El mundo se enfrenta a una crisis medioambiental crítica, y las empresas tienen un papel fundamental que desempeñar para abordarla. En España, el compromiso de las compañías con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) todavía es muy limitado, pues con base en datos de Deloitte, solo el 9% de las empresas del IBEX 35 ha incorporado a su estrategia un propósito que integre alguno de ellos.
Es aquí donde la colaboración entre los directores financieros (CFO) y los directores de sostenibilidad (CSO) puede desempeñar un papel clave a la hora de impulsar unos resultados que estén en consonancia con el impacto medioambiental. Los CFO son responsables de gestionar la salud financiera de una empresa, mientras que los CSO son responsables de gestionar sus resultados en materia de sostenibilidad.
A primera vista, estas dos funciones pueden parecer no relacionadas, pero en realidad están profundamente interconectadas. Una empresa que no es sostenible desde el punto de vista financiero no puede invertir en iniciativas de sostenibilidad, mientras que una empresa que no es sostenible desde el punto de vista medioambiental puede enfrentarse a riesgos de reputación, legales, sociales y financieros.
En este sentido, uno de los principales beneficios de la colaboración entre los CFO y los CSO es la mejora de la gestión de riesgos. Los riesgos medioambientales, como el cambio climático, la escasez de agua y la deforestación, pueden tener un impacto significativo en las operaciones y los resultados financieros de una empresa.
Trabajando juntos, los dos pueden identificar y mitigar estos riesgos, integrando las consideraciones medioambientales, sociales y societales en la planificación financiera y la toma de decisiones. La colaboración también puede impulsar la innovación. Los CFO y los CSO pueden trabajar juntos para identificar nuevas oportunidades de productos y servicios sostenibles y explorar nuevos modelos empresariales que den prioridad a la sostenibilidad.
Esto no solo puede mejorar los resultados medioambientales de una empresa, sino también impulsar el crecimiento y la rentabilidad, atrayendo nuevos clientes que buscan cambiar sus hábitos de consumo por marcas que demuestran su compromiso sostenible.
Por último, esta unión también puede ayudar a construir y mantener la reputación y el valor de marca de una empresa. La sostenibilidad se ha convertido en una cuestión cada vez más importante para clientes, inversores y otras partes interesadas. Al colaborar, ambos pueden garantizar que los esfuerzos de sostenibilidad estén en consonancia con los valores y la misión de la empresa, y que se comuniquen eficazmente a las partes interesadas.
En conclusión, separar o incluso antagonizar el rendimiento financiero y el sostenible se está quedando obsoleto. Pues, como dice Alex Edman en su libro Grow the Pie, una empresa prosperará si hace crecer “el pastel”, el valor, para todas sus partes interesadas: los accionistas, por supuesto, pero también el planeta, la sociedad, las personas que trabajan en ella.
Así que la colaboración entre los directores financieros y los directores de sostenibilidad es fundamental para alcanzar objetivos sostenibles que sean viables desde el punto de vista financiero, estén en consonancia con los valores y la misión de la empresa y sean eficaces en la gestión de los riesgos medioambientales.
La crisis medioambiental a la que se enfrenta el mundo hoy en día es demasiado grande para que una sola persona o departamento la resuelva por sí solo. Trabajando juntos, pueden impulsar resultados que estén en consonancia con el impacto medioambiental y que beneficien a la empresa, al medio ambiente y a la sociedad en su conjunto.
Las empresas que demuestren que pueden ser rentables y sostenibles al mismo tiempo serán las que perduren.
*** Camille Richard es directora de Sostenibilidad de Back Market.