Uno de los sueños de todos aquellos que estudiamos la biología del cáncer es encontrar la vía en la que el propio cuerpo acabe con el proceso tumoral. En realidad es algo que se da constantemente. Cada día tu sistema de defensa suele eliminar todo aquello que le resulta extraño y aquí se incluyen: virus, bacterias, hongos y tumores. Mas, a veces, no funciona.
Desde hace algún tiempo la Tumor-inmunología se ha establecido como la ciencia que estudia todo lo relacionado con las defensas en un contexto tumoral. Dos son sus preguntas esenciales: ¿Por qué se desactiva la defensa? y ¿cómo podemos reactivarla o potenciarla?
En este sentido, muchos investigadores han estado estudiando la posibilidad de entrenar al cuerpo, en específico a las defensas, para que reconozcan el tumor y lo eliminen eficientemente.
El concepto se basa en fortalecer la respuesta inmunológica, sometiendo a las defensas a sesiones de entrenamiento intenso, como si un 'CrossFit' celular fuera. No, no exagero. Son verdaderas tablas de gimnasio moleculares en ocasiones con repeticiones consecutivas y períodos cortos de recuperación.
Con el comienzo del siglo en la jerga de la inmunología apareció el término training. Sí, también hemos caído en la ridícula moda de llamar algunas cosas en inglés; de hecho, también decimos que algo puede ser cool y sexy, pero eso será tema para otra columna. Volvamos. El training o entrenamiento se describía fundamentalmente en el contexto de las enfermedades infecciosas donde, a nivel de laboratorio, la exposición a un componente de los hongos (el beta-glucano), entrenaba a las defensas para eliminar eficientemente una posterior infección bacteriana.
Pero, como casi siempre ocurre, se ha dado el salto a otra área de la salud con una pregunta sencilla. ¿Puede ese mismo entrenamiento con una parte de un hongo hacer que las defensas sean eficaces en procesos tumorales e incluso en la metástasis?
La respuesta es sí. Un grupo de investigadores han observado que, en modelos animales, cuando se entrenan las defensas con exposiciones al beta-glucano se induce una respuesta antitumoral mucho más vigorosa y efectiva que puede funcionar, no sólo en caso de los tumores primarios, también en la metástasis.
El estudio, publicado por una de las revistas del grupo Nature, impresiona por la sencillez del diseño experimental y lo interesante de los resultados obtenidos; sin duda, muy prometedores. Los autores dan un paso más allá de lo que ya se conocía postulando algunos mecanismos moleculares, aún preliminares, que podrán ser utilizados como dianas farmacéuticas en un futuro quizá no lejano.
Haciendo historia con tintes científicos personales: cuando al siglo XX aún le quedaban unos años para morir, mi empeño se centraba en estudiar cómo las defensas se quedaban exhaustas luego de una infección bacteriana. Algo que provocaba una casi total inacción cuando, en poco tiempo, aparecía un nuevo patógeno. Una especie de tolerancia.
Aquello fue mi tesis doctoral bajo la égida del científico y profesor de investigación del CSIC Lisardo Boscá Gomar. Años después, ya como investigador independiente, esta pregunta siguió rondando mis experimentos y de ahí salté a describir el fenómeno de tolerancia en tumores.
Cuando di el salto del estudio de las infecciones a la investigación de los tumores, un científico en ciernes acompañaba mis aventuras: Carlos del Fresno. Él y Pedro Escoll, actual investigador del Instituto Pasteur en París, me ayudaron a establecer un mecanismo molecular mediante el cual las células tumorales anulan la actividad defensiva del sistema inmunológico generando la mencionada tolerancia. ¿Y qué tiene que ver todo esto con el CrossFit contra el cáncer? estarás preguntándote.
“Todo es armonía en la naturaleza”, decía un famoso bioquímico y no me canso de repetirlo. Carlos del Fresno, luego de terminar su tesis en mi laboratorio partió en busca de otras experiencias científicas logrando desarrollar trabajos de excelencia, justamente en lo contrario de la tolerancia: el entrenamiento. En bromas siempre decimos que “tenía que matar al padre”.
Muchos años después Carlos vuelve al centro que lo vio crecer, el Instituto de Investigaciones Sanitarias del Hospital La Paz (IdiPAZ), con la firme idea de establecer las bases de un fitness contra el cáncer. Algo con lo que, sin lugar a dudas, mi equipo entero colaborará.
El trabajo publicado cuyos resultados te he comentado sienta muchas de las bases que se necesitan para hacer realidad el CrossFit anti-tumoral. Las células de las defensas entrenadas con fragmentos de hongos desarrollaron una mayor capacidad de respuesta a los tumores.
De hecho, en modelos de animales siguiendo la misma estrategia de pre exposición al beta-glucano —una simple inyección— se logró mitigar la proliferación maligna e incluso se frenó la metástasis.
¿Y ahora qué?
Toca seguir estudiando. Otra vía abierta, otro concepto prometedor. Alguno será la clave para acabar con el cáncer. Por lo pronto en el IdiPAZ las energías se renuevan con nuevos ángulos de tiro contra la misma diana: la metástasis.