La semana pasada no acudí a mi cita semanal contigo a través de esta columna. ¿La razón?, una migraña insoportable me mantuvo lejos de las pantallas y las personas convirtiéndome en un ser asocial y gruñón.

Ya ha pasado y esta vez me ha recordado dos cosas importantes: somos prescindibles –mi ausencia no provocó una avalancha de preocupación– y, más significativo aún, no hay solución efectiva para este mal.

Según la Sociedad Española de Neurología, la migraña nos importuna –por decirlo suave– a más de 5 millones de personas en el país; estamos hablando de un 12-14% de la población. Estos números la califican como la enfermedad neurológica más prevalente en España.

Si nos vamos a las estadísticas globales, la Organización Mundial de la Salud calcula que alrededor de mil millones de personas sufren de migraña en todo el mundo. Es decir, el 14 % de los habitantes de la Tierra las sufrimos.

A pesar de que, remarco, los científicos de este campo no han encontrado una cura para las migrañas, es cierto que se ha mejorado en el tratamiento de los síntomas. De hecho, puedo constatar que los afectados hemos asistido a más avances en el tratamiento de la migraña en los últimos 3 años que en los 30 anteriores.

Los avances, aunque no siempre disponibles, incluyen nuevos fármacos y novedosos sistemas de administración; hablo de aerosoles nasales e inyecciones que pueden funcionar mejor y tienen menos efectos secundarios que los antiguos medicamentos contra la migraña.

Algunos de estos medicamentos para tratar los síntomas –y nunca curar la enfermedad– son capaces de mejorarnos la calidad de vida durante esos días, incluso si nos sometemos a ellos entre 2 y 4 horas después del ataque. Teniendo en cuenta que la mayoría de los tratamientos antiguos solo funcionaban si se aplicaban en los primeros 30 minutos de aparición de los síntomas, estamos frente a un avance gigante

No obstante a las novedades que os he comentado, la farmacología de los nuevos medicamentos sigue incluyendo un número importante de efectos secundarios adversos. Sí, para evitar el molesto dolor, en ocasiones hay que sufrir: mareos, fatiga, hormigueo, entumecimiento de la piel, náuseas, somnolencia, sequedad en la boca, algún efecto sobre el aparato digestivo y un etcétera algo extenso.

¿Y qué hay con la prevención?

En este apartado también hemos asistido a algunos progresos. Entre los medicamentos profilácticos, diseñados para impedir que se inicie el ataque de migraña, destaco unos anticuerpos monoclonales inyectables llamados erenumab (Aimovig), fremanezumab (Ajovy) y galcanezumab (Emgality).

En otra cuerda, todo parece indicar que algunos cambios en el estilo de vida son recomendables para prevenir las crisis. En este sentido se nos exhorta a tener rutinas naturales y bien establecidas: empezando por el sueño de calidad de unas 7 u 8 horas diarias, pasando por la alimentación regular y terminando por el ejercicio físico, de ser posible, a diario. 

Centrándonos en la nutrición y a pesar de que no está del todo bien demostrado, los alimentos que se consideran comúnmente desencadenantes de migraña son los lácteos, en especial el queso, los bocadillos muy salados, las patatas fritas y los alimentos con altos niveles de nitratos como los jamones y los embutidos.

Aparentemente, el alto contenido de azúcares añadidos, aminoácidos y grasas pueden causar irritación en el sistema nervioso y desequilibrios hormonales que facilitan la aparición de las crisis de migrañas.

En cuanto al ejercicio físico, mantenerse activo, fundamentalmente si es al aire libre, ayuda a regular los ritmos de sueño y alimentación, lo cual influye positivamente en la prevención de las migrañas.

¿Y el bótox?

A estas alturas del siglo XXI ya todos conocemos el uso en estética que tiene este caro fármaco. De cualquier manera, siempre es conveniente recordar que al inyectar bótox se inocula una toxina para impedir, temporalmente, el movimiento de un músculo y, con ello, suavizar las arrugas del tejido donde se ha aplicado.

Su uso en neurología ya cuenta con algo más de una década de experiencia. Los médicos inyectan bótox en unos 31 puntos de la cabeza y el cuello para aliviar los dolores de cabeza de 15 o más días al mes, lo que se denomina migraña crónica.  De esta manera, se impide la tensión de los músculos locales y el paciente queda liberado de las migrañas durante los próximos tres meses. ¡No todo es estética en el mundo del bótox!

¿Comprensión?

Aquí poca o ninguna. La sociedad, a pesar de que muchos de sus miembros lo sufren, aún no ha sido capaz de mostrar sensibilidad con los afectados de un mal que paraliza a quienes lo padecemos. La migraña sigue siendo esa molestia que tienen otros y que “tampoco es para tanto” siempre y cuando no seas el doliente.