánto ha cambiado la humanidad con la llegada de Internet! ¡Su impacto ha sido gigantesco y nos ha abierto infinitos mundos de infinitos seres humanos!
Cuánto ha cambiado la humanidad a través del movimiento de miles de millones de seres humanos que han conocido otros países y culturas. Millones de personas han sonreído y entendido otros seres —percibidos diferentes— viajando. Cuánto ha contribuido el turismo, a través de los cientos de millones de mensajeros de paz en que se transforman los viajeros tras conocer a 'otro', en el sentimiento creciente y global de la humanidad que desea la paz, la tolerancia y la convivencia entre diferentes.
Viajar abre las mentes. Viajar hace a los seres humanos más respetuosos con otras culturas. Viajando se siembran en nuestras almas semillas de tolerancia, de respeto… de esas semillas flores que ansían la paz y que gritan por la necesidad de que sepamos compartir nuestro bellísimo y diverso planeta.
El turismo es sin duda el mayor embajador por la paz que representa la humanidad. La guerra es destrucción, no existe sostenibilidad sin paz. No existirían esos 'otros viajeros' en los campos de refugiados si conseguimos que el primer objetivo de la humanidad sea la tolerancia, el respeto y la paz entre diferentes.
Diferencias que en realidad son casi inexistentes cuando hablamos de las emociones que mueven los seres humanos: el deseo de felicidad, la necesidad de amar, la necesidad de que nos entiendan o al menos respeten nuestro modo de ver la vida, la búsqueda de tener una vida digna para nosotros y los que nos siguen en el camino.
***Luis García es fundador de Europa Mundo Vacaciones, miembro del consejo de administración de EMV y diseñador de circuitos turísticos.