Existen unos principios humanitarios que rigen toda respuesta a una crisis: humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia. Cuando hablamos de humanidad, hablamos de aliviar el sufrimiento de las personas que se ven afectadas por conflictos y desastres, hablamos de dignidad, hablamos de respeto. Y si nos vamos a la quinta acepción de la RAE, humanidad significa sensibilidad, sentir compasión hacia las desgracias de otras personas.
Es precisamente esta última acepción la que más duele. Duele la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, por el veto de Rusia, de no prorrogar la autorización del mecanismo humanitario transfronterizo en Siria, poniendo en peligro millones de vidas. Completa falta de humanidad.
Casi cuatro meses después de que dos terremotos devastadores y una serie de potentes réplicas sacudieron Turquía y Siria, la situación continúa siendo de extrema gravedad tras más de doce años de hostilidad e inestabilidad constantes en todos los ámbitos de la vida para millones de personas. Ahora se cierra, para muchas de ellas, la única vía por la que podía recibir apoyo. Un apoyo fundamental para 4,4 millones de personas que dependen de la ayuda humanitaria.
El acceso por Baba Al Hawa es la columna vertebral de la respuesta del noroeste. Hasta el momento, 2.700 camiones han atravesado el paso proporcionando ayuda básica, suministros sanitarios, financiación y otras ayudas vitales. Es imprescindible que el Consejo de Seguridad de Seguridad vuelva a reunirse lo antes posible para autorizar la asistencia humanitaria transfronteriza durante un mínimo de 12 meses, con el fin de evitar una catástrofe inminente aún mayor, pero completamente evitable.
No hay justificación para restringir la ayuda a los sirios y sirias en un momento en que las necesidades humanitarias son críticas. Pero qué cabe esperar cuando la invasión rusa en Ucrania viola todas las normas del Derecho Internacional. Continuar con la respuesta para llegar a las personas más necesitadas a través de las rutas más directas no es una opción política, sino un imperativo humanitario. Una cuestión de humanidad.
***Carol García es coordinadora de comunicación de Alianza por la Solidaridad-Action Aid