Desde una presunta fuga de un laboratorio hasta el salto desde un animal a los humanos, pasando por la creación intencionada –mal intencionada, diría– por parte de una nación con pretensiones de hegemonía, las hipótesis se han malaxado en los crisoles de la opinión pública llegando a estar en boca de influyentes representantes de nuestra sociedad.

Con cierta perplejidad estamos asistiendo a rotundas aseveraciones sobre el origen del SARS-CoV-2 que, por supuesto, se emplean como lanzas de ataque entre formaciones políticas, en grupos de WhatsApp, conversaciones de pasillo y discusiones familiares. Mas, ¿qué dice la ciencia?

Una preponderancia de los casos de Covid-19 con los primeros síntomas conocidos ha sido relacionada, directa o indirectamente, con el mercado mayorista de marisco de Huanan, situado en el distrito de Jianghan de la ciudad de Wuhan, China.

Desde los inicios de la pandemia, sabemos que en este mercado se comerciaban especies salvajes capaces de transmitir el virus. El muestreo ambiental realizado en superficies y aguas residuales en todo el mercado desde el 1 de enero hasta febrero de 2020 reveló que el SARS-CoV-2 estaba predominantemente presente en la sección suroeste del mercado, lugar donde se vendían mamíferos vivos y trabajaban muchos de los primeros pacientes que sufrieron el envite de la COVID-19.

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Pero vayamos a lo concreto: el pasado 9 de marzo se hicieron públicos los datos sin procesar del análisis realizado en muestras ambientales recogidas en Huanan por aquellas fechas, algo de mucha utilidad para descifrar el origen de la pandemia. Unas semanas antes, y usando estos datos, un grupo de investigadores chinos con acceso privilegiado a ellos sacaban a la luz un trabajo, sin revisión científica previa, donde aseguraban la coexistencia del virus y material genético humano en un número significativo muestras, pero nunca la coincidencia del SARS-CoV-2 y material genético de otros animales.

¡Los gritos se escucharon en Marte! Según este reporte, el virus no se transmitió desde especies salvajes a los humanos en el mundialmente conocido mercado.

Sin embargo, en la ciencia todo se verifica de manera independiente. Usando la base de datos que te mencioné anteriormente, un grupo de científicos afincados en varios centros de excelencia como La Jolla en San Diego, la Universidad de Sydney, el Rega Institute de Bélgica, la Universidad de Edimburgo y algunos más, han arribado a conclusiones un poco diferentes. Este reporte se ha subido a un repositorio científico hace tan solo unos días.

El grupo internacional de investigadores nos dice que en las muestras ambientales tomadas al comienzo de la pandemia en el mercado Huanan se detectan conjuntamente el virus SARS-CoV-2 y material genético de animales salvajes que allí se vendían, tales como perros mapache, ratas de bambú y civetas de palmeras.

Esto inclina la balanza hacia la existencia de intermediarios animales en el conocido mercado y lo califica como potencial punto de inicio de la pandemia. De hecho, el análisis concienzudo realizado por este equipo detecta la presencia de genomas mitocondriales completos de cinco especies salvajes en muestras ambientales que, además, eran positivas para el virus.

Buscando la neutralidad que provee la interpretación serena de los datos existentes, la respuesta se debe matizar sin uso de barnices ni ungüentos.

Si bien es cierto que el análisis proporciona nuevas evidencias que respaldan la hipótesis de que el virus se propagó desde un animal, aún no es una prueba definitiva.

La realidad científica, reconocida por el grupo de investigadores antes mencionado, refuerza la necesidad de nuevos análisis para responder la pregunta que tantas supuestas respuestas ha tenido. Cabe destacar que nunca se ha logrado observar el momento exacto del salto desde un animal y al ser humano de un patógeno pandémico. No obstante, los últimos hallazgos contribuyen y refuerzan el gran número de pruebas que apoyan el origen natural del SARS-CoV-2.

Como científico puedo afirmar que los datos acumulados desde el inicio de la pandemia apuntan claramente a un origen zoonótico del SARS-CoV-2. Una preponderancia de los primeros pacientes hospitalizados por la Covid-19 se relacionó con un único lugar, uno de los cuatro mercados de una ciudad de 11 millones de habitantes, donde se vendieron potenciales intermediarios del virus.

Por otra parte, la localización de los primeros casos graves de Covid-19 sin un vínculo epidemiológico claro con el mercado de Huanan estaba tan físicamente cerca de dicho mercado que me inclino por una transmisión comunitaria del SARS-CoV-2 en esta zona que luego se expandió por Wuhan y al resto del planeta.

Un aspecto importante es que las ubicaciones de las muestras ambientales positivas para el SARS-CoV-2 en el mercado de Huanan estaban donde se vendían mamíferos vivos susceptibles a ser los transmisores del virus. De hecho, la diversidad genética temprana del SARS-CoV-2 sugiere múltiples propagaciones, y los dos linajes tempranos del virus se observaron directamente en Huanan algo que difícilmente pueda ser casualidad.

Estos resultados proporcionan pistas para seguir investigando los acontecimientos previos que probablemente condujeron a la presencia de animales infectados en el archiconocido mercado y su papel como epicentro de la pandemia.

Los autores del reporte que menciono afirman que “otros estudios sobre el origen del SARS-CoV-2 deberían incluir la investigación de todas las cadenas de suministro de los puestos identificados en los que se detectó el SARS-CoV-2, así como estudios de genética de poblaciones de las granjas de animales salvajes que abastecían al mercado y de las poblaciones salvajes en las proximidades de Wuhan”.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que los sucesos ocurrieron hace más de tres años, por lo que las limitaciones para realizar una investigación profunda son enormes. En el futuro sabremos o no la verdad, mientras tanto, sigamos haciendo ciencia y evitemos propagar medias verdades.