Cuando llega el 22 de marzo suelo tener sentimientos encontrados. Por una parte, de alegría por lo que AUARA ha realizado desde 2016. Por otra, me invade un sentimiento de pesadumbre porque el acceso a agua potable en el mundo sigue siendo una quimera.
El agua cuenta con un ODS propio en la Agenda 2030, el ODS 6 (Agua limpia y saneamiento), para garantizar su disponibilidad, su gestión sostenible y el saneamiento para todos. Y a él recurrimos constantemente para conocer cómo vamos avanzando. El último informe de la ONU sobre la evolución de los ODS en 2022 refleja una realidad compleja y un desafío mayúsculo: para cumplir con las metas de agua potable, saneamiento e higiene para 2030, sería necesario cuadruplicar el ritmo de progreso.
El informe señala que la proporción de la población mundial que utiliza servicios de agua potable gestionados de manera segura aumentó del 70% en 2015, al 74% en 2020. Aun así, 2.000 millones de personas carecían de estos servicios ese año, entre ellas 1.200 millones de personas que no disponían de un nivel básico de servicios. La publicación indica que, de mantenerse el ritmo actual y ante el aumento de la población mundial, se alcanzaría una cobertura del 67% en 2030, lo que seguiría dejando a 2.800 millones de personas sin acceso a agua potable.
Las cifras no engañan y no nos permiten mirar para otro lado, aunque en España o en los países más desarrollados sería impensable que pudiéramos vivir sin poder abrir el grifo para beber, asearnos o ir al servicio. Según la ONU, 1,4 millones de personas mueren anualmente, y 74 millones verán acortada su vida, a causa de enfermedades relacionadas con el agua, el saneamiento y una higiene deficientes.
Cada día, cerca de 1.000 niños mueren por enfermedades diarreicas asociadas a la falta de higiene. Las mujeres y las niñas son las encargadas de ir a por agua en el 80% de los hogares sin acceso a agua corriente, sobre todo en África y Asia.
[ODS 6: Agua limpia y saneamiento]
Estos datos reflejan una realidad que nos debería, cuanto menos, causar rubor y hacernos pensar qué se podría hacer para tratar de revertirla. No tener acceso a agua potable es la mayor de las pobrezas y condiciona la vida de las personas y las comunidades en las que viven.
Sin ella, la salud se convierte en un problema mortal, las mujeres y las niñas ven supeditado su día a día porque para ellas su prioridad es acarrear bidones de entre 20 y 30 litros, más que ir al colegio, cultivar, trabajar para sustentar a la familia o atender sus propias necesidades personales. Sin agua, el sustento familiar de los agricultores y ganaderos de los países menos desarrollados se convierte en una heroicidad y su economía se ve aún más diezmada.
Pero no podemos lamentarnos. Aunque los días mundiales nos acompañen durante todo el año con motivo de alguna reivindicación, celebración, sensibilización o reconocimiento, el Día Mundial del Agua tiene que servir para seguir avanzando en que el derecho al agua sea una realidad.
Desde AUARA tratamos de contribuir habiendo facilitado el acceso a agua potable a 96.571 personas en 22 países de África, Asia y América Central, mediante la instalación de 130 infraestructuras, gracias a la colaboración de muchas empresas y de los socios en terreno.
Este año el lema elegido por Naciones Unidas para celebrar este 22 de marzo es Acelerando el cambio y nos anima a ser protagonistas de esa transformación que queremos ver en el mundo, como aquel colibrí de la fábula, que ante un fuego en el bosque contribuyó con su granito de arena a apagar el incendio, llevando agua en su pico que cogía en un lago. “Yo solo no puedo extinguir el incendio, pero estoy aportando mi granito de arena”. Seamos colibríes para animar a que la involucración de las empresas, gobiernos y el tercer sector contribuya a afrontar el desafío del acceso a agua potable.
***Antonio Espinosa de los Monteros, CEO y cofundador de AUARA.