La carrera hacia un futuro sostenible cuenta con las energías renovables como sus más importantes aliadas. En un planeta castigado por el cambio climático y la desigualdad, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por las Naciones Unidas en 2015 son de ineludible cumplimiento.
Si de verdad estamos comprometidos con reducir las desigualdades (ODS 10) y luchar de forma efectiva contra el calentamiento global (ODS 13), debemos garantizar el acceso universal a energías asequibles, fiables y eficientes que contribuyan a cuidar de nuestro maltrecho medioambiente y con ello alcanzar el ODS 7. Para lograrlo, es necesario superar obstáculos tanto técnicos como políticos.
La transición energética demanda inversiones audaces y un fuerte y continuo compromiso por parte de gobiernos y empresas. El objetivo, sin duda, merece todos los esfuerzos: un planeta más limpio, más verde y más sostenible, junto a una economía más robusta e independiente tanto de vaivenes geopolíticos como de fuentes energéticas cada vez más caras y escasas, además de comunidades locales con más oportunidades.
En el corazón de la lucha contra la desigualdad, las energías renovables tienen un papel clave. Debemos invertir de forma estratégica, tanto en infraestructuras de transporte y distribución como en instalaciones de producción, para asegurar un suministro equitativo que respete los derechos humanos.
Las energías renovables son protagonistas en la lucha contra el cambio climático. Reducir la dependencia de los combustibles fósiles es imprescindible para garantizar el bienestar de las futuras generaciones. La transición energética se convierte así en una misión común a todos, ciudadanos, gobiernos y empresas. Su éxito dependerá de alianzas y colaboraciones (ODS 17): políticas públicas efectivas, inversión en innovación y una sólida cooperación multisectorial que aúne lo público y lo privado.
Debemos plantear un abordaje multidisciplinar, consensuado e intergubernamental, respaldado por una regulación sólida, que garantice la adopción exponencial de las energías renovables como motor de cambio económico y herramienta de lucha contra el cambio climático.
La innovación para alcanzar la eficiencia energética es determinante para superar los retos a los que nos enfrentamos. La digitalización de la red eléctrica mediante tecnologías inteligentes supondrá una gestión más eficiente de la demanda y una mejor respuesta a las fluctuaciones del suministro. Este avance, junto a procesos de almacenamiento eficientes, es crucial para maximizar el aprovechamiento de la energía renovable disponible.
El empleo de sistemas de gestión de energía basados en la inteligencia artificial (IA) puede revolucionar la manera en que generamos, distribuimos y consumimos la energía. Ahora bien, no podemos ignorar que la IA y otras nuevas tecnologías consumen grandes volúmenes de energía. Las energías renovables son, por tanto, esenciales para reducir su impacto medioambiental.
La inteligencia artificial o es verde o NO es inteligente. Además, muchos todavía desconocen la gran cantidad de agua que consume el uso de estas nuevas tecnologías, por lo que es básico asegurar que su uso no ponga en peligro el acceso a los recursos hídricos (ODS 6).
La cooperación internacional y la transferencia de conocimientos y de tecnologías se vuelven esenciales. Los países pioneros en la transición energética pueden ofrecer valiosos ejemplos y apoyo técnico a aquellos en los inicios, siendo fieles a las metas del citado ODS 17.
Esta es una cuestión de todos: cada uno de los habitantes de este planeta tenemos nuestra parte de responsabilidad. Por este motivo, no podemos dejar atrás la importancia de una educación de calidad que incida en estos aspectos que venimos comentando (ODS 4). Concienciar sobre los beneficios de las energías renovables y fomentar una cultura de sostenibilidad y respeto por el medio ambiente son determinantes para garantizar un impulso público sólido a las políticas de transición energética.
Ello incluye lograr que se conozca la huella de carbono que todos dejamos y sus consecuencias, así como recalcar los beneficios presentes y futuros de estas energías que debemos incorporar de forma decidida al mix energético con alcance mundial. De no ser así, estaremos abocados a seguir observando cómo el cambio climático avanza con sus efectos devastadores para la humanidad.
Queda claro entonces que la transición hacia un futuro energético sostenible es una tarea compleja que requiere de un enfoque holístico y colaborativo. Desde la inversión en tecnologías limpias y renovables, pasando por la reforma de políticas y marcos regulatorios, hasta llegar a la promoción de una cultura de sostenibilidad, todos los esfuerzos son necesarios para enfrentar el desafío del cambio climático y asegurar nuestro presente y futuro.
Para concluir, quiero recalcar dos ideas principales: las energías renovables son la esperanza verde de nuestro planeta y la inteligencia artificial es, sin duda, una gran aliada en esta transición, siempre que se garantice que su uso no contribuye al calentamiento global y no pone en riesgo el acceso al agua. Insisto, la inteligencia artificial o es verde o NO es inteligente.
***Ana Buitrago es consejera y asesora estratégica, Senior Advisor PWC, exsecretaria general de Iberdrola Renovables y Amazon Europa.