Los españoles tenemos un gran aprecio a nuestros agricultores, pese a que en las protestas de los últimos meses una de las quejas más repetidas ha sido, precisamente, la falta de estima que se tiene al trabajo que realizan. Creo que sin esa estima no se podría entender uno de los hábitos más extendidos entre los consumidores: la compra de productos frescos de temporada. Es algo tan arraigado que no somos conscientes de la importancia de este hábito para el tejido económico del sector primario.

A primera vista puede parecer que comprar naranjas y alcachofas en invierno, fresas y ajos tiernos en primavera, tomates y sandía en verano, o caqui y calabaza en otoño es algo normal, ¿verdad? En el resto de Europa, especialmente en los países del norte, esto no es en absoluto así. Existe una oferta constante de productos a lo largo de todo el año, sin importar la estación.

En España, aunque es algo extensible al sur de Europa, el proceso de compra de productos frescos se rige por la estacionalidad y las tradiciones. Este hecho ha sido asumido con total normalidad por la mayoría de jóvenes y adultos. Aunque cabe destacar que el propio sector y las tendencias sociales han generado un consumidor mucho más exigente con los productos. A la compra de temporada se le suma el interés por que los productos sean saludables, y es ahí donde la producción proveniente de la agricultura ecológica tiene mucho que decir.

España es el segundo país de la Unión Europea (UE) con mayor porcentaje de suelo agrícola dedicado a la producción ecológica, solo superado por Francia. Sería de suponer que esta variedad de productos es más accesible a los consumidores, pero la realidad es algo más compleja.

Los consumidores sienten que acceder a los productos frescos de agricultura ecológica es complejo y confuso. Una encuesta de la European Climate Foundation reveló que el 71% de la sociedad considera que el etiquetado confuso y la falta de información son los principales obstáculos para llegar a un producto de agricultura ecológica y de proximidad.

Desde Legados y de la mano de AFAMMER, hemos lanzado una propuesta dirigida a agricultores y consumidores. Nuestra premisa es que es posible potenciar el paso de la agricultura tradicional a los sistemas de cultivo ecológicos y sostenibles. Además, queremos que sean capaces de unir la tradición y una producción económicamente sostenible. Así hemos desarrollado el proyecto “Raíces”, centrado en el fomento y difusión de los beneficios de la agricultura ecológica en el área de Almería.

Hemos conectado pequeños agricultores que trabajan en la producción ecológica y sostenible en Almería, una de las provincias en las que el sector primario tiene más peso sobre la economía, con vendedores minoristas, asociaciones de consumidores o restaurantes, entre otros, fomentando la proximidad y su acercamiento hasta los consumidores finales.

Pretendemos acercar a los consumidores no solo a los productos, sino también a que conozcan la importancia de su compra sobre la economía local. Queremos incentivar el apoyo a la agricultura de proximidad desde la misma decisión de los consumidores de comprar.

Este proyecto tuvo su colofón este sábado 6 de abril en Adra (Almería), donde se celebró una ecoferia en la que los participantes de este proyecto piloto pudieron poner a la venta sus productos directamente al público. Y además, los asistentes tuvieron la oportunidad de participar en catas de productos y talleres en los que conocieron los beneficios del trabajo que realizan estos agricultores en la región.

Los consumidores queremos productos más saludables, cercanos y que aporten impacto positivo al territorio, pero debemos resolver el problema de la falta de acceso a esta variedad de productos con etiquetado más sencillo y, quizás también, con campañas de difusión sobre los beneficios de la agricultura ecológica en la economía. El proyecto que desde Legados y AFAMMER hemos lanzado en Almería es una propuesta más sobre lo que se puede lograr cuando impactamos directamente sobre los hábitos de consumo de la ciudadanía.