Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), únicamente el gasto en calefacción representa el 47% del consumo total de energía de los hogares en España, seguido muy de lejos por el de los electrodomésticos (19,4%). Y se estima que un 10% de los hogares españoles sufre pobreza energética. Por otro lado, informes oficiales indican que el parque de edificios español es responsable de aproximadamente el 30% del consumo de energía final del país y de un tercio de las emisiones de CO2.
A la luz de estos datos y atendiendo a que, además, nos encontramos inmersos en un contexto de crisis energética y de escalada de precios, a nadie se le escapa la relevancia de mejorar la eficiencia energética de nuestros edificios, sin olvidar que, como país miembro de la Unión Europea que somos, también tenemos el reto de cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de la Agenda 2030.
En este contexto, debería ponerse el foco de manera prioritaria en el aislamiento térmico, que es el sistema pasivo más determinante a la ahora de ahorrar energía en cualquier vivienda o edificio, permitiendo reducir en más de un 50% el recibo de la luz. Para ahorrar energía necesitamos que los edificios consuman menos y para ello es imprescindible fomentar su correcto aislamiento.
Al fin y al cabo, la energía barata es justamente aquella que no se consume. Un buen aislamiento térmico lo que hace es mantener la temperatura interior lo más estable posible, impidiendo la salida del calor en invierno y del frío en verano, sin alterar los hábitos de vida y mejorando el confort.
Mejorar la eficiencia energética en los edificios gracias a de la reducción de la demanda a través de la envolvente térmica, permite no sólo aliviar el impacto de la factura de la luz y combatir la pobreza energética con relación a la economía doméstica, sino también disminuir la dependencia energética y el uso de combustibles fósiles con relación a la economía del país.
Los datos demuestran que hasta el 80% de la energía que utiliza el parque edificado se puede ahorrar mediante tecnologías ya probadas, sostenibles y rentables. Pero no solo eso: a todos los beneficios ya citados, se suman también otros nada desdeñables como la obtención de un mayor confort en las estancias y la revalorización de la propia vivienda o edificio.
Para conseguir una mejora efectiva en el aislamiento térmico de una construcción, que nos procure todas estas ventajas, es fundamental la elección de los materiales aislantes adecuados. Dado que en el mercado podemos encontrar numerosos productos y no todos tienen los mismos resultados, lo recomendable es atender a sus prestaciones, así como a su impacto ambiental.
En este sentido, resulta clave la apuesta por materiales de origen natural como las lanas minerales (de roca o de vidrio), que no sólo proveen de un eficaz aislamiento térmico a partir de materias primas naturales, sino que ofrecen un mejor aislamiento contra el ruido y refuerzan la seguridad frente a incendios al ser incombustibles, dada su naturaleza inorgánica.
De hecho, los productos de lana de vidrio y de roca son los aislamientos más utilizados en los países de la UE, que tienen una normativa edificatoria más exigente que la española. Son duraderos, saludables y sostenibles, y forman parte de un proceso de economía circular acreditado, que tras su uso pueden ser de nuevo reciclados o reutilizados.
Rehabilitar más, pero sobre todo mejor
El parque de viviendas español es ineficiente energéticamente. El 90% de los edificios construidos en España son anteriores al último código técnico de la edificación, y cerca de un 60% están en pie desde antes de que existiera una normativa sobre eficiencia energética. Esto ha colocado a España frente al enorme reto de rehabilitar 1,2 millones de viviendas de aquí a 2030 (un total de 7 millones en 2050) y adaptarlas al modelo de eficiencia energética que marca la Unión Europea.
Para llevarlo a cabo, desde AFELMA venimos recomendando que se aborde un plan de rehabilitación del parque edificado en profundidad y contemplando el proceso de construcción en todo su conjunto: desde la renovación de la envolvente del edificio hasta la consideración del ciclo de vida de dicho edificio, pasando por el confort y la salud de quienes residen o trabajan en su interior.
Para ello, insistimos en la necesidad de que las Administraciones faciliten el acceso a las ayudas Next Generation, de manera que se puedan llevar a cabo el mayor número de rehabilitaciones posibles atendiendo también a criterios cualitativos, algo a lo que también ayudaría la creación de deducciones fiscales por los gastos incurridos en renovaciones.
La manera en la que se rehabilita es tanto o más importante que la cantidad de edificios que se rehabilitan. Sin duda hay que rehabilitar más, pero también hacerlo mejor y aquí es donde los materiales utilizados son claves para una rehabilitación adecuada. La reducción de la demanda energética mediante la incorporación de aislamiento debe ser el punto de partida antes de tomar otras medidas complementarias, y está demostrado que las lanas minerales son el aislante térmico más eficaz.
Cuando se rehabilita una vivienda, hay que hacerlo pensando en el largo plazo y por eso no solo es importante incidir en las medidas de naturaleza de ahorro energético, sino en otros factores como el aislamiento acústico y la seguridad frente a incendios.
Es por este motivo que consideramos fundamental que las administraciones creen las condiciones que estimulen a los operadores para rehabilitar los edificios en línea con los estándares más altos del sector. Cada vez se hace más necesario actualizar las exigencias acústicas y, en consecuencia, someter al CTE a una revisión al alza.
*** Miguel Ángel Gallardo es presidente de AFELMA.