¿Son las mujeres más solidarias que los hombres? ¿Es la filantropía más femenina que masculina? Estas preguntas surgen con frecuencia al hablar y tratar de dimensionar la contribución solidaria de las sociedades.
Cuenta Roberto Sáez en Evolución humana: historia y origen de la compasión, que hace dos millones de años surgieron los comportamientos que entendemos hoy en día como más humanos, entre ellos, la compasión. Cuando empezó a estudiarse el origen de lo que hoy podríamos denominar sociedad de los cuidados, desde algunas corrientes empezó a apuntarse que el Homo erectus se relacionaría con los seres humanos de hoy de un modo más directo del que se pensaba, como sucede si nos cruzamos con un chimpancé.
Algunos estudios globales demuestran que sí, que es mayor el número de mujeres donantes que el de hombres y muchos quieren ver ciertas cualidades humanas, como la empatía, relacionadas con actitudes altruistas, más presentes en las mujeres. Ciertamente, la filantropía y la solidaridad son tan antiguas como el mundo. Hay hombres y mujeres solidarios. Todos podemos tener un mayor o menor compromiso. Depende de la disposición, la voluntad y los valores de cada uno.
Lo que sí es una realidad objetiva es que el sector fundacional y, en general, el Tercer Sector, sigue estando muy feminizado. La mayoría de su fuerza laboral es femenina y las personas voluntarias suelen ser mujeres. Hay muchísimas fundaciones con nombre de mujer, en honor a sus fundadoras.
Entre los donantes, de acuerdo con el último estudio de la Asociación Española de Fundraising, hemos alcanzado una paridad exacta. En la filantropía que podemos llamar “informal” o no institucionalizada, existe la percepción de que el peso de las mujeres es importante. Sin embargo, cuando atendemos a los puestos de dirección y, sobre todo, a la composición de los patronatos, la presencia de las mujeres no alcanza la deseada paridad.
Para reflexionar sobre algunas de estas cuestiones, el pasado 8 de marzo, la Asociación Española de Fundaciones (AEF) celebró un encuentro titulado Mujeres, filantropía y fundaciones, sumándose de este modo a la celebración del Día Internacional de la Mujer. En él se pusieron sobre la mesa algunos datos que ilustran lo anterior.
Según la estadística del INE y el Ministerio de Cultura, el 70,6% de los miembros de los patronatos de las fundaciones estatales son hombres frente a un 29,4% de mujeres y el dato no ha evolucionado mucho durante los últimos años. En términos globales, y aun siendo similar al porcentaje de consejeros y consejeras en las empresas cotizadas, es llamativo precisamente por la presencia relevante de mujeres en otros niveles.
Además, el ejercicio del cargo de patrono es gratuito. Para perfilar esta foto, se hizo una encuesta entre patronas, directivas y presidentas de fundaciones. No es una muestra suficientemente representativa, pero arroja algunas consideraciones interesantes. Más del 70% de las patronas o directivas de fundaciones considera que los órganos de dirección de las fundaciones pueden ser no representativos del trabajo voluntario y laboral de las mujeres, y el 55% afirman claramente que no son representativos.
El 66% de las directivas y patronas de las fundaciones percibe una dudosa representación de las mujeres en los órganos de dirección del conjunto de las fundaciones y el 50% afirma claramente no sentirse representada o identificada con la actual proporción de mujeres en los órganos de dirección del conjunto de las fundaciones.
Cuando se pregunta a las encuestadas cuáles pueden ser las principales dificultades u obstáculos para que las mujeres formen parte de los patronatos, un porcentaje elevado señala que se debe a la falta de renovación o de ampliación del número de personas que forman parte del mismo.
Mejorar la paridad es una cuestión de gobernanza, lo sabemos, y la baja representación de las mujeres en la dirección y gobierno de las fundaciones aflora de nuevo cuestiones clave.
Como señalaron algunas de las participantes en la mesa el pasado 8 de marzo, cuanto más pequeña es la fundación, más presencia de mujeres encontramos en todos los niveles. Cuanto más grande, menor número de mujeres encontramos en los puestos directivos. Si hablamos de la implicación de los patronos en el gobierno de la fundación, se señaló que las mujeres participan más y hacen más propuestas.
Por lo tanto, las mujeres no están suficientemente presentes en la mayoría de las decisiones clave y estratégicas que las fundaciones adoptan si pensamos que los patronatos deben ser de verdad los máximos responsables del gobierno de las fundaciones. Cómo captar, aprovechar y retener el talento de la mitad de la población para los patronatos de las fundaciones, como se señaló, incluso con un plan profesional, es muy necesario y un reto y una obligación de las fundaciones y de toda nuestra sociedad en casi un tercio de andadura del siglo XXI.
Además, existen otras cuestiones comunes a distintos sectores. Siguen aflorando las dificultades de conciliación o el rol social de los cuidados que continúa siendo más asumido por las mujeres, lo que se puede acrecentar ante la realidad demográfica. No en vano, muchos de los puestos de trabajo del sector lo son a media jornada. También hace falta que las mujeres nos creamos todo lo que podemos alcanzar, señaló una de las participantes.
Las fundaciones son muy variadas, en origen, tamaño, tipo de financiación, ámbito territorial, y, sobre todo, fines, muy diversos, pero todos de interés general, por lo que la promoción de la igualdad de oportunidades de las personas está en la visión de todas.
Sin embargo, no siempre esa visión se ve reflejada a nivel organizativo. En definitiva, no podemos dar por alcanzado el ODS número 5, la igualdad de género, en el sector. Son muchas las fundaciones que han abordado obligatoria o voluntariamente sus planes de igualdad y la AEF se ha propuesto caminar en esta dirección, promoviendo no solo el debate sino las herramientas que permitan a las fundaciones abordar este objetivo.
***Isabel Peñalosa, directora de Relaciones Institucionales de la Asociación Española de Fundaciones.