Según el informe de Esade Mujeres en STEM, en cuarto de primaria, las niñas ya presentan una probabilidad un 15% menor que los niños de considerar las matemáticas como su materia preferida, y entre un 8 y 9% menor de considerarse buenas, aprender rápido, o disfrutar con esta materia.

Con la celebración del Día Internacional de la Mujer Ingeniera, este 23 de junio, y como mujer que lleva más de 25 años desarrollando su trayectoria laboral en este sector, he querido ofrecer una reflexión sobre la importancia de que estos datos sigan cambiando.

Si bien ya observamos avances significativos en la inclusión de las mujeres en las carreras y profesiones de ingeniería, para lograr una verdadera igualdad de género, en línea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5, debemos impulsar un cambio de mentalidad que reconozca todo lo que las mujeres aportan al ámbito STEM, precisamente por ser mujeres.

Recuerdo con nitidez el día que tuve que formalizar la matrícula en la universidad. Era 1992 y tenía muy claro que mi camino pasaba por estudiar ingeniería. Finalmente, me decanté, un poco a suertes, por estudiar Ingeniería de Caminos.

Siempre tuve claro que me atraían y gustaban las ciencias, y nunca me planteé que hubiese ningún impedimento, por capacidad o dificultad, para desarrollar una carrera técnica. Mi familia fomentó en mí esa visión, lo cual les agradezco profundamente desde la conciencia de la suerte que he tenido de crecer en un entorno donde encontré normalizadas las vocaciones de mujeres en STEM.

Seis años más tarde salí de la ETS de Ingenieros de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid, tras estudiar, además, unos años en el extranjero, con un flamante título bajo el brazo y con ganas de ejercer en una profesión tan bonita como retadora.

Hoy, habiendo atravesado diferentes sectores, posiciones y formaciones en diversas escuelas de negocio, desde una curiosidad permanente por aprender, puedo ver con claridad la enorme versatilidad y potencial que aporta una formación en ingeniería.

Sobre todo, lo que claramente he corroborado en todos estos años y desde mi actual cargo en Actemium, donde nos enfocamos en el diseño y optimización del sector industrial, es cómo la mujer aporta diferencias de gestión y enriquece un entorno todavía tan masculino como son los sectores tecnológicos y de ciencias.

Todavía hoy en día hacemos frente a dificultades y paternalismos en nuestro sector, en el que, por género, solo 1 de cada 4 posiciones está ocupada por una mujer. A pesar de hacer frente a un techo de cristal que no termina de romperse del todo, el avance que estoy presenciando todos estos años de trayectoria profesional está siendo positivo.

Como directora de desarrollo de negocio en Actemium, puedo ver a diario cómo las mujeres aportamos perspectivas únicas y diferentes en el desarrollo de tecnología y cómo la diversidad de género en los equipos de trabajo conduce a una mayor creatividad e innovación.

Además de aportar las competencias que se requieren en carreras de ingeniería, como son la curiosidad, el pensamiento lógico y analítico o las habilidades matemáticas, las mujeres aportamos una perspectiva valiosa desde capacidades que benefician significativamente a las organizaciones.

Entre ellas, destaco la empatía, la cual permite a las mujeres ingenieras entender y gestionar mejor a sus equipos, fomentando un ambiente laboral positivo y colaborativo; la capacidad para escuchar y comunicarnos efectivamente, facilitando la resolución de conflictos y la toma de decisiones informadas; una destacada habilidad para la multitarea y la gestión del tiempo, manejando simultáneamente diversas responsabilidades sin sacrificar la calidad del trabajo; un enfoque colaborativo y de trabajo en equipo que fomenta un ambiente inclusivo, donde las ideas y contribuciones de todos los miembros del equipo son valoradas; así como una alta resiliencia, lo que se traduce en una mayor estabilidad y continuidad dentro de las organizaciones.

Poco a poco, en España avanzamos para cerrar ese gap que existe más allá de las profesiones de STEM, con un nivel de paridad de género nacional del 64,9%. Para alcanzar esta meta, es importante que demos visibilidad a todo lo que las mujeres pueden ofrecer como ingenieras y, de esta forma, animar a todas las mujeres que se plantean una carrera en ingeniería a perseguir esa vocación para formar parte de un sector que necesita de su visión única e imprescindible.

Es por ello por lo que estoy involucrada en programas como mentora de mujeres estudiantes y profesionales en sectores STEM. Para desarrollarnos profesionalmente con seguridad y confianza en nosotras mismas, solo necesitamos mirar alrededor y ver como ya somos muchas las mujeres en roles directivos tecnológicos. Las capacidades las tenemos. No lo dudéis, futuras mujeres ingenieras.

Teresa Pérez es la directora de desarrollo de negocio de Actemium Spain, mentora de AEMENER (Asociación Española de Mujeres en la Energia) y speaker en la iniciativa #AquíEstánEllas de la Asociación Española de Ejecutiv@s y Consejer@s.