Vivimos en una época en la que la descarbonización se ha convertido en el gran desafío ambiental de nuestra era. Este reto, urgente y complejo, requiere una acción global consensuada y coordinada. Dentro de la Unión Europea, la transición hacia fuentes de energía más sostenibles se ha convertido en un tema de máxima prioridad en la agenda legislativa, tanto a nivel supranacional como en cada uno de los estados miembros. Esta situación ha propiciado un marco de regulación intensiva con el objetivo de asegurar el cumplimiento de metas ambiciosas en términos de reducción de emisiones contaminantes.

En septiembre de 2023, el Parlamento Europeo aprobó el acuerdo alcanzado con el Consejo sobre la iniciativa RefuelEU, un conjunto de medidas diseñadas para hacer más ecológicos los combustibles utilizados en la aviación. Estos objetivos son esenciales para mitigar los efectos del cambio climático, pero también plantean un desafío significativo para la innovación tecnológica y la adaptación industrial. 

Sin embargo, es de vital importancia que estas regulaciones se apliquen con un enfoque pragmático, teniendo en cuenta las capacidades reales de la industria y fomentando una transición que no solo sea efectiva, sino también equitativa para todas las partes interesadas. 

En el sector del transporte, la electrificación se presenta a menudo como la principal vía para reducir las emisiones. Sin embargo, debemos reconocer que no podemos depender exclusivamente de un único vector energético.  

En primer lugar, la infraestructura requerida para respaldar una electrificación a gran escala todavía se encuentra en su fase de desarrollo. Este proceso demanda inversiones considerables, tanto en términos de tiempo como de recursos económicos. 

Además, es importante destacar que hay ciertos sectores donde la electrificación simplemente no es factible debido a las restricciones tecnológicas y operativas existentes. Entre estos se incluyen el transporte de mercancías de gran tonelaje, el transporte marítimo y, evidentemente, la aviación. 

La aviación es responsable del 2,5% de las emisiones globales de CO2, según un informe reciente de Our World in Data. Aunque esta cifra puede parecer pequeña, no podemos ignorar que se trata del sector cuyas emisiones han crecido más rápidamente en las últimas décadas (un 146% entre 1990 y 2019, según datos del Parlamento Europeo). Este incremento exponencial subraya la necesidad imperante de identificar soluciones sostenibles que puedan ser puestas en práctica de manera eficaz y con celeridad.

Es en este contexto donde el SAF (combustible sostenible de aviación) emerge como una alternativa real al queroseno y otros productos tradicionales. El SAF es un combustible de segunda generación que puede ser orgánico, producido a partir de residuos orgánicos, o sintético, generado a partir de la captura de CO2 mediante el uso de hidrógeno verde. Esto permite reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los combustibles fósiles tradicionales.

El SAF tiene una ventaja significativa: es compatible con las infraestructuras existentes de combustible de aviación y con la flota de aviones actual lo que permite una transición gradual hacia una matriz energética más sostenible sin la necesidad de realizar inversiones masivas en nuevas instalaciones ni esperar a la sustitución de las aeronaves que están en operación. 

Esto supone una oportunidad inigualable para la industria aeronáutica, ya que permite la incorporación del SAF en las operaciones vigentes sin causar grandes disrupciones. Asimismo, el uso del SAF puede contribuir a que las aerolíneas cumplan con las normativas medioambientales cada vez más rigurosas, preservando al mismo tiempo su competitividad en el mercado internacional.

Para que el SAF se convierta en una realidad generalizada, es crucial la colaboración estrecha entre todos los actores involucrados: la industria, los gobiernos y la sociedad en su conjunto. La implantación efectiva de los combustibles de aviación sostenibles demanda una acción coordinada en múltiples niveles. A pesar de su prometedor potencial, es crucial subrayar que la producción de SAF todavía se enfrenta a retos en términos de escalabilidad y costes, los cuales deben ser superados para alcanzar una adopción a gran escala.

Primero, es esencial fomentar la inversión en investigación y desarrollo para mejorar la eficiencia y la disponibilidad del SAF y reducir su coste. La innovación tecnológica debe ser apoyada para hacer que la producción de SAF sea más económica y sostenible.

En segundo lugar, es necesario que las políticas y regulaciones incentiven su producción y uso, pero que al mismo tiempo sean realistas y alcanzables. 

La mencionada regulación europea Refuel EU se superpone con el sistema europeo de comercio de emisiones (EU ETS) y con la directiva de energías renovables (RED III), lo que genera un complejo marco regulatorio. Es necesario que todo ello no sólo fomente el consumo de SAF, sino que sirva de base para que se desarrolle una industria productora local, apoyada también por unos costes de producción de energía renovable menores que en otros países.

La concienciación pública juega un papel fundamental en este proceso. Los consumidores informados pueden influir significativamente en la demanda de vuelos que utilicen SAF, acelerando así su adopción a gran escala. La aviación sostenible no es solo una responsabilidad de la industria, sino de todos nosotros como usuarios y ciudadanos preocupados por el futuro del planeta.

En última instancia, la colaboración internacional y la unificación de estándares resultan fundamentales para prevenir discrepancias regulatorias que puedan entorpecer el comercio y la distribución del SAF a escala mundial.

En conclusión, la aviación se enfrenta a un futuro desafiante pero prometedor con el desarrollo y la implementación de los combustibles de aviación sostenibles. 

Con este objetivo, Exolum ha hecho una apuesta decidida por el Combustible de Aviación Sostenible (SAF) y colabora activamente con diversos actores de la industria, promoviendo e incentivando su adopción y uso generalizado.

Esta transición hacia un sector aeronáutico más limpio, eficiente y respetuoso con el medio ambiente no será fácil, pero es posible y necesaria. 

El potencial transformador del SAF nos ofrece una oportunidad única para redefinir la aviación y contribuir de manera significativa a la lucha contra el cambio climático. Es hora de que todos los actores involucrados trabajemos juntos para hacer de esta visión una realidad a medio plazo.

***Jorge Guillén es Aviation & Spain Network Lead de Exolum