Este mes de septiembre se ha celebrado la Cumbre por los ODS, en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, con un balance muy negativo al llegar al ecuador de la fecha límite de 2030, y una nueva declaración para acelerar su cumplimiento. Y tras esta cumbre, también se celebró la de la ambición climática, con balance también insatisfactorio, y promesas renovadas de los líderes mundiales.
“Hemos abierto las puertas del infierno”, declaraba el secretario de la ONU, António Guterres. Un mensaje derrotista, sin duda, al verlo como titular en los medios de comunicación, pero la intención de Guterres era transmitir la urgencia de adoptar medidas por todos los países representados en la Asamblea.
El secretario general trasladaba a los líderes mundiales una preocupación real de la sociedad, porque los datos señalan que, frente al ruido mediático de los negacionistas, en países como EEUU, Reino Unido o nuestro propio país la mayoría de la población desea que se tomen medidas para abordar la crisis climática.
El reto es complejo. Como señalaba recientemente Francisco Heras, consejero técnico de la Oficina Española de Cambio Climático, “según vas trabajando en esto, vas descubriendo nuevas vinculaciones y va creciendo el número de derivadas; lo de los riesgos del clima es una locura”.
Porque todo esto no solo va de medio ambiente, también va de desigualdad, de género, de educación, de energía, de cultura, de economía, etc, ámbitos en los que siempre encontraremos fundaciones con un gran conocimiento y experiencia, que desarrollan programas y actividades con impacto y valor social.
Por eso las fundaciones son claves para esta gran transformación que implica la transición ecológica y justa. Estamos hablando de un sector que representa el 2,4% del PIB y que genera empleo al 3,4% de la población activa.
Esta semana se celebra en Madrid el DEMOS 2023, el encuentro anual de referencia del sector fundacional español, con un lema que va más allá de las meras intenciones. Bajo el título Por un clima de cambio, el encuentro, que tiene lugar el 26 y 27 de septiembre, prestará una atención especial a la transición ecológica, social, digital y justa que el sector sabe que tiene que abordar, y en muchos casos, ya lo están haciendo.
Así lo demuestran las 230 fundaciones que ya se han adherido al pacto de Fundaciones por el Clima, una iniciativa lanzada en 2020 por la Asociación Española de Fundaciones (AEF) para acompañar al sector en este reto que nos plantea la emergencia climática. Los siete pilares del pacto muestran la ambición y los retos que necesitamos abordar en esta transición:
Educar y aprender. Este primer pilar hace referencia, por un lado, a la complejidad del reto que tenemos por delante y, por otro, a todo el conocimiento que ya existe en el sector fundacional. La ciencia nos indica que necesitamos realizar un cambio radical que afecta a cómo vivimos, cómo producimos y cómo consumimos. Y ese cambio tenemos que construirlo entre todos, e implica romper paradigmas.
La transición ecológica no significa vivir peor, sino todo lo contrario. Significa vivienda asequible, acceso a agua o a la salud, alimentación saludable y, en definitiva, formas de vida más satisfactorias. Por ello, desde el propio pacto impulsamos un espacio de colaboración donde aprender de aquellas fundaciones que ya cuentan con un conocimiento y experiencia en todos estos ámbitos.
Comprometer recursos. Porque la transición ecológica y justa necesita dinero o, más bien, necesita atraer el dinero que ahora va dirigido a proyectos, en muchas ocasiones, de escaso impacto. Y la filantropía está en condiciones de destinar fondos a financiar ecosistemas y experimentos, asumiendo riesgos a los que tanto el sector público como el privado son más reacios.
Innovar e integrar. Porque vamos a necesitar mucha imaginación para adaptar los programas y procesos de las fundaciones dentro de la transición ecológica, y poder ver así las conexiones que se producen entre cambio climático, desigualdad, género, educación, energía, economía, etc.
Invertir de manera responsable. Porque el capital de las fundaciones tiene que ser coherente con su misión, es decir, con ese ADN del sector fundacional que consiste en trabajar por el bien común. Un ejemplo de esta forma de invertir lo encontramos en el Fondo por el Clima que desde Fundaciones por el Clima ya estamos poniendo en marcha para ofrecer un instrumento de inversión climático que apuesta por esa transición ecológica y justa.
Actuar de forma sostenible. Quizá sea de las citas más recurridas, pero cuando Eduardo Galeano decía que “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo” es clave para entender que en España existen alrededor de 10.000 fundaciones, muchas abordando este reto y otras que todavía necesitamos acompañar. Medir la huella de carbono e iniciar procesos de descarbonización es vital, como impulsamos desde el propio pacto a través de talleres, pero lo es tanto como hacerlo con una perspectiva de transformación radical de cómo trabajamos y cómo operamos.
Informar con transparencia. Porque los buenos ejemplos y las buenas prácticas son lo que nos inspiran. En este sector encontramos fundaciones con un gran conocimiento y otras con una gran necesidad de aprender. Y por eso en Fundaciones por el Clima promovemos la visibilidad de las buenas prácticas y los ejemplos que pueden inspirar a otras fundaciones.
Continuar con empeño. Porque el reto no es fácil, porque muchos mensajes parecen invitarnos a caer en el derrotismo o porque los problemas complejos, como es el cambio climático, siempre tienen el riesgo de atraer malas soluciones. Pero tenemos las herramientas, el conocimiento, la tecnología y el permiso social para abordar los cambios.
Y desde el sector fundacional podemos permitirnos diseñar políticas e itinerarios a largo plazo, frente a un sistema político cortoplacista y un sistema económico que todavía debe apostar más por esta transformación.
Contamos con varias hojas de ruta, como la Agenda 2030 o el Pacto Verde Europeo, para imaginar nuevos escenarios con los que abordar la crisis climática, y las fundaciones españolas serán agentes cada vez más activos para conectar los ámbitos en los que trabajan con este gran reto de la transición ecológica y justa.
***Xosé Ramil es coordinador de Fundaciones por el Clima de la Asociación Española de Fundaciones (AEF).